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Deportes|Domingo, 3 de diciembre de 2006
EN MEDIO DE LA BRONCA, SAN LORENZO APENAS EMPATO 2-2 ANTE EL ARSE

Sólo hubo un arsenal de insultos

Los hinchas cantaron contra Ruggeri y los jugadores casi todo el partido. Goles de Quattrocchi, Silvera y dos de Valdemarín.

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Alejandro Gómez se escapa de la marca de un defensor.

San Lorenzo, otra vez con un clima enrarecido en las tribunas y una imagen apagada en el campo de juego, apenas empató 2-2 con Arsenal, por lo que la continuidad del entrenador Oscar Ruggeri volvió a quedar cuestionada a partir de los insultos que recibió de su público. Los visitantes se colocaron en ventaja con un cabezazo de Pablo Quattrocchi en el arranque, pero el conjunto de Gustavo Alfaro dio vuelta el marcador con dos tantos de Lucas Valdemarín. Ya sobre el final de la primera etapa, Andrés Silvera consiguió la igualdad definitiva.

Como sucede desde la goleada sufrida ante River Plate (0-5) en la fecha 14, la hinchada azulgrana insultó al entrenador desde los 20 segundos de juego y exigió su renuncia hasta con banderas colocadas sobre el alambrado. El presidente del club, Rafael Savino, a quien se le reclamó “un equipo de verdad” para el próximo campeonato, también fue centro de la reprobación de los simpatizantes. Entre los jugadores, el volante Osmar Ferreyra fue quien se llevó los silbidos más penetrantes. Por el contrario los únicos futbolistas aprobados por la gente fueron los delanteros Ezequiel Lavezzi y Andrés Silvera, que, para colmo, dejaría el club a fin de año por un importante ofrecimiento del fútbol mexicano. Según Savino, el atacante, que lleva ocho goles desde que se ganó la titularidad en la sexta fecha, “no quiere jugar más” en el club por el clima de hostilidad generado a partir de la mala campaña del equipo.

En cuanto al fútbol, en Sarandí hubo apenas 45 minutos de fútbol. Arsenal se mostró como un equipo más organizado y eficaz para capitalizar las facilidades de la defensa rival. Sus dos goles llegaron con centros caídos sobre el área de Sebastián Saja, que encontraron a Valdemarín con una llamativa comodidad para definir. San Lorenzo, sin patrón de juego, se puso rápidamente en ventaja, tras aprovechar una pelota parada, pero luego dependió de la capacidad individual de sus delanteros. Y tuvo suerte cuando Silvera, después de recoger un mal rechazo del ugandés Sekagya, colocó un remate seco que se desvió y estableció la igualdad.

En la segunda parte, la intensidad del juego decreció, las llegadas sobre los arcos desaparecieron y el partido se hizo aburrido. Sólo hubo tiempo para que la hinchada de San Lorenzo descargara todo su arsenal de insultos contra Oscar Ruggeri y los jugadores.

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