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Deportes|Domingo, 21 de julio de 2002
MICHAEL SCHUMACHER PUEDE IGUALAR HOY EL RECORD DE FANGIO

Cinco es el número clave de Schumi

Si gana el GP de Francia y ni el poleman Montoya ni su coequiper Barrichello terminan segundos, habrá ganado su quinto campeonato mundial de Fórmula 1. Pero al alemán no le gusta que lo comparen con el argentino, y los expertos explican por qué esas comparaciones son odiosas.

Por Pablo Vignone
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Schumacher y su Ferrari delante del Williams de Montoya.
La de hoy puede resultar una jornada tan especial como aquella de hace casi 45 años, la del 4 de agosto de 1957, cuando Juan Manuel Fangio concretó su más preciosa tarea a bordo de un coche de Fórmula 1 de los de su época, pesado, indócil, de reacciones impredecibles, ganando el Grand Prix de Alemania en el circuito más difícil del mundo y conquistando, a la vez, un record que ha permanecido imbatido. Hasta ahora. Porque hoy, si gana el Grand Prix de Francia en Magny-Cours (televisan Fox Sports desde las 9, Telefé a las 12) y lo favorecen ciertos resultados, manejando su Ferrari precisa, mansa, segura, el alemán Michael Schumacher podrá igualar ese record que, durante mucho tiempo se creyó inalcanzable: ante él se rindió otro grande como Alain Prost –que se quedó con cuatro campeonatos- y a ese record le puso la muerte un cierre inapelable al deseo de Ayrton Senna.
El mundo de la Fórmula 1 ha estado esperando largo rato por este momento. No porque la igualdad del record termine ajando la memoria de lo que construyó el piloto argentino –de cuyo fallecimiento se cumplió esta semana el séptimo aniversario–, sino porque fueron tantos lo que lo intentaron y no lo lograron, que hasta resulta mentira creer que, tras casi medio siglo, otro piloto vaya a consagrarse quíntuple campeón del mundo.
Schumacher ha demostrado tanta superioridad a lo largo de esta temporada, que ya en la undécima de 17 Grand Prix del torneo puede coronarse campeón mundial. Con 86 puntos (ocho victorias y un segundo puesto), aventaja a su coequiper Rubens Barrichello por 54 puntos y al colombiano Juan Pablo Montoya por 55. Ganará el campeonato entonces si vence y ni el colombiano ni el brasileño terminan en el segundo lugar. Y ese es un resultado tremendamente factible aunque Montoya largue, por quinta vez consecutiva, desde la mejor posición de largada. El pasado reciente de la F-1 demuestra qué fácil le ha resultado al alemán vencer a los latinoamericanos en lo que va del torneo.
La conquista de Schumacher, en caso de producirse, avivará el debate que ya se ha instalado desde hace casi un año, cuando el alemán ganó su cuarto título mundial. La discusión intenta establecer si la equiparación de los pergaminos habilita a una comparación de estilos. Sencillamente, ¿Schumacher es igual que Fangio?
El propio alemán se ha encargado, largamente, de desmontar esa bomba de impopularidad. “A mí me da vergüenza que me comparen con Fangio –le dijo en agosto pasado a la revista argentina Serie 1 tras la conquista de su cuarto título–. Yo no compito contra su record, y no creo que sea realmente justo compararme con él.” La inmediatez de la gloria no le ha hecho variar sus puntos de vista. Al llegar a Magny-Cours, esta semana, insistió: “Quiero evitar cualquier comparación con Fangio porque creo que es inapropiada. No funciona una comparación con él. Lo que ha conseguido el argentino es demasiado impresionante y aunque pueda igualarlo en la estadística, no es lo mismo”.
Frente a la rabia con la que disputa sus puestos en la pista, puede llamar la atención la falta de garra para pelear un lugar en el pináculo de la F-1. Pero esa actitud tiene su explicación. “Fangio fue muy superior a nosotros –ha dicho más de una vez–. Los autos son ahora mucho más seguros y él logró sus títulos a una tremenda velocidad teniendo en cuenta el nivel de tecnología de los coches de su tiempo.” Esa relativa temeridad es lo que, en la reflexión del alemán, inclina la balanza hacia el argentino.
Y es que Schumacher realmente admira las condiciones en las que corrían Fangio y sus contemporáneos, como José Froilán González. El año pasado tuvo ocasión de manejar la Ferrari de 1951 con la que el arrecifeño logró su primer triunfo en Silverstone, y bajó asombrado del nivel de arrojo que consideró necesario para conducir esos coches, que ofrecían muy pocas garantías aun en casos de accidentes menores. Acostumbrado a los nivelesactuales de tecnología en seguridad, y de exactitud, Schumacher inclusive se “asustó” cuando manejó una Ferrari de 1983, con chasis de aluminio y turbocompresor.
Sus números pueden ser notables –es el que más carreras ganó, el que más puntos sumó, el que más records de vuelta tiene– pero están acotados a una era de esterilizada eficiencia en la que los volúmenes de coraje precisos son de menor capacidad. Su mérito, en todo caso, es admitir esa diferencia.
“Antes, cuando Juan ganaba y salía campeón, la incidencia del piloto en los triunfos era del 50 por ciento: el otro 50 era de la máquina -reflexiona Froilán González–. Hoy, la influencia del corredor es menor. Yo creo que Schumacher tiene solo el 25 por ciento de responsabilidad; el 75 por ciento restante corre por cuenta del coche y la tecnología. Si no, ¿dónde estaría Schumacher manejando un Minardi?”, se preguntó el ex corredor de Ferrari.
Con él coincide Juan Manuel Fangio II, el sobrino del Chueco, que fuera campeón en los Estados Unidos y que llegara a probar un coche de Fórmula 1. “Ambos pasaron la línea de grandeza –asegura–. Schumacher no va a ser más grande porque gane el quinto título, ni Juan va a perder prestigio si el alemán le empata el record.” Para el ex piloto “no existen comparaciones válidas” entre ambos corredores. “Juan impresionó por haber llegado a la Fórmula 1 ya maduro y ganó la mitad de las carreras que corrió, en autos vulnerables y competencias de tres horas. Schumacher, con su talento, le da emoción a una categoría menos romántica que la de los ‘50, con mayores exigencias, repleta de contratos y en la que la gente tiene menos contacto con sus ídolos.”
No son pocos los que piensan que la comparación entre ambos no resulta procedente. “Hay que tener en cuenta las condiciones en las corría Fangio –recuerda el periodista Eduardo González Rouco, que relató las carreras de F-1 de la época de Carlos Reutemann–, no existían los cinturones de seguridad, los coches no tenían butacas anatómicas sino sillas en las que los pilotos bailaban, estaban equipados con gomas muy finitas, sin el desarrollo tecnológico ideal; sin embargo, Fangio andaba y ganaba a 300 km/h.” Para el especialista, “Schumacher va seguro en su habitáculo especialmente preparado, dispone de la más exquisita electrónica que hasta la permite conducir su Ferrari con simpleza, y cuenta con un auxilio tecnológico del que el argentino no disponía”.
Fangio consiguió sus cinco títulos en siete temporadas: en una de ellas no corrió, a causa de un grave accidente en Italia, y pasó la siguiente restableciéndose. Los últimos cuatro títulos los logró de manera consecutiva, algo que Schumacher no ha logrado aún.
“Es cierto que Fangio elegía los equipos para los cuales quería correr, pero lo hacía porque todos sabían quién era el número uno. Y los equipos no solo lo preferían por su capacidad sino también porque era el más vivo, el más inteligente”, explica González Rouco.
Es probable que Schumacher gane su quinto título: nada podrá hacer para evitarlo si se vuelve a romper el Williams-BMW de Montoya, como en otras carreras. Aunque no sea precisamente el deseo del alemán, que preferiría consagrarse dentro de dos semanas, en Hockenheim, Alemania, delante de su público, transformando una carrera de autos en una fiesta monumental en la que la venta de recuerdos de la Michael Schumacher Collection, el merchandising del piloto alemán, toque las nubes. Así lo sugirió Willi Weber, el manager de Schumacher. Fangio solo tuvo manager en la última etapa de su carrera. Cuando sus mayores hazañas habían sido alcanzadas.

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