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Boca derrotó ayer 89-81 a Peñarol en el sexto partido de la serie final y se adjudicó el título de la Liga Nacional de Básquetbol por tercera vez en su historia. El equipo de Gabriel Piccato, el técnico que durante la serie regular reemplazó a Eduardo Cadillac, no arrancó como favorito pero liquidó la serie final por 4-2. Fue un título sufrido para Boca, que en los playoffs estuvo dos veces a punto de ser eliminado: contra Ben Hur, en cuartos de final, y contra Libertad de Sunchales, en semifinales. Hubo fiesta en la Bombonerita y también aplausos para el subcampeón.
El partido fue el más abierto de la serie. Boca arrancó con una gran efectividad desde la línea de tres puntos a través de Leo Gutiérrez y de Oroná, mientras que los marplatenses recuperaron su juego de pases que los caracterizó a lo largo de la temporada y, por más que el equipo local amagó en varias ocasiones con escaparse, Peñarol siempre encontró la manera de mantenerse en partido y no permitir que el rival se le alejara. Para ello encontró respuestas en Mikulas y Osborne, que habían estado apagados durante casi toda la serie.
Por más que Peñarol jugaba su mejor básquetbol, nunca pudo recuperar el liderazgo, porque Boca siempre encontró un tiro lejano para sostenerse arriba en el tanteador. Incluso parecía que se llevaba al descanso una ventaja importante, pero un parcial de 7-0 de Peñarol dejó todo muy parejo (46-45) para el inicio del segundo tiempo.
El segundo tiempo siguió con la misma tónica. Boca siempre amagaba con escaparse pero el juego interno de Peñarol hacía más que daño. Entre Osborne y Mikulas se encargaban de anotar bajo la tabla para permitir que Peñarol mantuviera su ilusión. Claro que la efectividad de Gutiérrez, los triples del campeón olímpico marcaron la diferencia en un final cerrado, y la gran noche de Oroná (la figura, con 25 puntos) resultaron determinantes. Cuestionables pitazos del árbitro Rodrigo se encargaron de darle un margen a Boca para llegar con cuatro puntos a los últimos 30 segundos. Eso fue demasiado para Peñarol que, cargado de impotencia, terminó cometiendo varias faltas para que el resultado no fuera tan cerrado como fue el desarrollo.
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