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Deportes|Jueves, 31 de mayo de 2007
EL ARGENTINO MARTIN VASALLO ARGÜELLO

De izquierda, no zurdo

Se lo considera un jugador “diferente” en el circuito por sus inquietudes. Pero él asegura que no es el único: “Muchos hacen beneficencia y no lo dicen”. Ayer se volvió de París.

Por Sebastián Fest
Desde París
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Vasallo le pega con la derecha, pero es de izquierda.

“Hay tenistas de izquierda, claro que sí.” La frase, inusual en un deporte en el que priman la apariencia y el brillo, sale de los labios del argentino Martín Vasallo Argüello, el “tenista rojo”, el hombre que se atrevió a escribir hace un año “Hasta la victoria siempre” en una cámara de televisión. Número 60 del ranking, Vasallo es a sus 27 años un tenista encasillado: es el que habla de política, el que puede convertir una rueda de prensa en un análisis ideológico de tal o cual gobierno, el que conversa a gusto sobre la situación mundial. Es el hombre que reivindica al Che Guevara. El jugador “diferente”. Pero él dice que no, que “hay muchos chicos en contra de las injusticias y con sensibilidad social”.

“¿Dónde?”, es la pregunta cargada de escepticismo. Al fin y al cabo, el diálogo con un jugador de tenis –y con estrellas del deporte en general– muy rara vez se sale de los cauces de lo previsible, muy rara vez se desvía del protagonista y sus avatares con una raqueta o una pelota.

“¿De qué hablan entonces?”, es la repregunta cuando se acepta que no sólo por el argentino pasa la política. “A veces de Cuba, del peronismo, del comunismo, del socialismo. Y no sólo con jugadores, hablo mucho de política italiana con Giorgio di Palermo, un manager de la ATP muy al tanto de todo lo que está pasando.”

Italia aflora de tanto en tanto en el diálogo con Vasallo. “Un attimo”, dice en lugar de “un momento”. Vivió varios años en Italia –ahora se entrena durante largos períodos en Chile, de donde es su novia–, y aprovechó su vida en Europa para acercarse a fenómenos y debates que a veces son más difíciles de apreciar desde la distancia.

El fenómeno de Hugo Chávez es también un tema en el que centra la atención, y por eso buscó el análisis de un tenista venezolano. “Le pregunté a José de Armas su opinión”, dice Vasallo, que no es un dogmático de izquierda. “Uno a veces se encierra en la propia idea y no entiende lo que piensa el otro”, dijo hace unos meses al relatar su experiencia en Chile, cuando lo sorprendió la muerte del dictador Augusto Pinochet y reaccionó sin dudar: tomó una cámara que acababa de comprar y salió a registrar el momento, las sensaciones en carne viva de pinochetistas y antipinochetistas.

“Fue una experiencia absolutamente movilizadora. Podía preguntarle a una señora que sostenía la foto de Pinochet por qué estaba ahí y hablar con una aborigen que pasó 15 años presa por integrar un movimiento similar a los Sin Tierra en Brasil.”

“La gente que vive la situación tiene más idea que la que ve las cosas de afuera”, sintetiza Vasallo, que hace un año sorprendió con su acceso a los octavos de final de Roland Garros; ayer fue eliminado en segunda ronda, al caer, 7-6 (7-2), 7-5, 6-2 ante Filippo Volandri, el italiano que eliminó a Roger Federer en Roma. Junto a otro tenista argentino, Juan Pablo Guzmán, Vasallo tiene una página web (www.segundosaque.com) en la que vuelcan comentarios de sus viajes y experiencias alrededor del mundo, en especial pequeños “clips” filmados con esa cámara que registró el momento histórico en Chile.

Otro argentino que se suma a la tertulia alejada del deporte es Diego Hartfield. “Con él hablamos de religión, es evangelista y está muy abocado al tema. Nos habla de la Biblia, de sus fundamentos...”

Algunas cejas se enarcan. ¿Es realmente eso posible entre jóvenes de buen pasar en la era de la Playstation? “Es cierto que si yo inicio el tema algunos se prenden, pero es más difícil que se abra la discusión si no estoy yo. De lo que más se habla es de fútbol, porque el 99 por ciento entiende del tema. Y yo soy de Boca, no me queda otra.”

Vasallo vuelve al inicio: hay tenistas de izquierda. “Encuentro muchos gestos y sensaciones que dicen que son grandes humanos. Muchos hacen beneficencia y no lo dicen. Pero lo más difícil es ir contra la idea de que para ser de izquierda y solidario tenés que ser pobre. Está muy extendido eso de que si vivís bien no podés ser de izquierda. A mí ya me lo dijeron, ‘vos hablás mucho pero vivís en una de las mejores zonas de la ciudad’.”

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