El flamante campeón del torneo Apertura fue un equipo que superó todos los obstáculos que se le presentaron en este segundo semestre y recién sobre el final pudo alzarse con un título largamente festejado y tributado al presidente fallecido, Pedro Pompilio.
La aguda crisis interna que padeció el plantel por la pelea mediática que protagonizaron dos de sus integrantes, Julio César Cáceres y Juan Román Riquelme, provocó un resquebrajamiento en el grupo.
Boca venía de perder tres partidos seguidos, contra Tigre (en la 7ª fecha), una goleada Cante Godoy Cruz (en la 8ª) y una caída con Estudiantes en La Plata, después de que el entrenador Carlos Ischia borrara al arquero Mauricio Caranta por motivos nunca suficientemente explicitados e hiciera debutar al juvenil arquero Javier García.
Así, las aguas quedaron divididas, ya que varios integrantes del plantel apoyaron a Román, pero otros hicieron causa común con Cáceres y se aliaron con el otro líder, Martín Palermo.
En un plantel absolutamente dividido por la crisis interna, se llegó a un superclásico vital ante River y en el Monumental. Dos días antes del partido, luego de una severa charla en el vestuario, con la presencia de Carlos Ischia, quien luego dejó a solas a sus futbolistas, el grupo se comprometió a dejar las diferencias internas y luchar por recuperar la punta.
En ese momento, el torneo era liderado por San Lorenzo de Almagro, que aventajaba por once puntos a Boca, pero como el conjunto xeneize triunfó ante su clásico rival, con gol del juvenil Lucas Viatri, la ilusión se puso nuevamente en marcha.
Para entonces, Boca ya había perdido a su principal goleador, Martín Palermo, que cayó en el campo de batalla, tras un 2-1 a Lanús, en La Bombonera, el 24 de agosto.
La rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha le impidió a Palermo continuar en el torneo y allí apareció la mano de Ischia, dándole la confianza a Lucas Viatri, pese a que se contrató a Luciano Figueroa.
Boca sintió el efecto de la ausencia de Palermo, comenzó a ser muy irregular, pero cuando se levantó, luego del triunfo ante River, sufrió otro golpe con la lesión de Gabriel Paletta, con otra rotura de ligamentos.
Pero Boca se sobrepuso a todo, inclusive al pobre empate ante Gimnasia en La Plata, en la anteúltima fecha, un resultado que le abrió el camino al triangular que definió el título, y al momento que vivió el sábado, con las convulsiones de Juan Forlín y las amarillas que sufrieron Juan Román Riquelme y Fabián Vargas, y que les impidieron estar ayer en el partido final.
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