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Un aneurisma en la aorta abdominal pitó el final, se había acabado el tiempo recuperado. Eran las 12.50, en el Sanatorio Mitre, en el barrio de Once, cuando los médicos que intentaban salvarle la vida a Julio Humberto Grondona supieron que no había más nada por hacer.
Después de haber trabajado en el edificio de la AFA, en la calle Viamonte, durante la jornada del martes, recibiendo la negativa de Alejandro Sabella a continuar a cargo de la Selección Argentina y presidiendo la reunión del Comité Ejecutivo, Grondona se descompuso ayer a la madrugada en su domicilio de Puerto Madero y fue trasladado de urgencia al centro médico. Internado en el sector de cardiología, iba a ser operado por la complicación cardíaca, pero el aneurisma no le dio chances.
Su hijo Humberto, el técnico de la Selección Argentina Sub-20, fue quien lo acompañó en primer término, y luego arribaron su otro hijo, Julio (h), presidente de Arsenal, el vice de la AFA y titular de Argentinos, Luis Segura, y el director nacional de selecciones, Carlos Bilardo.
Poco antes del mediodía, la AFA había emitido un comunicado en el que señalaba que Grondona había sufrido “una ligera indisposición cardíaca”, que había sido internado “por precaución” y que en esos momentos se lo estaba “evaluando”. El vocero de la AFA, Ernesto Cherquis Bialo, informaba entonces que “el presidente permanecerá internado al menos 48 horas en observación. Se encuentra bien y acompañado por su familia y otros dirigentes del fútbol argentino”.
En los últimos años, Grondona había sido tratado tanto en el país como en Suiza, sede de la FIFA, por problemas intestinales. Había tenido diversas complicaciones de salud en los últimos meses.
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