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Deportes|Jueves, 3 de diciembre de 2015
El título internacional todavía está lejos

Una semana más para seguir soñando

Por Miguel Hein
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Eduardo Domínguez, DT.

Con el empate de ayer, Huracán dejó pasar una inmejorable chance de encarar el partido revancha de la final de la Copa Sudamericana con algo más de aire para intentar escribir su primera página de gloria en el plano internacional. Los hinchas dejaron el Ducó con un gusto amargo, porque la consagración en tierras colombianas es aún posible, pero más difícil. Aunque este fin de año del Globo invita a seguir soñando.

El equipo de Parque Patricios empezó el 2015 con muchas expectativas. Sin embargo, su performance estuvo por debajo de lo anhelado en el primer semestre del torneo de Primera División. Tanto que la directiva del club le puso punto final al ciclo de Néstor Apuzzo y le pidió al entonces defensor y capitán del equipo, Eduardo Domínguez, que dejara su puesto en la cancha y pasara al banco de suplentes. El yerno de Carlos Bianchi aceptó el desafío y, con su arribo, Huracán comenzó otra etapa. Con algunos resultados de los que ningún hincha olvida (como la victoria en el clásico ante aquel San Lorenzo que peleaba la punta mano a mano con Boca), enderezó el rumbo en la competencia doméstica y logró el objetivo de zafar del descenso.

Pero lo mejor del Globo en el tramo final de este año llegó con su participación en la Copa Sudamericana. Arrancó eliminando a Tigre, dio cuenta de Sport Recife, pasó a Defensor Sporting y llegó al pasado más conocido: las semifinales con River. El 1-0 en el Monumental y el 2-2 en el Ducó le ubicaron ante la oportunidad de su primer título internacional, que quiere sumar a una vitrina donde descansan los doce logrados en el plano nacional, sumando los siete del amateurismo y los cinco del profesionalismo. Y los argumentos para alcanzarlo son los mismos que anoche no fueron suficientes, aunque pueden aflorar en la vuelta y se centran en sus jugadores, que en la Sudamericana mostraron el nivel que se espera. Para remarcar algunos: la solidez del arquero Marcos Díaz; la voluntad de Vismara, en un tándem con Bogado de probada eficacia; el rejuvenecido juego de Toranzo; los destellos de Montenegro; la potencia goleadora de Abila; y sobre todo la carta de desequilibrio del juvenil Espinoza, que Huracán no encontraba desde la rápida partida del Pity Martínez. Es cierto, tal vez el estilo de juego no es aquel glamoroso del campeón del 73 con Menotti a la cabeza ni con el del subcampeón de 2009 que dirigió Cappa. A Independiente Santa Fe nada de esto le importó, hizo su negocio y dejó a Huracán con sensación de amargura, que puede cambiar a dulce la semana que viene.

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