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Dialogos|Lunes, 7 de diciembre de 2015
João Feres Jr., politólogo de la Universidad de Río y analista de los medios brasileños

“Aunque los medios tratan muy mal a Cunha, quieren el impeachment de la presidenta”

Feres analiza la concentración de la propiedad de medios en Brasil en manos de unas pocas familias conservadoras que han apoyado los golpes y los gobiernos neoliberales. Ahora el objetivo es la destitución de Dilma Rousseff y destruir a la izquierda.

Por Julia Goldenberg
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Frente a la concentración de los medios de comunicación brasileños como factor determinante para la política de ese país, la Universidad de Río de Janeiro (UEFRJ) desarrolló algunas herramientas de investigación para analizar los discursos de los poderes mediáticos. El Manchetômetro es una plataforma virtual que presenta un análisis de los principales periódicos brasileños que refieren a determinados temas, tales como la gestión de Dilma, el PT y la oposición. El coordinador del proyecto, João Feres Jr., politólogo, profesor y vicedirector del Instituto de Estudios Sociales y Políticos (IESP) de la Universidad de Río de Janeiro, analiza la función de los medios en la arena política de Brasil.

–¿Qué es el Manchetômetro?

–Es un sitio que analiza la cobertura periodística de la política brasileña, realizada por los principales periódicos de Brasil, es decir, los más importantes para la opinión pública. O Globo, Folha de S. Paulo y Estado de Sao Paulo, además del noticiero televisivo Jornal Nacional, que es el que tiene la mayor audiencia en Brasil. Nosotros analizamos toda la cobertura que realizan estos periódicos. A cada noticia le atribuimos un valor: contrario, favorable o neutro respecto del objeto que tratan y así podemos evaluar cuál es la línea que manejan de acuerdo a tal o cual candidato, o de acuerdo a tal o cual partido político, o bien de la economía. Estos datos se clasifican de acuerdo al tema tratado: si el contenido es favorable, contrario o neutro se le asigna un valor. Estamos realizando este trabajo desde comienzos del 2014, lo cual nos ha proporcionado datos muy valiosos.

–¿Qué los lleva a realizar este sitio?

–La tradición de los estudios académicos sobre los medios de comunicación, en Brasil, muestra que los principales medios tienen una tendencia muy fuerte por inclinarse a la derecha. Cuando analizamos en profundidad la función de los medios pudimos evaluar una cobertura mediática muy tendenciosa, contra el PT y contra toda la izquierda. Sin embargo, se trataba de trabajos muy puntuales que se realizaban con una metodología muy sencilla. En cambio, la idea del Manchetômetro es poder analizar datos y hacer que las personas que siguen el sitio puedan efectuar un análisis de la cobertura diaria sobre estos temas, desde una perspectiva crítica.

–Si el proyecto surgió durante el año electoral, ¿qué función cumple actualmente?

–Estamos realizando el análisis de la cobertura después de las elecciones. Hay mucho para analizar: la cobertura de los escándalos de corrupción, la cobertura de la gestión de la presidenta, la de los principales políticos de la oposición. Hay un valor post-electoral para este tipo de análisis. Los medios brasileños están demasiado concentrados y no es como en Argentina, donde existen alternativas; en Brasil todos los grandes medios son opositores. Además realizan coberturas muy tendenciosas, violando recursos del periodismo más básico. Nuestra idea es generar datos concretos para poder discutir con el poder mediático que provee información muy sesgada. Este sitio cumple el papel de dar herramientas a las personas para que puedan analizar críticamente la cobertura de los medios, para contraponer la realidad que viven y la información que leen cotidianamente.

–De acuerdo al análisis realizado en el período electoral 2014, Dilma logró superar a su rival con todos los medios en contra. ¿Cómo explica esto?

–Es que justamente, en Brasil, es durante el período electoral donde el monopolio de comunicación de los medios y la acción de los medios se quiebra. Entonces, es en ese momento, cuando los partidos políticos y sus representantes pueden comunicarse con la población, aunque no de forma contundente. Por medio de la propaganda electoral, se abren nuevos canales de comunicación entre los candidatos y la población. En Brasil, durante el período de campaña, que dura tres meses antes de las elecciones, todas las televisiones y radios se ven obligadas a abrir un espacio para la propaganda política, donde el mensaje de los candidatos busca llegar directamente al electorado. Así, en este período, los medios de comunicación dejan de monopolizar los discursos. Eso explica por qué Dilma en ese momento pudo comunicarse con la gente, contarle a la población las cosas positivas de su administración. Es mucho peor después de las elecciones, porque acaba la comunicación directa entre los mandatarios y el pueblo, y la política se vuelve completamente dependiente del monopolio de comunicación.

–¿Considera que es posible gobernar Brasil con un gran porcentaje de titulares negativos?

–Es complejo porque incluso la cobertura de la economía es muy negativa. Nosotros logramos demostrar, con los análisis que realizamos, que la cobertura sobre la economía brasileña es tendenciosa y pesimista mucho antes de que comenzara la crisis. Entonces, pudimos constatar que los medios siembran un clima negativo, de crisis económica, antes de que la crisis efectivamente ocurra. Es una herramienta clave para atacar al gobierno. Los empresarios, los políticos y la clase media son los principales lectores de estos medios y la expectativa económica de los empresarios está muy influenciada por la forma en que se cubre mediáticamente el panorama económico. El problema es que el PT siempre fue tibio con las políticas que llevarían a limitar a los medios. No hicieron nada al respecto y lo están pagando muy caro. El trabajo continuo de los medios sobre la opinión pública produjo un desastre en Brasil y el PT no contaba con eso. Ahora reina un discurso liberal, de desprecio a la política y al Estado. Los medios lograron instalar este discurso mucho más allá de la clase media y la clase alta. Este discurso penetró todas las clases sociales. Lograron convencer a los más vulnerables de que el gobierno del PT es la razón de sus peores males, cuando en realidad es lo contrario.

–De acuerdo a los análisis realizados, ¿cuál es la estrategia de los medios respecto del PT?

–El análisis que realizamos en el Manchetômetro muestra que la cobertura del PT es más negativa que la cobertura que hacen de la gestión de Dilma. El ataque al PT es una cosa sistemática, aún peor que con Lula que es la persona a la que más odian. La destrucción del PT en las noticias es desmedida como si fuese el peor partido del mundo, el más corrupto, etc.

–Es notable que si uno mira los escándalos de corrupción, como por ejemplo la operación Lava-Jato, el PT no es el partido con más funcionarios involucrados.

–¡No, claro! Es el PP el partido más involucrado. La forma en que transmiten la información es completamente tendenciosa, enfocada fundamentalmente contra el PT. Se puede medir este impacto por medio de encuestas: el PT era el partido más popular de Brasil, bueno, sigue siéndolo aunque cayó mucho su imagen, casi a la mitad.

–Luego del escándalo de Veja y las disculpas de O Globo por algunas mentiras que difundieron sobre Lula y Dilma ¿ustedes investigan de forma diferencial la información falsa que circula en los medios?

–Nosotros no investigamos esto específicamente. No podemos chequear si las cosas que se dicen son verdaderas o no, eso requiere un presupuesto mayor, sólo podemos analizar el contenido de los textos periodísticos y asignarles un valor en relación al tema que tratan. Estamos empezando a analizar los medios digitales. El Manchetômetro es una herramienta, el comienzo de un mecanismo de análisis de los medios, pero es necesario estudiar en profundidad todo esto. Es cierto que O Globo publicó una errata admitiendo que mintió sobre el hijo de Lula. Este tipo de publicaciones, se debe a que en Brasil se sancionó recientemente la ley que regula el derecho de rectificación o respuesta cuando un medio publica información ofensiva o falsa. Entonces las personas que son víctimas de este tipo de publicaciones, ahora pueden demandar a los medios en la justicia. Así, los medios se ven obligados a rectificar la mentira que publicaron y esto permitió poner un límite a la información engañosa que circula. Antes, podían destruir a una persona con una noticia sin responsabilizarse de ninguna manera. La rectificación de O Globo tiene que ver con que la ley ya está poniendo límites. También están los casos de las revistas Veja o Época, que también son revistas acostumbradas a atacar personalidades de la izquierda y gracias a esta ley ya no pueden publicar información falsa.

–¿Considera que estos mecanismos legales pueden contribuir a una moderación de la opinión pública o bien los grandes medios siguen marcando la agenda?

–Los grandes medios siguen marcando la agenda. Esta ley que te mencioné antes fue propuesta por un parlamentario del PMDB de izquierda, un caso raro dentro de este partido. Pero más allá de este caso no hay mucha voluntad política de articular propuestas de leyes de regulación de los medios. Lo que existen son movimientos sociales, movimientos de periodistas que se preocupan por esto, pero no han logrado una propuesta legislativa fuerte para llegar al punto de proponer medidas legales consistentes. En Brasil, el proceso para establecer alguna ley que pueda operar en profundidad, está muy limitado. Además, creo que hay una crisis muy fuerte en el modelo de financiamiento de los medios en el mundo. Los medios perdieron mucho presupuesto ya que la propaganda ha cambiado, porque en Internet funciona diferente. Los medios brasileños están despidiendo periodistas todos los días ya que están perdiendo el presupuesto que provenía de la publicidad. Esto se debe a que la publicidad que figura en los medios digitales, generalmente entra a través de Google ads y la mayoría no se destina a los medios digitales, entonces la plata que antes iba para financiar la producción de noticias, ahora está destinada a otro tipo de sitios: sitios de venta de ropa, wikipedia por ejemplo, es decir, sitios más variados. Entonces, los medios digitales no cuentan con un presupuesto suficiente para pagarle a los periodistas y generar contenido. Mientras los medios tradicionales, ahora en profunda crisis financiera, conservan el monopolio de la producción de contenido periodístico, acá y en otras partes del mundo. En este sentido, existe una crisis muy fuerte del sistema de generación y circulación de información en nuestras sociedades, y no es claro que la crisis vaya a resolverse. En Brasil, como tenemos una fuerte concentración de los medios en manos privadas, de pocas familias de inclinación conservadora, las cosas son aún peores. Cuando más amenazados se sienten, más radicales se vuelven.

–¿Considera que los medios pueden ser un espacio de resistencia para la población frente a gobiernos conservadores?

–Es cierto que los periodistas en general se arrogan el lugar de ser los defensores del pueblo frente a los gobiernos, pero esto está determinado por los intereses de cada grupo mediático. Los grandes medios brasileños, apoyaron históricamente tanto a los gobiernos de la dictadura militar como a los gobiernos neoliberales de Fernando Collor y Fernando Henrique Cardoso. Antes del Golpe de ’64, esos medios, que eran propiedad de las mismas familias que los poseen actualmente, apoyaron algunos golpes contra Getúlio Vargas, Juscelino Kubitschek y João Goulart. Por último, también dieron su apoyo al golpe que liquidó la democracia brasileña y el estado de derecho por 30 años. Nosotros realizamos un análisis de la cobertura de las elecciones del ’98, cuando Fernando Henrique Cardoso estaba intentando ser reelecto y encontramos que los medios en lugar de ser críticos del gobierno que buscaba la reelección, se dedicaron a atacar al PT, que nunca había gobernado en aquella época. Entonces, en Brasil, no podemos afirmar que los medios cumplan el papel de combatir el poder instituido: son conservadores y neoliberales.

–Es interesante el análisis realizado sobre la operación Lava-Jato, ya que da cuenta de que los índices contra el gobierno incrementaron de forma brusca el día después de las elecciones, cuando Dilma fue reelecta. ¿Cómo interpreta la estrategia mediática desde entonces y hacia d{onde apunta? ¿Considera que eso es causa de la crisis institucional que vive Brasil hoy?

–Una de las causas de la crisis institucional es ciertamente el tratamiento realizado por los medios de lo que es la operación Lava-Jato. Además, existe cierta disposición de la oposición a realizar un golpe institucional aprovechando la debilidad política de Dilma. El juego que armaron es que la presidenta, por haber ganado por pocos votos, no tiene legitimidad. Con este argumento buscan por todos los medios destituirla, con el juicio político y todo tipo de operaciones deslegitimantes. Esto se suma a una fatalidad histórica que es la elección del ultra conservador Eduardo Cunha, del PMDB, para la presidencia de la Cámara de Diputados. Cunha también está involucrado en el escándalo de corrupción Lava-Jato. El problema es que abrió la posibilidad de aceptar un pedido de impeachment contra Dilma a cambio de preservar su cargo. Aunque los medios tratan muy mal a Cunha, quieren el impeachment de la presidenta, entonces las cosas se complican. No sé de qué lado estarán los medios pero intuyo que van a atacar Cunha al mismo tiempo que intentarán sostener la validez del impeachment. La operación Lava-Jato es sumamente compleja. Los medios cumplen un papel importante en el asunto, pero esto excede ampliamente el conflicto mediático. La inestabilidad responde a un diseño particular de las instituciones brasileñas contenido en la Constitución de 1998, conocida como la “Constitución Ciudadana”. El problema central es que las instituciones políticas, el ejecutivo y el legislativo, tienen demasiados controles externos mientras que el poder judicial y el Ministerio Público son prácticamente independientes y no existe ninguna supervisión externa, es decir es un sistema muy poco democrático. El Poder Judicial y el Ministerio Público no reciben ningún tipo de control, entonces los jueces hacen lo que quieren. El juez federal de Paraná, Sergio Moro, que lleva adelante la causa Lava-Jato, quiere hacer campaña y busca arrogarse una imagen de héroe de la patria. A través del Ministerio Público, este juez comenzó una cruzada contra la corrupción. El problema ahora son los excesos y la violación de ciertos principios legales: por ejemplo, existe una ola de chantaje para que los acusados confiesen y delaten a otros. Para zafar hay que acusar a otros. En este proceso los medios tienen un rol muy importante porque hacen un trabajo de investigación, suman fuentes de información y realizan acusaciones que derivan en el sistema judicial. Esto ha generado un ciclo terrible de persecución. Tal es el caso de Italia donde este proceso llevó al país al caos institucional, poniendo en crisis la democracia y dejándola en manos de la derecha. Estos escándalos de corrupción terminan siempre con la derecha en el poder que, paradójicamente, es el sector más moralista y en realidad es el más corrupto. Es necesario combatir la corrupción en la izquierda y la derecha sin sacrificar la política en nombre de la moral.

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