“Uno no puede estar toda la vida diciendo lo que hay que hacer y el día que te dicen: ‘hacé algo’, decir no, prefiero quedarme en el lugar de la crítica, a mí no me sale, o quedarme pasándole el plumero al currículum. Así que acá estamos, dentro de dos años vamos a ver.” La pedagoga Adriana Puiggrós acaba de asumir como directora de Escuelas de la provincia de Buenos Aires. Será la encargada de administrar 7691 millones de pesos, el 34 por ciento del presupuesto provincial, para atender a 4,5 millones de alumnos y 260 mil docentes. Todo es monumental en la escala bonaerense y de allí el impacto de los cambios que se produzcan. Califica como un “enorme error” la aplicación de la reforma educativa de los ’90 –paradójicamente encabezada por la actual vicegobernadora Graciela Giannettasio– y anticipa que el año próximo –cuando se vuelva a una primaria de seis años y a una secundaria de otros seis– habrá una hora más de clases para los adolescentes, que para ser maestro o profesor habrá que estudiar ya no tres sino cuatro años a partir del 2007, que espera que la paz reine en la relación con los gremios y que está gestionando con algunos bancos públicos la posibilidad de sacar líneas de créditos blandos para los docentes.
Si algo tiene Adriana Puiggrós son pergaminos como pedagoga. Hija de un intelectual que, proveniente del marxismo, Rodolfo Puiggrós, se sumó al proyecto del camporismo en los ’70, durante ese breve interregno ella fue decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Exiliada en México, se doctoró en Pedagogía y con el retorno a la democracia fue diputada nacional por el Frepaso y secretaria de Ciencia y Tecnología el fallido gobierno de la Alianza. Desde hace más de un año estaba asesorando a Mario Oporto, el saliente ministro de Educación del gobernador Felipe Solá. Ahora tendrá el desafío de convertir en hechos los cambios propuestos.
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