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Discos|Miércoles, 11 de junio de 2003
RADIOHEAD Y BLUR EDITARON DISCOS EN SIMULTANEO

Las otras joyas de la corona

“Think Tank” y “Hail to the thief” representan bien el momento de dos grupos fundamentales del pop de los ‘90. Blur está embarcado en una búsqueda de identidad, Radiohead consolida un historial heterogéneo.

Por Eduardo Fabregat
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En “Hail to the thief”, Radiohead hace uso de varias tendencias presentes en discos anteriores.
Puede servir como un informe de situación desde el frente musical británico. Con Pulp virtualmente disuelto y Oasis en año sabático (aunque ya los Gallagher afirmaron que están componiendo y, por supuesto, sus canciones son las mejores que han visto la luz en el planeta), la edición en sincro de los nuevos discos de Blur y Radiohead exige, al menos, parar la oreja. Más que de testear la salud del brit pop en términos de marketing, hay una legítima curiosidad por lo que estos músicos, figuras capitales de la música inglesa de estos años, veteranos de la escena que parecen haberlo visto y vivido todo, tienen para decir.
Sus realidades son bien diferentes. Los de Oxford arrancaron el nuevo siglo achicando las esperas y editando tres discos en tres años (Kid A, Amnesiac y el EP en vivo I might be wrong). Los londinenses, en tanto, dejaron digerir largamente su experimental 13 (de 1999) con un Greatest hits. Una apuesta conservadora pero necesaria: en los últimos tiempos Blur tuvo más dudas que certezas, relacionadas con cuestiones de identidad. En primer lugar por la partida de Graham Coxon, dueño de un particular estilo en la guitarra y por ello capaz de imprimirle su sello al cuarteto. Pero también por los inevitables devaneos disparados en el cantante Damon Albarn a partir de su éxito planetario con Gorillaz: ¿Cómo dejar de ser un cartoon y volver a ser el frontman carne y hueso de un grupo con sonido bien definido, más allá de sus experimentaciones? Think Tank debe lidiar con esas cuestiones, y acepta la apuesta, y gana y pierde. “Jets”, por ejemplo, logra borronear las líneas que lo unen al experimento de los dibujitos remarcando el aire de zapada, así como “Good song” y “On the way to the club” aparecen poseídas por un espíritu Parklife –lo que devuelve al grupo a terreno sólido– y el incandescente “We’ve got a file on you” rescata el espíritu punk de unos tipos tocando en un cuartito.
Pero ante ese panorama, ante algunas canciones carentes del gen-Blur, ciertas decisiones tienen su lado flojo. Para una banda que está lidiando con su identidad no parece sensato convocar a Norman Cook, más conocido por Fatboy Slim, para que haga de “Crazy beat” algo más parecido a uno de sus remixes que a un tema de Blur. De todos modos, Albarn, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree encuentran en Think Tank las maneras de brillar, como en la perfecta melancolía de “Sweet song” o en los aires más enfermitos de “Out of time” y “Caravan”. Suficiente para una obra que no integrará el selecto grupo de grandes discos de Blur, pero a la que no se le puede negar el intento de vitalidad.
Radiohead, por su parte, cuenta con el capital de una identidad bien afirmada, que superó las instancias de banda indie-megagrupo de estadios-músicos alienados y puede darse el lujo de editar un disco que conjuga bien los diferentes instintos expresados en un OK Computer o The bends y un Kid A o Amnesiac. Aquellos que se espantaron por los “excesos” de experimentación del nuevo siglo encontrarán en Hail to the thief las medidas justas de los mejores Radiohead. Y lo encontrarán de inmediato, en una apertura con “2+2 = 5” que va de la manipulación tecnológica a un urgente rock de guitarras. “Me voy a quedar siempre en casa, donde dos y dos siempre suman cinco”, canta Thom Yorke, que de todos modos se pasa de rosca con tanto autoexamen hogareño al llevar la oscuridad de “We suck young blood” al borde de la incitación al suicidio.
En el bloque de “canciones peligrosas” puede incluirse a “Backdrifts”, la inquietante “The gloaming”, o la contracturada “Myxomatosis”: hijas naturales de Kid A que vienen a recordar que Yorke, los hermanos Jonny y Colin Greenwood, Ed O’Brien y Phil Selway no son gente que se asuste de asumir riesgos al borde de un abismo con forma de consola de sonido. Porque, además, en la otra mano traen bellezas como “A punchup at a wedding” o “Sit down. Stand up”, melodías de guitarra limpia que invitan a la audición nocturna como “Scatterbrain”, y reflexiones existenciales sobre baterías sincopadas y ondas martenot (ese “instrumento” que no se toca, sino que altera frecuencias) como “Where I end and you begin”. Todoello, coloreado con un arte que llama a mil interpretaciones y estados de ánimo, notable diferencia entre tanto concepto predigerido.
Un último dato termina de hermanar a Blur y Radiohead, dos bandas capitales de los ‘90 que empiezan a construir otro camino: tanto Hail to the thief como Think Tank se erigen como manifiestos en contra de las políticas de George Bush Jr. y su amigo Tony Blair, otrora visto por la cultura británica como un personaje aceptable y propulsor de un cambio. El desencanto también puede ser traducido en arte.

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