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Economía|Jueves, 17 de abril de 2008
LAS PREOCUPACIONES DE LOS EMPRESARIOS ARGENTINOS QUE EXPORTAN O SE ASOCIAN CON VENEZUELA

Recelos tras la estatización de Sidor

El activo proceso de generación de negocios en territorio venezolano para los industriales argentinos tuvo, de pronto, un llamado de atención tras el episodio Sidor. Demoras en la gestación de proyectos de cooperación ya acordados.

Por Cledis Candelaresi
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Hugo Chávez y Cristina Kirchner. Una relación que promete, pese a las actuales dificultades.

Tal como lo prueban las estadísticas, exportar a Venezuela resulta relativamente fácil para las empresas argentinas, pero hacer negocios conjuntos o invertir en el territorio caribeño no lo es tanto. Muchos proyectos que hace un año germinaban vigorosamente al amparo de acuerdos binacionales hoy están muy demorados o virtualmente congelados. La anunciada estatización de Sidor, siderúrgica liderada por Techint, generó reparos adicionales a los que ya tenían algunos inversores locales, que nunca dejaron de mirar a Hugo Chávez con cierto recelo.

Hace un año, la visita de técnicos de Pdvsa a Buenos Aires estimuló la adrenalina de los fabricantes de equipos de gas natural comprimido. Siempre bajo el paraguas de acuerdos de cooperación que firmaron los gobiernos, se generaban dos posibilidades muy seductoras.

En su afán de modificar su matriz energética e inducir a la población a consumir más gas y menos combustibles líquidos, la administración chavista está dispuesta hasta a regalar los equipos de GNC para particulares y a imponerlos en todo el transporte público de pasajeros. El mercado que se abría era enorme y valía la pena disputárselo a los italianos que intentaban tener su parte.

Parte de esas ventas ya está en marcha. Pero el renglón más ambicioso de aquella iniciativa era conformar sociedades conjuntas con la petrolera estatal para fabricar en territorio venezolano. Las condiciones de esos joint ventures –quedaba en claro– las impondría Pdvsa. La realidad es que no se avanzó y el grupo de empresas locales abocadas a ese emprendimiento se redujo al cuarteto de firmas más grandes y dispuestas a correr el riesgo. Tomasetto Achile, Astro, Galileo o Inflex quedaron en pie, aunque angustiadas por algunas fantasías.

Tal como confiesan en riguroso off the record los empresarios, uno de sus temores es que una vez que aquel país tenga el know how, se quede con todo a través de una estatización inapelable. Otro temor es no poder repatriar el capital y ni siquiera las utilidades. La suerte de Techint en Sidor los puso más nerviosos y la semana pasada analizaron conjuntamente el tema en la cámara que los agrupa.

Más firme parece estar la provisión de colectivos propulsados a GNC y con aire acondicionado que se dispone a hacer desde territorio bonaerense Tatsa. Recientemente, se avanzó en la firma de un acuerdo para exportar entre 60 y 100 unidades a 145 mil dólares cada una. La empresa local se entusiasma con esa precisión y deja en el olvido que, tiempo atrás, el plan anunciado para la fábrica radicada en San Martín sumaba un millar de coches.

Argentina sigue exportando y los aproximadamente 1000 millones de dólares de ventas anuales son suficientes para ir acrecentando el saldo a favor. Asociados con el INTA, Los Grobo no estarían teniendo grandes dificultades para exportar a Caracas tecnología agropecuaria. Pero menos despejado es el horizonte para los productores de maquinarias agrícolas, uno de los rubros más dinámicos del último tiempo.

En función de los acuerdos entre las naciones, estas compras deben ser costeadas por un fideicomiso que se integra con los pagos que hace Argentina por el combustible que le compra a Venezuela. En otros términos, lo que paga el Estado argentino sirve para que el Estado venezolano importe bienes de la industria argentina. El fondo está activo, pero con algunas dificultades operativas: aún no está formada la comisión mixta que debe administrarlo. Y el dato no es menor, si se tiene en cuenta que en él se mueven anualmente no menos de 200 millones de dólares.

Eso genera en los productores locales de maquinarias tanta incertidumbre como las decisiones chavistas sobre el capital. Por ello, y a semejanza de los fabricantes de equipos de GNC, congelaron los proyectos para radicarse en Venezuela y fabricar allá.

Tampoco avanzó, tal como se advirtió en anuncios públicos, en la conformación del Banco del Sur ni en el programa financiero que iban a instrumentar, conjuntamente, el Bndes y el Banco Nación. Todo en marcha, pero a paso muy, pero muy lento.

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