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Economía|Martes, 23 de septiembre de 2008
Goldman Sachs y Morgan Stanley dejan de ser bancos de inversión, como condición para su rescate

Los dos últimos ejemplares de la especie

La crisis financiera terminó devorándose a todo un sector emblemático del sistema financiero norteamericano: la banca de inversión. El megapaquete de salvataje sigue en debate, pero se acentúan las dudas. Muchos aplauden, pocos acompañan.

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Las autoridades estadounidenses se esfuerzan en lograr consenso para el plan de ayuda a los bancos.

Antes de que hicieran crac los convirtieron en algo útil. Los últimos dos grandes bancos de inversión que quedaban en Wall Street ya fueron puestos bajo el ala gubernamental. La Reserva Federal aprobó ayer la transformación inmediata de Goldman Sachs y Morgan Stanley a entidades comerciales. De esta manera, ambas firmas se verán ahora beneficiadas de las inyecciones de liquidez que la administración Bush hace sobre este tipo de bancos, pero deberán cumplir con las regulaciones como todo hijo de buen vecino. Por su parte, el Congreso de los Estados Unidos sigue debatiendo contrarreloj el megasalvataje que presentó el viernes pasado el gobierno para quedarse con las acciones incobrables ligadas al sector hipotecario de alto riesgo. Mientras, la FED volvió a inyectar unos 95.000 millones de dólares en el sistema bancario, vía refinanciamiento de rutina.

Las autoridades del Grupo de los Siete (G-7) países más poderosos del planeta celebraron la intervención oficial, pero zanjaron diferencias con el impacto y la responsabilidad norteamericana en la crisis, tras sostener que “no complementarán” el paquete con un esfuerzo similar. La euforia con que los mercados cerraron la semana pasada se desvaneció ayer, dando lugar a una toma de ganancias de parte de los inversores que esperan el resultado de las deliberaciones legislativas. En tanto, el dólar registró su peor caída frente al euro, a 1,4818, desde el lanzamiento de la moneda comunitiaria en 1999, ante el temor de que el déficit presupuestario de Estados Unidos empeore con la propuesta de salvataje.

El gobierno estadounidense dio por terminado el reinado de los bancos de inversión independientes. Ese grupo de entidades gozaba hasta ayer de amplias libertades para asumir riesgos, dado que no ofrecían servicio a clientes comunes, como ahorristas. Pero la crisis develó el riesgo de este tipo de compañías y la incertidumbre sobre sus actividades condujeron a una corrida y posterior quiebre en “dominó” de las firmas.

En marzo, el quinto mayor banco de inversión, Bear Stearns, tuvo que acceder a una adquisición hostil por parte del consorcio financiero JP Morgan. El cuarto más grande, Lehman Brothers, se declaró en quiebra y el que fuera el tercer mayor banco, el Merrill Lynch, fue adquirido por el Bank of America. Hasta ayer quedaban sólo Morgan Stanley y Goldman Sachs en pie.

La Reserva Federal puso ayer a esos dos últimos bancos de inversión bajo la “red de seguridad oficial”. Ambos serán regulados por la FED. La decisión del banco central estadounidense tiene además el carácter de urgente, por lo que se suprimirá el período habitual de espera de cinco días. Al convertirse en bancos comerciales, las dos entidades podrán aceptar depósitos de particulares, lo que mejorará sus finanzas, y obtendrán acceso permanente a la ventanilla de redescuentos (préstamos de corto plazo que otorga el banco central a entidades financieras). Como contrapartida, deberán cumplir con las regulaciones que existen sobre esos bancos. Por ejemplo, tendrán que mantener un mayor nivel de reservas (encajes) en sus balances. Hasta el momento, eran (mal) controlados por la Comisión del Mercado de Valores (SEC, por su sigla en inglés).

A partir de hoy comenzará ese proceso a través del cual Goldman derivará activos hacia una entidad llamada GS Bank USA, desplazando a Wachovia como el cuarto mayor “holding” bancario del país. En cuanto a Morgan, que en las últimas semanas negociaba una posible fusión con un banco, su conversión le conferirá “máxima flexibilidad y estabilidad para buscar nuevas oportunidades de inversión a medida que el mercado sufre profundos cambios”. Este último alcanzó ayer un principio de acuerdo con Mitsubishi UFJ, el mayor banco japonés, para venderle una participación de la firma de entre el 10 y el 20 por ciento. La posible fusión se conoció minutos después de que se autorizara la transformación en bancos comerciales. Pese a la noticia, las acciones de Morgan perdieron 0,5 por ciento en Wall Street.

A pesar de estar fuera de carrera los principales operadores de deuda de alto riesgo, el contagio sigue cobrándose víctimas. La diversificación de las pérdidas es tal que bancos “aparentemente sólidos” se ven perjudicados por tener en cartera activos vinculados con el sector hipotecario. Es por eso que el titular de la FED, Ben Bernanke, se abocó por completo a hacer el “lobby” que sea necesario para que el Congreso apruebe esta semana un paquete de rescate que se inicia en 700.000 millones de dólares, pero que se estima redondee el billón de dólares. Con ese dinero, la administración Bush comprará la deuda de “baja calidad”, especialmente hipotecaria, que lastra las cuentas de las instituciones financieras. El mandatario estadounidense agregó presión sobre los legisladores al afirmar: “Todo el mundo nos está observando”.

Las autoridades esperan al menos contar con un borrador consensuado en el Capitolio. El proyecto podría aprobarse recién el fin de semana. “Estamos en una situación muy seria, por eso es que el Congreso debe moverse rápido”, exhortó el secretario del Tesoro, Henry Paulson. La Cámara baja puede votar el paquete mañana o pasado, mientras que al Senado puede llegar el viernes.

La propuesta recibió el visto bueno de las autoridades del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) a las “extraordinarias acciones” encaradas por Bush. En un comunicado, ese número de países presentó su apoyo, aunque luego descartaron que vayan a acompañar la iniciativa con un esfuerzo de igual envergadura. Los países miembro rechazan complementar, con medidas similares, el paquete de ayuda estadounidense para paliar la crisis financiera. La Cancillería alemana rechazó participar en el plan global de rescate. “Para nosotros existen diferencias tanto en la responsabilidad como en los efectos”, indicó Ulrich Wilhelm, vocero de la Cancillería.

El cruce de noticias signó de volatilidad al mercado mundial. La Bolsa neoyorquina finalizó con un retroceso de 3,3 por ciento en el índice Dow Jones. Europa finalizó también con toma de ganancias. Por su parte, el dólar retrocedió por cuarto día consecutivo para finalizar ayer en 1,4818 por euro. La contrapartida fue un incremento en el precio de los commodities (ver aparte).

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