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Economía|Jueves, 25 de septiembre de 2008
Resistencia en el Congreso al plan de rescate de bancos de Bush, Paulson y Bernanke

Troika de busheviques sin consenso

Demócratas y republicanos no apoyarán tal como fue presentado el multimillonario programa del Estado para el salvataje de Wall Street. Los mercados bursátiles registraron retrocesos y el temor es que se gatille una nueva ronda de quiebras de bancos.

Por Cristian Carrillo
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Henry Paulson, secretario del Tesoro, y el “independiente” Ben Bernanke, de la Fed, juntos para salvar a los bancos.

El tratamiento del paquete de salvataje en el Congreso estadounidense se convirtió en una puja electoral. Por un lado se encuentra la urgencia del presidente Bush, acompañado del secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el titular de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Los tres mosqueteros del nuevo intervencionismo americano volvieron a defender el megaplan por 700.000 millones de dólares para aliviar “lo antes posible” la situación en ese país. El mandatario salió a convencer anoche en cadena televisiva a los ciudadanos sobre la “robustez” del programa de salvataje (ver aparte). Más temprano, Paulson y Bernanke hicieron lo suyo en una segunda exposición en el Congreso. En tanto, los legisladores demócratas insisten en el riesgo que implica “entregar un cheque en blanco” al Departamento del Tesoro. Los legisladores opositores hicieron hincapié sobre tres puntos: los contribuyentes no deben ser los únicos que paguen la cuenta, adoptar medidas en favor de los que buscan acceder a la vivienda propia y crear un organismo de contralor para supervisar la actividad del Tesoro. En el medio de ese fuego cruzado, el mercado buscó resguardo. Los principales índices de Wall Street cerraron con resultados dispares, mientras que en Europa las caídas fueron generalizadas.

Las pérdidas por la crisis hasta el momento suman 1,3 billón de dólares, según el Fondo Monetario Internacional, y la situación comienza a hacerse sentir en la economía real (ver aparte). Mientras, los responsables de los principales bancos centrales del mundo continuaron bombeando recursos a un sistema bancario en ruinas.

El mercado no parece dispuesto a esperar que se discuta la letra chica del plan de salvataje elaborado en Washington y la inquietud puede apresurar otra seguidilla de quiebras. La administración Bush no desconoce ese peligro y busca tener listo cuanto antes el programa para ponerlo en marcha. Ayer a la noche Bush pronunció un mensaje a los ciudadanos de ese país para que “comprendan de manera completa la profundidad de la crisis” financiera. Por la mañana ya había defendido el “robusto” plan para sanear a las entidades infectadas por la deuda de mala calidad.

El discurso oficial cambió sustancialmente en los últimos días. El mismo Bush afirmaba no hace mucho que su economía era sólida y lo suficientemente flexible para adaptarse al nuevo escenario. Ahora, con la desaparición de los otrora poderosos bancos de inversión, reconoce que su economía está al borde del colapso y necesita urgente “cirugía mayor”. En el recorrido de las fortalezas a las debilidades colaboraron sus más cercanos laderos: Paulson y Bernanke. El titular de la Fed insistió en que la crisis agravó la situación ya delicada de la economía más grande del mundo. Fue durante la segunda comparecencia consecutiva ante el Congreso. El argumento volvió a ser el mismo: “Si no se hace nada, las cosas se pondrán mucho peor”.

Sin embargo, los miembros del Comité Económico Conjunto de ambas cámaras recibieron la presentación de Bernanke con la misma mezcla de duda e incomodidad que demostraron en la víspera los senadores de esa bancada. “Los contribuyentes están muy enfadados”, interrumpió el senador republicano Sam Brownback. Desde el oficialismo como desde la oposición la percepción es de “completa irresponsabilidad”. El Partido Demócrata, por su parte, insistió en ir por etapas. Además ponen condiciones de alcance y supervisión para aceptar el proyecto. “Nuestro proceso legislativo está lleno de toma y daca”, sintetizó ayer el propio presidente Bush.

El resto del mundo, mientras tanto, mira cómo se juega ese partido en el que los intereses electorales cumplen un rol protagónico. Los principales bancos centrales adoptan estrategias conjuntas para aliviar el impacto de la crisis, que ya provocó un costo financiero de 1,3 billón de dólares. La Fed acordó con otros cuatro bancos centrales efectuar nuevas inyecciones de liquidez. El nuevo acuerdo contempla a los organismos monetarios de Australia, Dinamarca, Noruega y Suecia, a través de los cuales se inyectaron ayer 30.000 millones de dólares al sistema. Por su parte, el Banco de Japón dispuso 14.100 millones de dólares en yenes, mientras que anunció para la semana que viene la primera subasta en moneda estadounidense. Es la primera vez que realiza una operación de refinanciación en dólares. El Banco de Inglaterra ofreció otros 40.000 millones de dólares, mientras que Francia convocó a una cumbre de emergencia del G-8 para analizar una solución a la crisis financiera.

La respuesta del mercado fue de “absoluta vigilia”. En Wall Street hubo una alta cuota de volatilidad y finalizó con movimientos leves. El Dow Jones quedó 0,3 por ciento abajo y el Nasdaq 0,1 arriba. La cuota semanal de respiro se la dio el multimillonario Warren Buffet, quien decidió comprar 5000 millones de dólares en acciones del tambaleante banco Goldman Sachs. Las plazas accionarias europeas cerraron con tendencia vendedora: Londres retrocedió 0,8 por ciento; Francfurt, 0,3; y París, 0,6. Las bolsas asiáticas, en cambio, respondieron a la avanzada japonesa sobre los bancos estadounidenses (ver aparte) y cerraron con ganancias moderadas, de medio punto en promedio.


El FBI empezó a investigar

Los gigantes financieros rescatados por la administración Bush enfrentan un nuevo revés. Los principales bancos de inversión de Wall Street se encuentran bajo investigación por un presunto fraude en el negocio de las hipotecas de alto riesgo. Fannie Mae y Freddie Mac, la aseguradora American Internacional Group (AIG), junto a la quebrada Lehman Brothers, están bajo la lupa del FBI, lo que supone una nueva ramificación en la grave crisis que atraviesa el sector financiero. Por su parte, la situación empezó a mostrar sus síntomas en el sector real de la economía estadounidense. La compañía automotriz Chrysler obtuvo una pérdida neta de 400 millones de dólares en lo que va de este año. Tal como advirtió el titular de la Reserva Federal, Ben Bernanke, la crisis está suponiendo “un freno significativo adicional al crecimiento”. Las ventas de Chrysler retrocedieron en lo que va del mes un 24 por ciento. La empresa “ha reducido costos, pero todavía pierde dinero”, informó una alta fuente de la compañía que ayer presentó tres prototipos de nuevos vehículos eléctricos. La información se divulgó extraoficialmente, ya que la firma dejó de cotizar en bolsa, por lo que no tiene obligación legal de publicar sus resultados.

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