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Los conflictos que tienen en jaque a la compañía explican la demora. Pero recién en estos días Aerolíneas Argentinas y Austral cerrarán un acuerdo salarial con sus trabajadores correspondiente al 2008. La negociación está capitaneada por Julio Alak, el gerente general designado por el Estado, quien se sentó a la mesa con los gremios paladeando cierto triunfo por anticipado: difícilmente éstos comprometan el servicio con alguna medida de fuerza como recurrentemente lo hicieron bajo la gestión plena de los españoles.
La idea de los administradores de la empresa es redondear para todo el año un ajuste del 19,5 por ciento, equivalente a la pauta de mejora para la administración pública estatal. Para esto haría falta una recomposición adicional a las ya otorgadas a las distintas actividades, ajuste que promediaría el 10 por ciento, según el gremio de que se trate.
“Estamos escuchando lo que nos propone la empresa”, aclaraba ayer Jorge Pérez Tamayo, el titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas. El sindicalista tiene una historia de confrontación con la gestión de Marsans, a la que no sólo ha cuestionado públicamente en muchas ocasiones: el gremio también instrumentó la mayor parte de las medidas de fuerza que paralizaron recurrentemente el servicio en los últimos tiempos. Ahora parece tener un ánimo diferente, a pesar de que advierte que “nada está cerrado” aún.
La intención de la gerencia estatal es transformar los actuales preacuerdos en pactos firmes la semana entrante. La conducción de la empresa en vías de expropiación sabe que las subas salariales a otorgar previsiblemente no satisfarán las expectativas de los siete gremios involucrados en estas negociación, pero confía en que esto no derivará en una medida de fuerza de los trabajadores que apoyan el pase de las compañías a manos del Estado.
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