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Economía|Domingo, 26 de julio de 2009
JOSE IGNACIO DE MENDIGUREN SE MANIFESTO EN CONTRA DE UN SALARIO MINIMO UNICO, A TRES DIAS DEL CONSEJO DEL SALARIO

En la UIA creen que dar el mínimo es mucho

El dirigente industrial señaló que “en medio de la crisis no se puede unificar el salario mínimo, hay que dejar que cada sector negocie”. Sorpresa en todos los sectores por el planteo. El sentido social del salario mínimo y el riesgo de su vaciamiento.

Por Raúl Dellatorre
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José Ignacio de Mendiguren, secretario de la UIA. Un salario mínimo así de chiquitito parece ser la idea dominante.

Pese a que la reunión entre el ministro de Trabajo y el titular de la UIA, el viernes último, concluyó en términos cordiales acerca de las perspectivas para la discusión del martes próximo en el Consejo del Salario, las declaraciones que ayer largó el secretario de la UIA, Ignacio de Mendiguren, parecieron un intento de dinamitar ese mismo espacio. El dirigente textil cuestionó la idea de discutir un salario mínimo universal –-justamente el leitmotiv de la convocatoria del martes– y sugirió que “hay que dejar que cada sector en particular negocie”. “En medio de una crisis no se puede unificar”, planteó De Mendiguren para justificar su particular punto de vista.

Fuentes oficiales y sindicales se mostraron asombradas por la postura de De Mendiguren. Sobre todo después de la reunión de Héctor Méndez (titular de la UIA) con Carlos Tomada del viernes, en la que no habían surgido estas trabas. Lo más significativo, sin embargo, fue la reacción en el sector empresario, donde tampoco llegaron a entender el sentido de los dichos del dirigente de la central fabril.

Nadie quiso expresar con nombre y apellido su opinión, particularmente en el sector empresario –para evitar fisuras antes del martes–. Igualmente, desde el flanco patronal se admitía que sería muy difícil sostener en la mesa del Consejo del Salario una postura de negociación por sector, cuando “el salario mínimo, lo que plantea, es un piso para los trabajadores no convencionados, es decir los que no participan en paritarias”. Desde la propia cartera laboral ratificaban este concepto, señalando además que “la oportunidad del llamado al Consejo del Salario siempre se elige en función del período de negociaciones colectivas, para que el salario mínimo se fije una vez conocidos los convenios firmados y no reabra las discusiones”. Es decir que el salario mínimo que se acuerda siempre está en el escalón inferior del convenio más bajo, o en un nivel más bajo.

De Mendiguren formuló sus polémicas declaraciones ayer por una radio porteña. Al ser consultado sobre cuál debe ser el nivel del salario mínimo, el empresario textil se quejó de que “hoy, en dólares, es el mayor de América latina”. Lo que para muchos sería una buena noticia, para el dirigente de la UIA es una justificación para no seguir aumentando los sueldos mínimos. “Desde la explosión de la Convertibilidad hasta acá, el salario mínimo tuvo un crecimiento muy importante”, repasó. Precisó que “la industria tuvo una recuperación salarial por encima del 40 por ciento sobre la inflación de estos seis años, y en el sector servicios fue del 7 por ciento”.

Por eso, sostuvo que “el problema es cuando se quiere poner el tema salarial todo en una misma bolsa”, considerando que “hay que desagregar por sectores” la discusión. “Hay que dejar que cada sector vea su realidad” y recién entonces “dar los debates fuertes para obtener su recomposición”.

Las discusiones del salario mínimo en el consejo, práctica que se retomó con carácter anual hace ya cuatro años, no habían recogido hasta ahora un planteo de rechazo del carácter universal del piso de haberes. Lo que sí existió es una demanda, por parte de las patronales del comercio (CAC y CAME), de contemplar las diferencias de poder adquisitivo en el Sur y en el Norte del país. “No es lo mismo 1200 pesos en Jujuy o Formosa, que en Santa Cruz o Chubut”, habían argumentado el año pasado, aludiendo a que pagar el mismo costo salarial en las provincias del Norte significa un sacrificio desigual.

Tomando en cuenta que la discusión de base del salario mínimo vital es garantizar un mínimo de ingresos al trabajador que cumple una tarea de tiempo normal, argumentos como el sostenido por las cámaras comerciales sólo tendrían sentido si derivaran en un aumento del piso salarial en las provincias del Sur, donde el poder adquisitivo es más alto, y no en una baja en las del Norte. En cambio, segmentar la definición del salario mínimo por sector, negando el ajuste del mínimo a aquellos sectores con dificultades por nivel de actividad o por baja rentabilidad, sería pretender hacerles pagar parte de la crisis a los que se encuentran en el escalón más bajo de ingresos. Es decir, olvidando el sentido de garantizarle un ingreso mínimo a todo trabajador.

De Mendiguren, finalmente, refirió que “el retraso salarial está en la informalidad”, y advirtió que “cada vez la brecha es más grande” entre trabajadores formales e informales. “Siempre estamos negociando sobre el (empresario) que está formalmente inscripto, (pero) llega un punto en que no tiene nada más para dar, mientras dejamos de ocuparnos del sector más importante de la economía, que es el más grande, el que trabaja en negro. El empresario que está en orden tiene una competencia desleal, ya que el sueldo formal es el doble de la informalidad”, opinó.

Un dirigente sindical recordó ayer que “De Mendiguren proviene de un sector, el textil, que tiene los niveles más altos de marginalidad y trabajo en negro, con talleres clandestinos que trabajan para grandes marcas. La colaboración de las empresas que están en orden con las campañas contra el trabajo en negro ha sido poca o nula. La reglamentación contra el trabajo a domicilio, la forma en que se enmascara una parte de la explotación, jamás pudo legislarse por diversas presiones”.

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