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Economía|Martes, 18 de agosto de 2009
Los estadounidenses no terminan de salir de la crisis y los Bolsas acusan el impacto

El terreno todavía está resbaladizo

Nuevas cifras decepcionantes sobre el consumo y la venta a crédito ensombrecieron ayer la posibilidad de una recuperación rápida en Estados Unidos. Wall Street cayó y Obama anunció la extensión del programa de emergencia.

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Timothy Geithner y Ben Bernanke retomaron ayer la iniciativa para calmar a “los mercados”.

La economía estadounidense volvió a dar muestras de que aún no encuentra el cartel de salida para escapar de la crisis. Nuevas cifras decepcionantes sobre el consumo y la venta a crédito ensombrecieron ayer el panorama y pusieron un manto de dudas sobre la posibilidad de que el motor de la actividad mundial vuelva a reactivarse en breve. Los indicadores en Wall Street cayeron más de 2 por ciento y contagiaron a las plazas europeas. También colaboró en generar preocupación la publicación del balance de la cuenta capital, que volvió a arrojar un rojo en las cifras generales, según anunció el Tesoro norteamericano. Los responsables de la política económica de la administración Obama respondieron a esos datos anunciando la extensión del programa de emergencia que lanzó la Reserva en marzo por un billón (millón de millones) de dólares. El plan permite incentivar el crédito al consumo y el mercado inmobiliario con financiamiento subsidiado a inversores dispuestos a comprar obligaciones respaldadas con activos reales (en general, por hipotecas), gracias a los cuales los organismos de crédito se refinancian.

La jornada se caracterizó por una mixtura de datos positivos y negativos que al momento de marcar una tendencia se volcó hacia las “malas noticias”. La mayoría de los principales bancos con actividad crediticia al público en los Estados Unidos reportaron que en julio, por segundo mes consecutivo, lograron una mejora en la mora de sus carteras. No obstante, el nivel de incumplimiento continuó siendo muy alto. La entidad minorista más grande de ese país, el JP Morgan, anunció un default de 7,9 en sus préstamos, mientras que el Bank of America y el Capital One informaron un leve alza a 13,8 y 9,8 por ciento respectivamente de su cartera. Por su parte, también se conoció un estudio de la Universidad de Michigan, que revela una pérdida de confianza de los consumidores, que representan el 70 de la economía estadounidense.

Para salir de ese estancamiento la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro dispusieron, según un comunicado que difundieron ayer, extender seis o tres meses –según sus variantes– el plan de emergencia de facilidades de préstamos para valores futuros respaldados por activos (TALF, por sus siglas en inglés) que concluía a fin de este año. En marzo último la FED implementó un programa para restaurar el mercado de seguros automotores, tarjetas de créditos y préstamos para educación. En junio se extendió para cubrir hasta 100.000 millones de dólares en respaldo de activos garantizados por hipotecas comerciales. El plan implica que la FED presta a los inversores para que compren los nuevos activos ligadas a estas garantías, mientras que genera financiamiento real al sector comercial.

La decisión fue entonces extender hasta el 1º de junio del año próximo el plan de facilidades para la compra de activos con garantía en nuevos créditos destinados a alentar el consumo y la inversión. En tanto, se amplió hasta el 31 de marzo para nuevos valores respaldados por hipotecas comerciales ya emitidos o “residuales”. Mientras las condiciones del mercado financiero “han mejorado considerablemente en los meses recientes”, estos activos “están siendo aun perjudicados y parecen que se quedarán así por algún tiempo”, señala el comunicado de ambas autoridades. El banco central que conduce Ben Bernanke informó que no tiene en sus planes hacer lo mismo con otros tipos de activos secundarios, descartando una prórroga en los activos respaldados por hipotecas residenciales.

A pesar del anuncio, primaron en la plaza neoyorquina las ventas de parte de los inversores. En índice Dow Jones finalizó con un retroceso de 2 por ciento, luego de los desplomes que se registraron en los mercados asiáticos (ver aparte) y en paralelo con la tendencia bajista que mostraban también las bolsas europeas. El canal de contagio entre los distintos mercados fue el precio de los commodities. Las materias primas agropecuarias y energéticas se retrajeron ayer y arrastraron a todas las empresas vinculadas con la actividad. Por ejemplo, la fabricante de aluminio Alcoa cedió 6,3 por ciento, liderando el derrape del indicado industrial. En los contratos a futuro el barril de petróleo se abarató un dólar respecto de la víspera, mientras que los contratos de soja para mayo descendieron 7,60 dólares la tonelada.

En Wall Street, la difusión de los datos de flujos de activos de Estados Unidos en junio aumentó los temores a que siga retrasándose la recuperación. La preocupación radica en que, ante la necesidad de inyectar liquidez al mercado, una caída en los ingresos de capitales al país podría complicar el incentivo. El balance de capitales a largo plazo de Estados Unidos volvió a estar en positivo en junio, con un beneficio mucho mayor a lo previsto, pero el saldo general sigue en rojo por tercer mes consecutivo, según cifras del Tesoro. Si bien las colocaciones en títulos del Tesoro continuaron en terreno positivo, se exhibió en junio una tendencia de los inversores a destinar parte de sus carteras en mercado emergentes. Además, China, el mayor tenedor de esos bonos, redujo sus tenencias totales de deuda estadounidense en 25.000 millones de dólares en el mes.

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