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Economía|Domingo, 21 de febrero de 2010
EL DESPLAZAMIENTO DE LA GANADERIA A ZONAS MARGINALES POR LA EXPANSION DE LA SOJA

Cómo hacer que la carne siga subiendo

El avance de la soja juega su rol en la oferta y el precio de la carne. Un estudio del Senasa muestra la expulsión de la ganadería de la pampa húmeda. La batalla por las retenciones móviles también la perdieron los consumidores de carne.

Por Raúl Dellatorre
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Vaquitas mirando al noroeste. De la pampa húmeda a Chaco, Formosa, Salta, Santiago y San Luis.

La discusión en torno del precio de la carne y las causas de la suba está llevando a acusaciones cruzadas entre ganaderos, frigoríficos y minoristas respecto del nivel de responsabilidad de cada uno en el golpe al bolsillo de los consumidores. Pero un aspecto que vuelve a quedar oculto en la discusión es el impacto que puede haber tenido, pero por sobre todo tendrá, en el volumen de oferta y en los costos de producción de carne, la expansión de la superficie sembrada con soja. En los últimos dos años, ese proceso vino acompañado del consecuente desplazamiento del ganado bovino hacia zonas marginales, el bloqueo a la acción del Estado para limitar las rentas extraordinarias de aquella oleaginosa y la responsabilidad que tuvo en esa acción parte de la sociedad que apoyó la lucha de resistencias contra las retenciones móviles a la exportación. La misma sociedad que, ahora, se enfrenta a una inusitada elevación del precio de uno de sus alimentos básicos.

Un reciente relevamiento realizado por Senasa da cuenta de la caída del stock bovino en tan sólo un año, entre 2008 y 2009, de 3,1 millones de cabezas. Proceso que, se supone, debe haber continuado durante el año siguiente (2009/2010). En una nota publicada por Página/12 (Fernando Krakowiak, jueves 11 de febrero pasado), se señaló la responsabilidad del incremento de la faena, en un contexto de menores pariciones y alta mortandad provocado por la sequía, en aquella caída. Pero otro aspecto de la misma investigación está referida al desplazamiento del stock a propósito de la sequía, pero también por efecto de la ocupación de las tierras más fértiles por parte de la soja.

Los distintos fenómenos están relacionados, y no se los puede analizar en una sola dirección. El fuerte crecimiento de rentabilidad que tuvo la soja hizo que la ganadería quedara desplazada a un segundo plano. No podría haber existido política de “libre mercado”, así fuera diseñada por el propio Mario Llambías, que hubiera podido hacer competitivo el negocio de criar y engordar bovinos a un nivel comparable a contratar la siembra y cosecha de soja para exportación. Desde otro enfoque, privilegiando la planificación de mediano y largo plazo del Estado, la alternativa era aplicar estímulos específicos a la producción de hacienda –los hubo, pero sin la eficiencia ni los resultados esperados– y una intervención en los precios relativos, por vía de retenciones, para compensar las ganancias entre uno y otro sector de agronegocios. Los hubo, hasta que un bloque de oposición de derecha y centroizquierda, en el que debutó como opositor el vicepresidente de la Nación, lo frenó.

¿Y qué pasó? El espectacular avance del territorio ganado por la soja siguió su rumbo. Para analizar cuáles son las producciones que van quedando desplazadas por ese avance de la soja, es útil seguir la descripción que realizó el Senasa en base al relevamiento de la Red de Información Agropecuaria Nacional (RIAN), que habitualmente publica el INTA.

La sequía y el avance de la soja entre 2008 y 2009 provocaron desplazamiento de hacienda, pero también liquidación de stock. Este último fenómeno es observable por las cifras de faena, que siguen batiendo records. El primero, el desplazamiento, se comprueba con las cifras de disminución del stock ganadero por área geográfica y, a la vez y dentro del mismo período, aumento del stock en otras áreas.

Entre marzo de 2008 y marzo de 2009, tan sólo en doce meses, hubo nueve departamentos del país que perdieron no menos de 80 mil cabezas y hasta 135 mil, pero a la vez hubo otros 30 en los que la pérdida osciló entre 35 mil y 80 mil animales. En la pampa húmeda, hay otros 60 departamentos que vieron declinar, en el mismo período, su stock ganadero en no menos de 10 mil cabezas, con un límite de 35 mil. Si se analiza la ubicación geográfica de los departamentos en los que se produjeron las mayores pérdidas de existencias, podría trazarse un cuadro así:

- El stock ganadero se redujo en más de 80 mil y hasta 135 mil cabezas, en los 12 meses señalados, en 3 departamentos de la provincia de Buenos Aires, 2 de Córdoba, 3 de Santa Fe y 1 en La Pampa. Pérdida total estimada, alrededor de 900 mil cabezas.

- Los departamentos que perdieron más de 35 mil cabezas y hasta un máximo de 80 mil se ubican 14 en territorio bonaerense, 4 en La Pampa, 4 en Córdoba, 3 en Entre Ríos y 5 en provincias extrapampeanas. La pérdida de cabezas en la pampa húmeda puede ubicarse entre 1,25 y 1,4 millones.

- Los departamentos que sufrieron reducción de existencias bovinas superiores a 10 mil cabezas pero menores a 35 mil se distribuyen entre provincia de Buenos Aires (41), Entre Ríos (10), La Pampa (9) y 6 en provincias extrapampeanas. Es decir, que sólo las tres primeras representan una baja de aproximadamente 1,2 millón de cabezas.

Hay que recordar que los datos se refieren, exclusivamente, a un período de 12 meses, en un proceso en similar sentido que se había iniciado en años anteriores y que continuó, sin ninguna duda, a partir de marzo de 2009. Es tan sólo una muestra, pero significativa porque abarca, justamente, el período en el que el gobierno perdió la batalla por un esquema de retenciones que equilibrara la rentabilidad entre distintos productos (marzo/julio de 2008).

Pero es útil ver, en el mismo estudio y para el mismo período, qué provincias registraron crecimiento del stock ganadero en algunos de sus departamentos:

- Santiago del Estero contabilizó el aumento del stock de ganado en un departamento en más de 23 mil (y menos de 50 mil) animales, y en otros 4 departamentos registró incrementos de entre 5 mil y 23 mil cabezas.

- San Luis tuvo un aumento de más de 23 mil cabezas en un departamento y de entre 5 y 23 mil animales en otros 6.

- En Misiones hay 4 departamentos con aumentos de hasta 23 mil animales en el mismo período en cada uno.

- En Salta, hay un departamento en el que creció el stock entre 23 mil y 50 mil, y 2 con aumentos de menos de 23 mil. En Mendoza se produce una situación similar.

- En Corrientes hubo crecimiento en el stock de más de 23 mil animales en un departamento, y de entre 5 y 23 mil en otro.

- En Formosa y Chaco se registran aumentos del stock vacuno de ese mismo rango en dos departamentos en cada provincia. En Catamarca el mismo fenómeno se da en 3 departamentos, y en Tucumán, Neuquén, Río Negro, Chubut y hasta Tierra del Fuego, en un departamento en cada una de ellas se observa el mismo aumento de existencias de entre 5 mil y 23 mil cabezas.

Por supuesto, también se produjeron aumentos de stock ganadero en departamentos de provincias de la pampa húmeda, particulamente en Santa Fe (7 departamentos) y Entre Ríos (4), pero es un fenómeno menor frente al resto. Entre los casos citados, hay por lo menos 400 mil animales más en las provincias extrapampeanas señaladas que un año antes. Está lejos de compensar las más de tres millones de cabezas en que se redujo el stock de la pampa húmeda en el mismo año, pero es un indicador de la dirección que tuvo el desplazamiento.

Aunque el grueso del stock todavía sigue “radicado” en las provincias litoraleñas (Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe), en Buenos Aires y La Pampa, el fenómeno nuevo y sorprendente es el desplazamiento de parte de la cría a Chaco, Formosa, Salta, Santiago del Estero y San Luis. Con tierras menos productivas, la reestructuración agropecuaria parece indicar que las fértiles tierras de la pampa húmeda van siendo tomadas por la producción para exportación (destino del 95 por ciento de la soja producida en el país), mientras que la ganadería tiende a asentarse en tierras marginales, de menor rendimiento y a mayor distancia de los centros de consumo. No es de extrañar, entonces, que el pronóstico del militante sojero Alfredo De Angeli de un año atrás, de que “el lomo se va a tener que pagar a 80 o 100 pesos el kilo”, finalmente se cumpla.

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