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Economía|Miércoles, 24 de febrero de 2010
Encuentro en Olivos entre la Presidenta y un grupo de grandes empresarios

Otra edición de Almorzando con Cristina

La negociación salarial, la evolución de los precios y el destino del Fondo del Bicentenario son los temas que los empresarios quieren escuchar de boca de Cristina Fernández. Participarán los miembros del gabinete vinculados con la producción.

Por Cledis Candelaresi
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Enrique Wagner, de la construcción, y Jorge Brito, de la banca, invitados al almuerzo.

Los hombres de empresa llegarán al almuerzo de hoy en Olivos ansiosos por escuchar más que por hablar. Eso es lo que dicen, aunque en algunos es difícil de creer. Afirman que quieren testear el ánimo del Gobierno después del cimbronazo que significó el despido de Martín Redrado del Banco Central y ante la tensión política por el destino del Fondo del Bicentenario. Saben que un cónclave multitudinario no es un escenario propicio para resoluciones, sino más bien para gestos políticos y mensajes. Aun así, los invitados no descartan la posibilidad de alertar a la jefa de la Casa Rosada y a sus ministros sobre dos temas que los inquietan: los reclamos salariales y “la incertidumbre” sobre cuestiones claves de la economía, como el tipo de cambio o la situación fiscal.

La situación es bastante diferente de la de la cena del 22 de diciembre, con la que Cristina Fernández inauguró este método de aproximación al empresariado. Entonces, empezaban a manejarse algunas estadísticas auspiciosas sobre la reanimación de la economía y el consumo, una bonanza que algunos empresarios temen que aborte por los problemas políticos que desató la creación del Fondo del Bicentenario. Ahora, según coinciden algunos de esos asistentes, ese optimismo devino en “dudas” sobre la marcha de la economía.

Las decenas de figuras empresarias fueron citadas individualmente y dispuestas luego en varias mesas en las que se repartieron los ministros asistentes. Sólo después de su mensaje público, Cristina se arrimó a cada una para un intercambio de ideas. “Fue como un casamiento”, se divertía ayer uno de los número puesto de la reunión de hoy, recordando el evento anterior.

Débora Giorgi (Industria), Julio De Vido (Planificación), Amado Boudou (Economía) y Carlos Tomada (Trabajo) integrarán el grupo de anfitriones que hoy tendrán un mano a mano con los invitados, lista a la que esta vez se sumaron los titulares de varias cámaras patronales, como la Cámara Argentina de Comercio, Carlos de la Vega; de la Construcción, Enrique Wagner; de la Unión Industrial Argentina, Héctor Méndez; de la Asociación de Bancos Argentinos, Jorge Brito, y de la Asociación Empresaria Argentina, Jaime Campos.

Estará el denominado G-5, versión acotada del núcleo patronal denominado G-7, después de que las entidades ruralistas quedaran excluidas. Por ahora, el esfuerzo oficial para mantener lazos con la producción no incluye a los hombres de campo, con quienes tiene sus propios acercamientos y de-sencuentros en las tratativas con la Mesa de Enlace. Gustavo Grobocopatel, un notorio de la actividad de los agronegocios, recibió en diciembre el mismo sobre con escudo dorado de la invitación que Presidencia le cursó ahora, pero en carácter de dueño y presidente de una empresa grande y no como vocero del sector. Si no estuviera fuera del país, el hombre de Los Grobo hubiese participado hoy con el mismo gusto con que fue a Olivos aquella primera vez, a pesar de sus diferencias con la política oficial.

Nadie se lo quiere perder, aunque las expectativas de llevarse algún rédito particular son magras. “La Presidenta tendrá algún mensaje para nosotros. Pero ya sabemos cómo es el planteo: ésta es nuestra política y ustedes deben adaptarse”, sintetizaba ayer ante este diario un invitado, que como el resto de los consultados prefirió que su nombre se mantuviera en reserva.

Los contactos previos del G-5 no permitieron redondear un planteo común del empresariado. Hay necesidades e intereses divergentes, aunque algunas preocupaciones comunes intentarán ser esbozadas durante la comida. Esperan que el Gobierno pueda poner un techo a las aspiraciones gremiales de recomposición salarial. Otros quieren evaluar a la Presidenta y a su gabinete para saber cómo sigue la historia si el Fondo del Bicentenario finalmente es bloqueado por la oposición.

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