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Economía|Jueves, 19 de agosto de 2010
Fallidas proyecciones del ex presidente del BC condicionan el cumplimiento del Programa Monetario

La pesada herencia que dejó Redrado

Economistas de la city critican la expansión monetaria, motivada por la compra de dólares del Banco Central, el aumento del crédito y la asistencia al Tesoro. Instalan el miedo a la inflación, pero las metas monetarias fueron subestimadas.

Por Tomás Lukin
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Mercedes Marcó del Pont enfatizó que el Programa Monetario se cumplió en los dos primeros trimestres del año.

“El Banco Central, a través de la expansión de la cantidad de dinero en la economía, es el responsable de la inflación.” Así reza la máxima monetarista que repiten desde hace algunas semanas distintas consultoras privadas. Esa situación, advierten, pone en riesgo el cumplimiento del llamado Programa Monetario, herramienta que especifica el nivel de crecimiento de M2 –el dinero en manos del público, depósitos en cuenta corriente y cajas de ahorro– para 2010. En el directorio de la entidad que conduce Mercedes Marcó del Pont enfatizan que las metas cuantitativas se cumplieron durante los dos primeros trimestres del año. Agregan, además, que la elaboración de las estimaciones, efectuadas durante la gestión del ex presidente del Central –Martín Redrado–, se realizó en base a un nivel de crecimiento proyectado del PIB significativamente inferior. Así, explican, el objetivo que viene cumpliendo la autoridad monetaria está subestimado.

El objetivo anual de crecimiento de M2, al que se comprometió la autoridad monetaria, es el 19,1 por ciento. Hasta el momento, las metas parciales se cumplieron pero los resultados trimestrales –23 por ciento de variación en junio– disparan las señales de economistas de la city, como Carlos Melconian, Mario Brodersohn o Federico Sturzenegger. “Seguimos de cerca el tema como hacemos con el resto de las variables, pero no estamos alarmados o preocupados. El Programa Monetario se cumplió en los dos primeros trimestres. En varias oportunidades sucedió que el crecimiento de la base monetaria se empina al principio del período por cuestiones coyunturales y después se encauza. A fin de año no habrá dificultades, contamos con las herramientas necesarias”, señalaron a Página/12 fuentes del directorio del instituto emisor.

Los principales factores que explican la variación de los agregados monetarios son los siguientes: la compra de dólares ante la sostenida liquidación de divisas provenientes de los exportadores –esto permite preservar la cotización del dólar y resulta en un creciente nivel de reservas–, la expansión del crédito al sector privado, la evolución de la demanda, el pago de deuda externa con el Fondo del De-sendeudamiento, la remisión de utilidades del BCRA y los adelantos transitorios al Tesoro. Además, en los últimos meses se desaceleró significativamente la fuga de capitales. El Central no puede ni pretende esterilizar –neutralizar el impacto– la totalidad de esa expansión. En el equipo de colaboradores de Marcó del Pont no niegan su desencanto con el diseño institucional del banco, pero reafirman su compromiso con esas políticas heredadas y la preservación de un mercado monetario equilibrado: “El Programa lo elaboró Redrado en otro contexto macroeconómico. El crecimiento estimado del PIB para 2010 era del 2,5 por ciento y, por lo tanto, se estableció una meta acorde a ese escenario. Hoy, la actividad crece al triple y los medios de pago acompañan esa evolución, se acomodan a la realidad, no puede ser de otra forma. La proyección está errada, en todo caso, se están superando las expectativas”, explican. A su vez, sostienen que reducir el ritmo de crecimiento de los agregados monetarios implica inducir una indeseada contracción económica.

Para los economistas del establishment las consecuencias de violar los objetivos –o ubicarse cerca del límite superior– serían una mayor inflación, junto con la pérdida de credibilidad y un menor margen de maniobra para el BCRA. Además, impactaría en el mercado financiero deprimiendo el precio de los títulos de deuda. Esas ideas están sostenidas en la escuela monetarista con el fundamento de la llamada teoría cuantitativa del dinero, que data del siglo XVIII. Esa regla establece que la variación en M2 tendrá su correlato directo e inmediato sobre el nivel de precios. De este modo el Banco Central debe concentrarse exclusivamente en controlar la emisión monetaria para mantener a raya la inflación. Sin embargo, son pocos los economistas que todavía sostienen esa visión: “El cumplimiento de la meta no tiene ninguna relación con la inflación. Se cumplió en escenario de inflación baja, media y alta. La dinámica de la demanda de dinero muestra claramente que se acomoda al nivel de Producto y no al revés. No es una variable que pueda controlar un Banco Central”, explicó el economista Emmanuel Agis, miembro del Cenda.

Para los especialistas heterodoxos, el fracaso empírico y teórico de estos esquemas a nivel global –donde resaltan los casos de Estados Unidos, Inglaterra y Canadá– pone en evidencia la necesidad de replantearse las herramientas y objetivos de la política monetaria, y la importancia de considerar otras variables al momento de analizar la dinámica inflacionaria, como la puja distributiva y el nivel de precios relativos de la economía.

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