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Economía|Domingo, 28 de noviembre de 2010
LA ADMINISTRACION DE LOS COMBATES EN EL AREA ECONOMICA EN EL PRIMER MES DE CRISTINA SIN NESTOR KIRCHNER

La batalla es la misma, política y estrategia también

El Diálogo social, el presupuesto, el Club de París, el FMI, la Mesa de Enlace y el Indec. Nombres de otros tantos capítulos de la política económica que el Gobierno sigue ejecutando con el mismo plan y en un mismo campo de batalla.

Por Raúl Dellatorre
Cristina en la UIA. Acercamiento e invitación al diálogo. Una estrategia para 2011 ya trazada hace tiempo.
Imagen: DyN.

La demanda de decisiones en el plano económico no le debe haber dado el más mínimo respiro: la misma mañana en que el país y el mundo recibían el baldazo de la noticia de la muerte de Néstor Kirchner, su esposa, la Presidenta, debe haber recibido la consulta de algunos de sus funcionarios más íntimos para requerirle su opinión: “¿Seguimos adelante con el Censo?”. Tan cuestionado y boicoteado por algunos como laboriosa y minuciosamente organizado por sus responsables, el Censo Nacional 2010 fue el gran desafío de mostrar un Estado presente, por encima de lo cuestionado que pueda estar el Indec. Cristina Fernández no se iba a bajar del desafío, aunque le sobrara justificación. El Censo se hizo. Las críticas se acallaron.

Fue el comienzo de este mes agitado, pero en el que la dinámica estuvo puesta en buena medida desde el Gobierno. El Indec volvería a los títulos cuando el ministro de Economía anunció que una misión del Fondo Monetario Internacional vendría al país para “colaborar” en la confección de un índice de precios al consumidor nacional. ¿Admite el Gobierno los cuestionamiento a los índices? ¿Se resignó a reconocer la competencia del FMI en el monitoreo de las estadísticas oficiales? Responder positivamente a ambas supondría, además de apresuramiento, una simplificación. El Gobierno busca la asistencia del FMI para “compatibilizar” los índices de una decena de institutos provinciales con el del Indec, confiando en que el Fondo reconocerá más defectos en aquéllos que en el último. Las atribuciones que se le reconocerán al FMI no pasarán de ahí. No hay cambio de política, sí de táctica, que se pretende que sirva a la misma política aplicada en los últimos años. La nueva táctica no busca el tiro del final a Guillermo Moreno, el “villano” de la película del Indec, sino dejar sin argumentos a la oposición para la campaña 2011.

Tampoco puede verse un golpe de timón en la convocatoria al Diálogo social y económico. La cuestión estuvo varias veces sobre la mesa de trabajo en los últimos años, pero por causa del clima político otras tantas veces se volvió a archivar. Cristina insiste, seguramente aprovechando una coyuntura que le abre espacio. Tampoco en esta oportunidad es seguro que consiga el objetivo, aunque el Gobierno tiene claro el valor y el alcance del instrumento: una carta de responsabilidad de empresarios y sindicatos para evitar que la puja de ingresos y el conflicto se coman los logros de siete años, o que la inflación se convierta en un arma letal en manos de grupos políticos y económicos que jueguen a la inestabilidad. Aunque no todos firmen, aunque algunos se eutoexcluyan. También en eso puede haber un rédito: identificar claramente a quienes juegan a favor del incendio. Fue un mes intenso, volvamos a decirlo, por lo menos en la agenda económica. El Presupuesto ocupó gran parte de la discusión. No hubo razonabilidad en la postura obstructiva de la oposición y es probable que el costo político que pague por ello sea elevado. Ante ello, el kirchnerismo jugó el juego que más conoce y mejor le sale: victimizarse, condenar al atacante y desnudar sus intenciones. Difícilmente podría hablarse de un cambio de actitud en el Gobierno tras la muerte de Néstor Kirchner. Si hasta pareciera que se hubiera manejado con un manual escrito por el extinto Jefe. Hasta los amagues de acercamiento con sectores minoritarios que le hubieran valido alcanzar el quórum propio para aprobar el Presupuesto, y el posterior e inexplicable abandono de ese camino, parecían fruto de un libreto escrito por Néstor Kirchner. Obligado por la oposición, que pretendió acorralarlo, el Gobierno derrumbó la pared: administrará los recursos públicos en 2011 sin aval del Congreso. No hubo negociación ni pacto de Olivos. El problema quedó plantado del lado de la oposición. Néstor no lo hubiera hecho mejor. Tampoco distinto.

Otra novedad que pretendió ser mostrada como “un signo de los nuevos tiempos” tras la muerte de Kirchner fue el acercamiento de la Federación Agraria al Gobierno, a partir de políticas desde el Ministerio de Agricultura hacia los pequeños productores. Quizá la desaparición de Néstor Kirchner haya incidido en el cambio de actitud pública de Eduardo Buzzi, titular de FAA. Pero, tal como detalló este diario en su nota de tapa del lunes 15, el trabajo de acercamiento de posiciones y búsqueda de acuerdos entre el gobierno nacional y la Federación Agraria se inició mucho antes de la muerte de Kirchner, con el inicio mismo de la gestión de Julián Domínguez al frente de la cartera, a fines de 2009. Así fue reconocido por ambas partes. El debilitamiento de la cohesión en la Mesa de Enlace –por no decir su fractura– fue una acción política muy trabajada, a partir del esfuerzo del Gobierno por arrimar soluciones que iban en línea con el reclamo de los chacareros y separaban los intereses de éstos de los que ostentan terratenientes y ganaderos más poderosos, ligados a la exportación o la especulación. Tarea diagramada y supervisada por la sociedad política Cristina-Néstor que mostró sus resultados a la luz pública cuando el segundo ya no estaba para presenciarlo.

El último mito sobre “los cambios de Cristina” fue el anuncio de la negociación con el Club de París por la deuda en default. Difícil explicar que pueda ser el resultado de una gestión de quince días, tras la muerte de Kirchner. Peor sería no admitir que la exclusión del Fondo del monitoreo para llegar a un acuerdo es un cambio de posición del Club de París y no de la Argentina. Más grave, no recordar que lo mismo que se dijo al anunciar la apertura de negociaciones, ya el Gobierno lo venía sosteniendo incluso antes de cerrar el canje con los acreedores privados.

Varios meses antes de morir, enero de este año, Néstor Kirchner le señaló a Página/12, en una charla informal en un estudio de la televisión pública (Canal 7), fuera de cámaras, que “los dos años, de aquí a las elecciones, van a ser de debate económico; será lo excluyente. Nos estamos preparando para una guerra, nos van a querer desestabilizar como sea”. El tiempo le viene dando la razón. Ya no está él para dirigir la estrategia, colaborando con una presidenta que debía articular las respuestas. Hoy todo el peso y la responsabilidad recaen sobre Cristina. Los resultados del primer mes sin Kirchner demuestran dos cosas: el tema excluyente del combate sigue siendo el económico, y la estrategia sigue al servicio de la misma política. Hasta acá, ejecutada con éxito.

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