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Economía|Sábado, 3 de diciembre de 2011
El tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea

Una negociación comercial en el freezer

Por Tomás Lukin

Desde París

Con el eje del debate político y económico de los gobiernos latinoamericanos virado hacia la integración regional, las negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea no registrarán avances en el corto plazo. La iniciativa que liberalizaría el 90 por ciento del intercambio entre los bloques fue relanzada en 2010, pero en la Cancillería y el Ministerio de Agricultura franceses señalaron a Página/12 que las rondas bilaterales perdieron fuerza y estiman que, por lo menos, hasta la segunda mitad de 2012 no existirá un nuevo impulso para el tratado. En el equipo económico argentino también reconocen que las conversaciones están estancadas y precisan que ninguna de las partes exhibe voluntad política y tampoco tiene la necesidad de avanzar en el actual escenario internacional.

Las autoridades francesas siguen con atención y expectativa la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Caracas y consideran que las negociaciones bilaterales entre la UE y el Mercosur están estancadas. Las rondas entre ambos bloques comenzaron en el 2000, estuvieron paralizadas desde 2004, en 2010 se reactivaron, pero rápidamente volvieron a frenarse. El objetivo principal del acuerdo apunta a lograr una liberalización paulatina del 90 por ciento del intercambio entre ambas partes en un período de diez años.

Los países sudamericanos reclaman una mayor apertura comercial para el ingreso de productos agrícolas y agroindustriales protegidos históricamente en Europa por altos aranceles, medidas paraarancelarias y elevados subsidios. Los países de la UE impulsan la liberalización del comercio en los sectores industriales, particularmente en el entramado automotor.

El potencial tratado de libre comercio entre el Mercosur y la UE podría impactar negativamente sobre varios sectores industriales de la región y profundizar aún más la especialización en la producción de materias primas con bajo valor agregado. Desde el gobierno argentino aseguraron a los empresarios que los sectores sensibles no serían desprotegidos. Por su parte, los 27 países de Europa tampoco logran construir los acuerdos necesarios alrededor de la apertura para el ingreso de los productos agroalimentarios. En Francia existe una fuerte resistencia económica a la apertura de sus mercados agropecuarios y alimentarios, un escenario que también se observa en países como Irlanda o Polonia.

Según explican en la Cancillería francesa y la cartera de Agricultura de ese país, el debate continúa, pero el capítulo europeo de la crisis financiera internacional y la falta de voluntad en ambas partes para ceder en sus intereses limitan las posibilidades de que el tratado prospere en el corto plazo. Mientras tanto, los países de Sudamérica y el Caribe dan pasos políticos y diplomáticos en la profundización de la integración latinoamericana con instrumentos como Unasur y la flamante Celac. “El acuerdo no es una prioridad para los países europeos y tampoco se trata de un aspecto sustancial en este momento cuyo fracaso tenga consecuencias económicas sobre las partes. Sigue abierto el debate, pero todavía está muy inmaduro el acuerdo. No existe una necesidad de avanzar inmediatamente para resolver nada entre los bloques”, argumentan en el gobierno francés.

Sin embargo, a lo largo de los últimos años la UE firmó acuerdos comerciales con otros países de la región como Colombia o Chile y Perú. En ese sentido, en la Cancillería argentina explican que es necesario mantener activas las negociaciones para evitar que los países más pequeños del Mercosur terminen firmando sus propios acuerdos por fuera del bloque con la Unión Europea.

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