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Economía|Sábado, 24 de marzo de 2012
EL MINISTRO DE INDUSTRIA DE BRASIL RECLAMO UNA REUNION URGENTE

Comercio y chicanas

Fernando Pimentel insistió con las quejas por los controles a las importaciones que aplica la Argentina. Dijo que el país “está en dificultades” y que hay que negociar una solución.

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“No podemos aceptar que la industria brasileña resulte perjudicada”, protestó Pimentel.

El ministro de Industria brasileño, Fernando Pimentel, comunicó ayer su intención de discutir con sus pares argentinos las condiciones del mecanismo de Declaración Jurada de Anticipo de Importaciones (DJAI), que entró en vigor el mes pasado. El funcionario aseguró haber “recibido muchas quejas y reclamos de empresas brasileñas”. “Conversaremos para ver qué es posible hacer”, dijo Pimentel, tras calentar el ambiente asegurando que la Argentina “parece estar con dificultades”. La Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp) –equivalente a la Unión Industrial Argentina– denunció esta semana que las exportaciones brasileñas a la Argentina cayeron 17 por ciento en febrero, aunque sin contar las ventas de energía. Desde el Ministerio de Industria argentino, en cambio, señalaron a Página/12 que Brasil está vendiendo cada vez más al país.

En las últimas semanas, funcionarios brasileños, respondiendo a supuestas quejas empresarias, volvieron a manifestar su “preocupación” por las medidas de administración del comercio exterior que aplica la Argentina. Funcionarios y empresarios argentinos retrucan que las trabas que aplica Brasil son todavía más duras. El cruce de dardos es habitual en la relación entre ambos países, pero al mismo tiempo gobiernos y empresarios reconocen la importancia de profundizar la integración. Un ejemplo de esto es que en cada oportunidad que los funcionarios brasileños realizan un reclamo por lo que consideran un perjuicio a su industria, no pierden oportunidad para resaltar el excelente vínculo que los une con Argentina. Previo a iniciar sus quejas, Pimentel remarcó nuevamente ayer que “la relación comercial es muy buena” y que en un “volumen de intercambio tan intenso es normal que haya problemas”.

“La adopción del mecanismo de declaración de intención de importación creó una dificultad adicional al proceso de exportación a Argentina”, señaló Pimentel. El gobierno de Dilma Rousseff estima que la implementación de las declaraciones juradas anticipadas para importación se tradujeron en unos 187 millones de dólares en productos retenidos. “Los argentinos son nuestros vecinos e importantes socios comerciales, pero no podemos aceptar que la industria brasileña resulte perjudicada por medidas unilaterales”, señaló el titular de la Fiesp, Paulo Skaf. Esta semana arribó al país el titular de la Confederación Nacional de Industrias de Brasil (CNI), Robson Braga de Andrade, quien estimó que las exportaciones de su país hacia la Argentina cayeron un 22 por ciento en los dos primeros meses del año.

“Me parece que la Argentina en este momento está con dificultades. Deberíamos maduramente trabajar juntos, Brasil y Argentina, para ver cuál es el camino para ayudar a resolver esos problemas sin perjudicar la relación comercial”, aguijoneó Pimentel. No obstante, en el país vecino existe también preocupación por la pérdida de competitividad de su economía, lo que explica además el tono de los reclamos. Según explicó el funcionario, “el comercio exterior brasileño ha sentido en los últimos meses el fuerte impacto de la crisis, agravado por una pérdida de competitividad, que se acentuó en los últimos meses por una revalorización del real”.

Desde el Ministerio de Industria que conduce Débora Giorgi sostienen que no hay lugar para las quejas brasileñas, dado el importante flujo de bienes que le venden a la Argentina. Según un estudio de esa cartera, sobre la base de estadísticas brasileñas y tomando todos los bienes que forman parte del intercambio comercial, en febrero las exportaciones al país vecino totalizaron 947 millones de dólares, con un retroceso de 25 por ciento interanual, mientras que las compras fueron por 1702 millones, con un aumento de 5 por ciento. El resultado es un déficit comercial para la Argentina de 755 millones de dólares, 395 millones mayor al resultado de febrero del año pasado.

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