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Economía|Martes, 25 de septiembre de 2012
El FMI “sacará tarjeta roja” a la Argentina si no mejora el IPC

Como si fuera un árbitro

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“Estoy conforme con la respuesta” argentina, dijo Lagarde.

La titular del FMI, Christine Lagarde, advirtió ayer que el organismo le sacaría “tarjeta roja” a la Argentina si no mejora sus estadísticas de inflación y PIB antes del 17 de diciembre. “Teníamos que escoger entre la tarjeta amarilla y la roja. Escogimos la amarilla, y dimos tres meses más antes de la declaración de censura. Si no hay progresos, sacaremos la tarjeta roja”, alertó la directora gerente en una conferencia de prensa en Washington. La explicación se refiere a la decisión que adoptó el directorio del organismo el lunes pasado, cuando extendió noventa días el plazo que tiene el país para demostrar que está en un proceso de adecuación de su índice de precios y su medición del producto a los estándares requeridos. Algunas versiones indicaban que ese día podía producirse una “declaración de censura”, el primer paso de una larga saga que puede terminar con la expulsión del país como socio del Fondo, pero finalmente quedó en “tarjeta amarilla”.

Lagarde también dijo que se sentía “bastante conforme” con la respuesta que había dado el gobierno argentino a esa ampliación del plazo. “Estoy bastante conforme de ver la reacción de las autoridades argentinas durante el fin de semana, con la determinación de trabajar en forma conjunta” con el FMI, aseguró la abogada francesa. Esta parte de la declaración figura en los textuales de la directora gerente en la prensa estadounidense, aunque ayer no apareció reflejada en la mayoría de los portales de noticias de diarios locales. La titular del organismo se estaba refiriendo a las palabras del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, dichas a Página/12 en un reportaje que se publicó el último sábado.

Lorenzino había manifestado sobre este punto: “Vamos a seguir trabajando como lo estamos haciendo con el Indec, en el marco de un proyecto que tenemos en proceso, que es la migración hacia un IPC nacional, que nos va a permitir una medición mucho más representativa de las diferencias que tenemos por la gran extensión de nuestro territorio. La vinculación en ese sentido con el Fondo ha sido, es y seguirá siendo de asistencia técnica”. El ministro se encontrará con Lagarde dentro de dos semanas en Tokio, Japón, durante la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial que se celebra en ese país.

Lagarde participó ayer de un evento en el Instituto Peterson de Washington y luego accedió a preguntas de la prensa internacional. La atención estuvo centrada en la crisis mundial, a raíz de las dificultades que encuentra Europa para superar sus debilidades, lo que llevó al FMI a recalcular hacia abajo sus proyecciones de crecimiento global para este año (ver aparte). La crisis se prolonga a pesar de que los países más afectados, como Grecia y España, vienen siguiendo las recomendaciones del Fondo Monterio y el Banco Central Europeo.

Una consulta estuvo referida a la Argentina y la situación del Indec. Entonces Lagarde utilizó la metáfora de las tarjetas amarilla y roja para describir la posición del FMI. “La calidad y la integridad de los datos es fundamental para nosotros. Por eso, estoy determinada a tener los datos correctos. Si tenemos fallos, trataremos de solucionarlos”, agregó. Luego se manifestó esperanzada en que la Argentina “evite la tarjeta roja, pero si los datos no son los adecuados, si no están a la altura de los niveles requeridos, sacaremos la roja”, insistió. Por último, volvió a las referencias futbolísticas: “Todos los jugadores son iguales, incluidos los argentinos, a pesar de lo bueno que son jugando al fútbol”, bromeó.

El equipo económico del gobierno nacional tiene reparos respecto de este último punto, no porque considere que los argentinos no juegan bien al fútbol, sino porque asegura que no es cierto que para el FMI todos los jugadores sean iguales. El ejemplo más evidente, aseguran, es China, cuya información estadística no es sometida al proceso de revisión que recae sobre Argentina, pese a las dudas internacionales sobre su confiabilidad. Tampoco hubo una advertencia sobre las estadísticas de Grecia, recuerdan, hasta que el país heleno finalmente admitió que había datos que no se ajustaban a su realidad.

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