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Economía|Jueves, 27 de septiembre de 2012
POR QUE FINANCIAN PROYECTOS DE INVERSION PUBLICA EN LA REGION

La apuesta de la banca china

Los bancos del gigante asiático no exigen que los gobiernos adopten políticas de legislación laboral, política cambiaria, comercial o de regulación financiera, pero solicitan que la inversión se realice con equipamiento y tecnología china.

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Desde 2005, los bancos chinos financiaron a América latina por 75.000 millones de dólares.

Desde Beijing

El financiamiento de parte de bancos chinos a proyectos de inversión en países de la región ha tomado impulso en los últimos años. Esas instituciones públicas procuran, en línea con la estrategia de desarrollo del Estado chino, financiar proyectos vinculados con la extracción de hidrocarburos y minerales y obras de infraestructura, de modo de poder mejorar las condiciones de acceso de China a los recursos naturales que requiere para nutrir su proceso de industrialización y urbanización. A diferencia del FMI o del Banco Mundial, los bancos chinos no exigen que los gobiernos adopten políticas de flexibilización en el mercado de trabajo ni de desregulación financiera. En cambio, solicitan que la inversión se realice con equipamiento y tecnología de China. Esa modalidad es utilizada también por el BNDS brasileño y el Vnesheconombank, el banco de desarrollo de Rusia.

Junto al creciente intercambio comercial entre América latina y China, se desplegó en los últimos años un intenso flujo financiero positivo hacia la región de parte de bancos del país asiático. Hasta 2007, los préstamos de parte de esas instituciones a la región no superaban los mil millones al año. Un crecimiento exponencial permitió que en 2010 ese valor llegara a los 37 mil millones de dólares. En suma, desde 2005 los préstamos de instituciones financieras chinas hacia América latina totalizaron unos 75 mil millones de dólares. Alrededor del 80 por ciento proviene del Banco de Desarrollo de China (BDC), seguido por el Banco de Exportaciones e Importaciones de ese país, ambas instituciones creadas a partir de la reforma del sistema financiero chino en 1994. El BDC se focaliza en ocho áreas de desarrollo en apoyo de la política industrial de China: energía eléctrica, construcción de caminos, vías férreas, petróleo y petroquímica, carbón, telecomunicaciones, agricultura e infraestructura pública. Ese flujo financiero no sólo es relevante para los países de la región, también lo es para China. Estimaciones privadas marcan que en 2009-2010 cerca de la mitad del financiamiento que el país asiático otorgó en el exterior se dirigió hacia América latina. El 87 por ciento de los préstamos fueron dirigidos a financiar infraestructura, industria energética y extractiva.

La mayor parte de los préstamos chinos se dirigieron a Venezuela, que recibió o tiene acuerdos para recibir 38.500 millones, Brasil (11.731 millones), Argentina (9500 millones) y Ecuador (6304 millones). Salvo Brasil, se trata de países que el establishment financiero internacional tilda de “malos ejemplos”, en especial Venezuela y Ecuador. En el caso argentino, la operación aludida es el préstamo para el Proyecto de Rehabilitación del Ferrocarril Belgrano Cargas. En general, la cantidad de préstamos es baja, pero los montos son muy relevantes. Brasil, por ejemplo, recibió en 2009 10 mil millones para construir una plataforma petrolera offshore. El petróleo es el móvil principal de las inversiones chinas, de ahí la preponderancia de Venezuela como destino de los flujos financieros. Las tasas a las que se ofrecen los préstamos el BDC no necesariamente son las más bajas del mercado.

Los bancos chinos, en una modalidad que se replica en instituciones como el BNDS y otros bancos de desarrollo dirigidos por los Estados, realizan una interesante triangulación. A diferencia de los organismos multilaterales de crédito, las instituciones financieras chinas no se involucran en, por ejemplo, la legislación laboral, la política cambiaria, comercial o la regulación financiera. Esos bancos atan los préstamos a la compra de productos industriales chinos. Por ejemplo, el préstamo de mil millones de dólares a Ecuador en 2010 exigía que un 20 por ciento se destinara a compras de equipamiento de China. El mismo año, Venezuela recibió 20 mil millones de dólares, denominando directamente la mitad en yuanes para comprar maquinarias fabricadas en China.

Otra modalidad usual de este tipo de instituciones son los llamados “préstamos por petróleo”. En esos casos el banco chino presta a los países petroleros, como sucedió en el caso de Venezuela y Ecuador, una determinada cantidad de dinero que utilizan las petroleras estatales de esos países para incrementar la exploración y la producción. Para repagar el préstamo, las empresas venden los barriles de petróleo a precio spot hasta llegar a una cantidad, luego de unos cuantos años, que agote el monto recibido originalmente. Los precios de venta no se fijan de antemano, sino que la operatoria se realiza a precio spot. Eso asegura la provisión de hidrocarburos a la industria china. Las compañías petroleras chinas adquieren el petróleo depositando luego el dinero directamente en la cuenta del banco de desarrollo de ese país.

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