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Economía|Miércoles, 13 de noviembre de 2013
El empleo no registrado duplica la cantidad de trabajadores formales

El dos por uno de la industria textil

El dato de la informalidad en el sector fue revelado en el seminario anual de ProTejer. Empresarios, sindicalistas y funcionarios debatieron sobre causas y posibles soluciones.

Por Javier Lewkowicz
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Marco Meloni, presidente de la Fundación ProTejer, en la novena edición de Pro Textil.

Por cada trabajador registrado en el sector textil hay dos en situación de precariedad laboral, universo que va desde los no registrados hasta aquellos que sufren la trata de personas. El dato, revelador de la magnitud del problema que existe en el sector, fue mencionado ayer en la novena edición de la Pro Textil, evento organizado por la Fundación ProTejer. Página/12 consultó sobre esta cuestión a empresarios, analistas, gremialistas y funcionarios. El crimen organizado y la exclusión social, la complicidad de funcionarios, marcas y de la industria, La Salada y otros canales de comercialización informal y la generación de empleo en los talleres: elementos que aparecieron en los análisis sobre la precariedad laboral.

La cadena textil arranca en la producción de materia prima, que adquieren las hilanderías para vender a las tejedurías. Luego las tintorerías producen la tela terminada. Las marcas adquieren esa tela y tercerizan el corte y la confección en los talleres. En esos talleres, que representan el eslabón más mano de obra intensivo, se concentra la precariedad. Pero la respuesta usual de las empresas es darle la espalda. Marco Meloni, presidente de ProTejer, reclamó “desterrar el trabajo esclavo en los talleres ilegales del país, pero también en los legales de Asia”. Luciano Galfione, protesorero de la entidad, agregó: “Esto es un problema de todos. No tenemos futuro como industria si no lo resolvemos. Es hora de dejar de esconder la tierra debajo de la alfombra”.

Los talleres venden a las marcas, que por eso muchas veces son apuntadas de aprovecharse de este esquema. Se excusan diciendo que el taller que contratan está en blanco, pero que después esas pymes vuelven a tercerizar la producción y que esa operatoria no se puede controlar. En 2011 fue procesada una mujer que subcontrataba al menos un taller clandestino donde se fabricaba ropa para la marca Kosiuko. Aunque no todas las empresas hacen la vista gorda. Hay varias que realizan operativos sorpresa en los talleres o que solicitan una certificación por parte del INTI.

“Tenemos bichos metidos en todos lados. Las marcas hacen a veces barbaridades, no sólo acá, en el mundo. Pero son tan responsables como el que vende la tela. Nosotros tenemos también mucha responsabilidad en vigilar estas situaciones”, indicó Jorge Lobais, titular de la Unión Obrera Textil. Advirtió además que “la confección concentra el principal problema de trabajo esclavo en el mundo. Se hizo cultura que esa actividad tiene que ser como en Bangladesh”. En ese segmento, dijo, la relación es de cuatro no registrados por cada registrado.

Por el lado de las marcas habló Claudio Drescher, de Jazmín Chebar. “Ningún empresario puede estar desligado de dónde se produce la ropa que vende. Hay que controlar a los proveedores. También se les tiene que dar certidumbre sobre el volumen de compra, para que planifiquen y reduzcan la informalidad”, dijo. Consideró que el grueso del trabajo esclavo se concentra en la ropa que se vende en canales alternativos, como La Salada.

“El trabajo esclavo junto a la trata para la explotación sexual y el narcotráfico son los ejes del crimen organizado internacional. De esto no se sale con soluciones parciales”, planteó Alvaro Ruiz, subsecretario de Relaciones Laborales. Pidió una alianza entre el sector sindical y los empresarios, quienes “no pueden no saber lo que está pasando”, y advirtió sobre la necesidad de mayor fiscalización. Mencionó iniciativas como la trazabilidad de las prendas y la actualización de la legislación para el trabajo domiciliario. Ruiz admitió que en el caso del trabajo no registrado no es una solución “llegar, clausurar todo y dejar a toda la gente sin laburo”. “Hay un sistema represivo bastante avanzado, pero faltan propuestas para incluir al sector informal. Proponemos crear parques industriales dedicados a la confección”, sugirió Galfione. Sólo en recientes operativos de AFIP se detectaron 100 personas en situación de trabajo semiesclavo en talleres en Villa Celina, Villa Soldati y Parque Chacabuco.

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