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El Gobierno envió ayer al Congreso un proyecto de ley para subir los impuestos a los vehículos que superan los 250 mil pesos, a embarcaciones para uso recreativo y aeronaves, entre otros. La idea, indicó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, es desestimular el consumo de bienes suntuarios que no se producen en el país y que por ello no tienen peso en la estructura productiva nacional. Se trata de artículos casi en su totalidad importados, que demandan divisas que el Gobierno prefiere destinar a otros objetivos prioritarios. “Naturalmente estos bienes tienen que pagar más”, indicó el jefe de ministros. Es la primera medida económica que toma el tándem formado por Capitanich y el ministro de Economía, Axel Kicillof. Las automotrices critican el proyecto porque advierten que hoy afecta a un modelo producido en el país, pero que el año que viene podría tener consecuencias sobre otros.
El proyecto de ley entró ayer a la tarde a la Cámara de Diputados. La fecha límite para emitir dictamen para tratamiento de proyectos en sesiones ordinarias, que cerrarán según prevé la Constitución el próximo 30 de noviembre, ya pasó. Por eso, los operadores políticos del bloque oficialista calculaban que será necesario prorrogar las sesiones o apelar a las extraordinarias, que por ahora se convocarán pero para el ascenso del personal diplomático y las designaciones militares, dijo Capitanich.
El jefe de Gabinete anticipó el jueves las medidas sobre bienes de lujo. Dijo que las reservas internacionales del Banco Central no deben destinarse a ese tipo de importaciones. “Es mucho más importante tener insumos esenciales para la cadena productiva que para comprar un auto lujoso que sólo satisface a una persona. En todo caso, deberá pagar más por ello. Tenemos que hacer el máximo esfuerzo para tener una mayor expansión económica y defender el empleo”, había señalado Capitanich. La medida comenzó a ser estudiada por el equipo económico hace dos semanas.
El Gobierno quiere aumentar los impuestos internos a los autos más caros del mercado. La modificación tributaria no reconoce país de origen, de modo que involucra tanto bienes de extrazona como aquellos que provienen del Mercosur e incluso la producción nacional. El esquema que hasta ahora rige es el siguiente: los autos nafteros cuyo precio de salida de fábrica es inferior a los 150 mil pesos no pagan impuestos internos, mientras que aquellos que superan ese valor están gravados con una alícuota del 10 por ciento. Entonces a un auto de 200 mil pesos a la salida de fábrica hay que sumar el impuesto interno (20 mil pesos), el margen del concesionario (24 mil pesos) y el IVA (51.240 pesos). El precio final al público minorista es de 295.240 pesos.
Ahora el Gobierno propone que hasta 170 mil pesos de salida de fábrica los nafteros estén exentos y que por encima de ese valor el impuesto interno se eleve del 10 al 50 por ciento. Ese límite en la actualidad, con la alícuota del 10 por ciento, representa un precio de concesionaria de 250 mil pesos. En el ejemplo anterior del auto de 200 mil pesos de salida de fábrica, el precio final pasaría de 295 a 392 mil pesos.
Las pick-up están exentas de los impuestos internos, de modo que vehículos que registran buena dinámica de ventas y que se utilizan como herramientas de trabajo, como la VW Amarok, la Ford Ranger, la Toyota Hilux no se verían afectadas. Dentro de los modelos de fabricación nacional, el impuesto sí incrementará el precio de la SW4 de Toyota. Y las versiones más sofisticadas de modelos como el Fluence de Renault, el Ford Focus, el C4 de Citröen y el Peugeot 408, de lanzamiento reciente y que también son producidos por las terminales locales, podrían quedar el año que viene cerca de la aplicación del impuesto.
Desde el sector automotriz criticaron la medida porque “no discrimina entre la producción nacional, que requirió de importantes inversiones, de lo importado”. Ponen el contraejemplo de Brasil, que subió impuestos internos, pero luego introdujo una compensación (bajo ciertos requisitos) para los modelos producidos por las terminales instaladas.
La suba del impuesto afectaría de lleno a modelos importados de alta gama. Entre los autos más vendidos este año cuyo precio crecería en forma sensible está el Volkswagen Vento, Chevrolet Captiva y el Cruze, Citröen C5, Ford Mondeo, Honda Accord, Civic y CRV, Peugeot 308 y 408, Renault Megane III y VW Passat. Y entre las marcas de lujo, los modelos de Audi, Mercedes Benz, BMW, KIA, Nissan, Hyundai y Jeep, por ejemplo. Los autos que involucra la medida representan el 5 por ciento del mercado.
El proyecto de ley tomó por sorpresa a las terminales automotrices y concesionarios. En el equipo económico calculan que la importación de autos de alta gama sobre los cuales recae la suba de impuestos implica una erogación anual de 500 millones de dólares. En términos de recaudación, indican en AFIP, la medida no tendrá un impacto significativo.
Además de los autos de lujo, las aeronaves y aviones para uso recreativo que superen los 170 mil pesos sin considerar impuestos pasarían a estar gravados por una tasa del 50 por ciento. La importación de aviones excluyendo a los de uso comercial, cuyo peso en vacío supera los 15 mil kilogramos, demandó 160 millones de dólares el año pasado.
A su vez, motociclos y velocípedos con motor que cotizan entre 22 a 40 mil pesos comenzarían a pagar una tasa del 30 por ciento y los superiores a 40 mil pesos, un 50 por ciento. Según el proyecto, embarcaciones para recreo o deportes y motores fuera de borda desde 22 mil hasta 170 mil pesos son gravados un 30 por ciento, mientras que los que superan los 170 mil pesos, un 50 por ciento de impuestos internos.
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