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La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas convocó ayer a cuatro economistas del establishment para dialogar con 25 empresarios de compañías líderes acerca de las “tensiones” económicas, políticas y sociales de Argentina y de los desafíos para los próximos años. La falta de seguridad jurídica y reglas de juego estables, la política del “populismo y la fiesta del consumo”, la corrupción, los “parches macroeconómicos” y la falta de medidas de largo plazo fueron los principales argumentos de los participantes para justificar los ciclos económicos, la “inestabilidad crónica” de los últimos años y la imposibilidad de alcanzar el desarrollo. Los fundamentos fueron casi calcados a los que utilizaban economistas de la city en 2003, cuando decían que la recuperación económica era “un veranito” y que se agotaría en el corto plazo, pese a lo cual sobrevino la etapa de mayor crecimiento económico de la historia argentina.

Los economistas que participaron del evento fueron Miguel Braun, del PRO; Javier González Fraga, de Unen; Eduardo Amadeo, del Partido Justicialista, y Orlando Ferreres, ex viceministro de Economía de Carlos Menem. A su vez, en el grupo de empresarios estuvieron Juan José Aranguren, de Shell; Diego Santisteban, de la Cámara de Importadores; José Antonio Aranda, de Clarín; Alberto Abad, del Banco Santander, y Gabriel Martino, del HSBC, entre otros. Las recomendaciones de política económica de estos referentes no difirieron de las recetas convencionales (ortodoxas) de la convertibilidad, cuando la desocupación ascendió al 20 por ciento y la pobreza al 50 por ciento.

“El potencial para desarrollar el complejo energético, la minería, la agroindustria permiten ser optimistas para el futuro. Será necesario alcanzar acuerdos políticos y políticas públicas para no desaprovechar la oportunidad. También tener precaución para evitar que el ingreso masivo de capitales dañe la competitividad de algunos sectores (a través de la apreciación del tipo de cambio)”, aseguró Braun. Agregó que en los últimos años se perdieron posibilidades importantes para despegar la economía. “La mala suerte de Argentina fue que en 2003, con el abanico de posibilidades abierto, asumió este gobierno. Fue una vuelta atrás en la construcción de la democracia, donde se demonizó a los adversarios, se atacó la independencia de la Justicia, se destruyó la República”, opinó. Advirtió que garantizar la propiedad privada, defender libertades individuales y retomar el diálogo social será el desafío del próximo gobierno. Ferreres y González Fraga apuntaron contra los “excesos” del sector público. “El atraso cambiario del populismo llevó a una fiesta de consumo insostenible. Subieron las ventas de TV plasmas, aumentaron los viajes al exterior y se alcanzó record de patentamientos de autos. Pero finalmente te llega la factura”, aseguró el economista de Unen. Agregó que “la solución es más educación, para evitar que la población caiga en la trampa de las políticas populistas. Por caso, la pobreza les sirve a los gobernantes porque es difícil que esa gente no cambie su voto por un sandwich”.

Ferreres, a su vez, indicó que la inestabilidad del país se debe a la “desmesura” de los argentinos. “El círculo de endeudamiento (estatal), emisión e inflación lo terminan pagando los más pobres. Hoy existe un 27 por ciento de pobreza, cuando en el ’83 era del 5 por ciento.” Afirmó que para lograr expandir la economía se requieren instituciones fuertes (reglas claras) que fomenten el ahorro y, por tanto, la inversión.

Amadeo señaló que “la tolerancia a la inflación, el rojo crónico de las cuentas fiscales y el uso del tipo de cambio como un parche dieron cuenta de la disposición de los argentinos a privilegiar el corto plazo contra decisiones estratégicas de largo alcance”. Además criticó los subsidios sociales hacia los sectores más vulnerables de la población. “La solución a la pobreza es tener un modelo estructural, sostenible en el tiempo, y no las transferencias monetarias que se hacen fiscalmente inmanejables”, cerró.

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