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Economía|Lunes, 8 de septiembre de 2003

Cuenta regresiva para el acuerdo con superávit record en 20 años

El jefe de Gabinete admitió que aún hay tres puntos en discordia entre la Argentina y el FMI antes de firmar el arreglo por el que el Estado se compromete a un ahorro de 11.500 millones de pesos.

Por Claudio Scaletta
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Roberto Lavagna, ministro de Economía de un Estado con bajísimo nivel de gasto público.
Para compensar la restricción, podría apelar a expandir la cantidad de dinero.
En la misma semana que vencen 2900 millones de dólares con el FMI, la Argentina espera firmar un acuerdo con el organismo en el que se compromete a ahorrar 11.500 millones de pesos, el 14,5 por ciento de los 80.000 millones de recaudación tributaria proyectados para el 2004 y el 3 por ciento de los alrededor de 340 mil millones a los que podría llegar el PBI del año próximo. Se trata del máximo superávit del que hay registro al menos en los últimos 20 años. La nueva pauta excede al 2,5 por ciento del producto que se conseguirá este año, cuando el gasto público ya se encuentra en valores-piso históricos, muy por debajo del registro de sus vecinos regionales.
Mientras que en el Ministerio de Economía comienzan a escucharse predicciones sobre los efectos reactivantes que traerá la “mejora de la confianza” de los inversores tras un acuerdo “de largo plazo” con el Fondo, distintos analistas desconfían de la persistencia en mantener criterios de ajuste que pueden ahogar el ya frenado crecimiento de la actividad económica. No obstante, si se asume que el 3 por ciento de superávit será la cifra “de consenso” resta definir cuáles serán las pautas monetarias, ya que niveles de emisión menos restrictivos podrían compensar los efectos contractivos del ahorro sobre la recaudación. En otras palabras, los fondos que no se obtengan de los recursos “genuinos” de los impuestos podrían conseguirse de la posibilidad del Estado de expandir la cantidad de dinero en una proporción equivalente al menos al aumento de la producción, dinero que podría destinarse íntegramente a gasto. Este mecanismo ya fue usado durante 2003.
Sin embargo, desde la perspectiva de los acreedores, ni siquiera ese ahorro sería suficiente en un país cuyo endeudamiento a fines del corriente año será de más del 140 por ciento del PBI (Según cifras de Economía, 172,5 mil millones de dólares, aunque con el pendiente de nuevas emisiones). Así, los casi 4000 millones de dólares anuales que quedarían disponibles para pagar compromisos de deuda serían percibidos como insuficientes. Y de hecho lo son si se consideran los vencimientos tal cual aparecen antes de producida la reestructuración.
En términos de la evolución de la economía local, la perspectiva es diferente a la de los acreedores. El gasto podría aumentar levemente en términos nominales pasando de 66.600 millones a cerca de 69.000, una variación inferior a la de la inflación prevista de entre el 6 y el 9 por ciento. En el mejor de los casos, el gasto público se ubicará, en términos reales, un 30 por ciento por debajo de los niveles de 2001. Y a pesar de todo se esperan ahorrar cerca del 15 por ciento de los ingresos. Para los guardianes de la dispendiosidad pública debe ser un dato digno de reconocimiento. Con estas cifras se comprende que el presupuesto para el año próximo no contemple aumentos de ningún tipo y que el grueso de las expectativas esté puesto en un posible aumento de la recaudación proveniente del combate a la evasión y sin alteraciones de la actual estructura tributaria.
Con este marco el ministro de Economía, Roberto Lavagna, espera conseguir la definición del acuerdo con el FMI antes de embarcarse hacia Cancún, México, donde participará de la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por lo que hoy mismo debería conocerse la conclusión.
La misión del FMI encabezada por el representante residente, John Dodsworth, y el jefe del caso argentino, John Thornton, decidieron prolongar su estadía en Buenos Aires, probablemente hasta mañana, luego que las negociaciones no pudieron completarse la semana pasada.
Esta situación obligará al Gobierno a decidir qué posición adoptará ante el vencimiento por 2.900 millones de dólares que también se producirá mañana. Todo indica que, una vez más, el acuerdo llegará sobre la hora.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aseguró ayer en declaraciones radiales que la Argentina está “muy cerca” de cerrar un nuevo acuerdo con el FMI. “Queremos llegar a un acuerdo, obviamente pensamos que no es buenoque la Argentina no cumpla sus obligaciones”. Fernández expresó que el objetivo de la gestión de Néstor Kirchner es “encontrar una salida sustentable que nos permita crecer para poder pagar” y aseveró que “estamos virtualmente muy cerca de alcanzar un acuerdo, pero hay tres puntos que están significando desencuentros”. El primero es “el superávit fiscal, ya que Argentina propuso un superávit para el 2004 del orden del 3 por ciento”, meta con la que el país “está llamada a cumplir sus compromisos internos”. Los restantes “desencuentros” son el ajuste en las tarifas y la compensación a los bancos, ya que el Fondo hace rato que dejó de centrar sus preocupaciones en las cuestiones macroeconómicas para convertirse en el más poderoso instrumento de lobby de las empresas de los países del G-7, entre ellas bancos y privatizadas.

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