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Economía|Sábado, 16 de agosto de 2014
EL FINANCISTA HUNGARO COMPRO ACCIONES DE YPF POR 450 MILLONES DE DOLARES

Soros mira más allá de los buitres

La tensión por el litigio con los fondos especulativos no frenó la decisión de Soros de ampliar su participación en la petrolera argentina. Se convirtió en el cuarto inversor en YPF, atraído por la potencialidad de Vaca Muerta.

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George Soros pasó a controlar el 3,5 por ciento de las acciones de YPF. Otros fondos extranjeros también compraron en el último tiempo.

El financista George Soros se convirtió en el cuarto mayor tenedor de acciones de YPF al adquirir más de 8 millones de acciones de la petrolera. Invirtió en la operación 450 millones de dólares. La potencialidad de la compañía a partir de sus recursos no convencionales, con Vaca Muerta a la cabeza, despertó el interés de este histórico y polémico administrador de fondos de inversión, quien ponderó las oportunidades de negocios que ofrece la empresa a mediano plazo por encima de los supuestos riesgos que implica el litigio con los fondos buitre. No sólo él hizo esa evaluación. Otros dos cotizados inversores internacionales, Richard Perry, de Perry Corporation, y Dan Loeb, de Third Point, también han aumentado su participación en YPF en el último tiempo.

Todos ellos compraron las acciones en el mercado secundario, sin que esas operaciones tengan influencia alguna sobre el manejo de la empresa. El Estado nacional ejerce el control sin posibilidad de interferencias de inversores minoristas. A pesar del fallo del juez Thomas Griesa en la causa de los fondos buitre y del bloqueo que impuso a los bonistas para cobrar, el consenso entre bancos locales y bancos de inversión extranjeros es que no es momento de salir de YPF. El consejo que dan a sus clientes es que retengan las acciones de la empresa por las perspectivas que ofrece a futuro, más allá de los movimientos especulativos de corto plazo.

El principal inversor privado de YPF es el empresario mexicano Carlos Slim, con el 4,81 por ciento del paquete accionario. Le sigue el fondo de inversión Lazard Asset Management, con 4,15 por ciento, quien le compró la mayor parte de sus papeles a Repsol, luego de que ésta llegara a un acuerdo con el gobierno argentino por la expropiación de YPF. En tercer lugar se ubica el fondo Mason Capital, con el 4,0 por ciento, y después viene Soros, que quedó con el 3,5. Más atrás le siguen los citados Perry Corporation, con 1,86, y Third Point, con 1,59.

Soros tiene una historia de más de dos décadas de inversiones y retiradas del país. Su ingreso se produjo a principios de los ’90 cuando se asoció con Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin en IRSA, que luego pasaría a controlar el Banco Hipotecario. Junto a ellos también fue parte de Cresud, dedicada a inversiones agropecuarias a gran escala. Soros llegó a ser dueño de más de 400 mil hectáreas en el sur de país. Sin embargo, su encantamiento con el menemismo y la Argentina neoliberal chocó años más tarde con la realidad del derrumbe de ese modelo económico. El financista lo vio venir y en mayo de 2000, a seis meses de asumido el gobierno de la Alianza, empezó a desandar el camino. Vendió su participación en IRSA, que para entonces ya era dueña de la mayoría de los shoppings del país, en Cresud y se alejó de la Argentina por más de un lustro.

Su reaparición pública se produjo en 2006, durante una gira del entonces presidente Néstor Kirchner por Nueva York. El magnate le anunció allí que desembolsaría 500 millones de dólares para producir bioteanol en el país. La relación con el Gobierno fue buena desde entonces. En septiembre de 2012 Cristina Fernández de Kirchner lo recibió en Nueva York aprovechando su estadía en esa ciudad para una cumbre de Naciones Unidas. Soros le dijo entonces a la prensa que veía un “futuro muy promisorio para la Argentina por su capacidad agroalimentaria”.

La fama internacional de Soros como administrador de fondos especulativos se forjó en 1992 cuando encabezó un ataque contra la libra esterlina, que le permitió embolsar más de 1000 millones de dólares de ganancias luego de forzar una suba de las tasas de interés por parte del Banco de Inglaterra. Ese episodio lo convirtió en una figura de las finanzas. Ahora, con sus 83 años, apuesta a positivo por el crecimiento de YPF.

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