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Economía|Miércoles, 8 de octubre de 2003
DURO ATAQUE DEL MINISTRO A LA CONVERTIBILIDAD EN LA FUNDACION MEDITERRANEA

Palos de Lavagna a Cavallo en su casa

Respondió a los que le critican la falta de plan haciendo un severo contrapunto con el que implementó Cavallo en los ‘90. Pero también culpó a la clase empresaria de haber sido cómplice del desastre. En tono filoso incitó a apostar por una nueva generación empresaria “de 35 a 40 años”, menos que la edad de los presentes.

Por David Cufré
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Lavagna y la deuda con los privados. “No vamos a hacer acuerdos en base a la urgencia de volver a los mercados de capitales.”
Uno a uno, casi al pasar, Roberto Lavagna fue destrozando los pilares que Domingo Cavallo montó durante sus años en la gestión pública. Lo escuchaban los socios de la Fundación Mediterránea, (ex) ámbito cavallista por excelencia. Con tono académico, el ministro de Economía se sumergió en la polémica sobre la existencia o no de un plan económico, y a medida que intentaba demostrar que sí lo hay, hacía constantes referencias al pasado. No por casualidad, todas vinculadas con quien fue la estrella de la Fundación, gran responsable de que los ‘90 hayan sido, en opinión de Lavagna, “la década desperdiciada”.
El jefe del Palacio de Hacienda recordó la estatización de la deuda del ‘82, criticó la “irracional” apertura comercial de los ‘90, calificó a la reforma previsional del ‘94 como “un salto al vacío”, reprochó que en el ‘95 ya eran evidentes los desequilibrios de la convertibilidad y llegó a diciembre de 2001, cuando el intento de aplicar una política de shock -evaluó– sólo encendió el polvorín. Todo ello, identificando a los empresarios, los mismos que seguían su discurso, como sostenes y responsables últimos de lo ocurrido. “Esas políticas han contado explícita o implícitamente con el apoyo de los sectores empresariales grandes y medianos, aunque existen por cierto honrosas excepciones”, recriminó.
Lavagna había postergado tres veces su visita a la Fundación Mediterránea. La última, la semana pasada, al tener que viajar a Nueva York. Lejos de asumirlo como un desplante, los empresarios y economistas que componen la entidad lo recibieron ayer con los mismos honores que por años sólo dedicaron a Cavallo. Un comité de bienvenida, encabezado por Fulvio Pagani, presidente de la Fundación, lo esperó y lo acompañó al lujoso salón del Hotel Alvear donde se desarrolló el almuerzo.
Los discursos previos al del ministro, de Nadín Argañaraz, economista jefe del Ieral (instituto de estudios de la Mediterránea), y del propio Pagani, fueron elogiosos y esperanzados. Por ejemplo, Argañaraz comentó que el Ieral elevó de 6,1 a 7 por ciento su pronóstico de crecimiento para este año, con un arrastre de por los menos 2,3 puntos para 2004.
Tanta gentileza y buenos tratos, sin embargo, no inhibieron el estilo filoso con que Lavagna gusta presentarse. A pesar del cimbronazo, Pagani le agradeció con entusiasmo su disertación y lo invitó formalmente a asistir, los próximos días 30 y 31, al encuentro anual de la Mediterránea, que culminará “con nuestro tradicional asado criollo” un día más tarde. El anfitrión, hijo del fundador de la Mediterránea e integrante de la familia dueña de Arcor, dijo sentirse contento con la propuesta presidencial de rearmar una burguesía nacional.
Entre el resto de los asistentes –banqueros, ejecutivos y embajadores– había muestras de fastidio, sobre todo porque Lavagna los acusó directamente por “los resultados de los últimos 30 años (que) no han sido buenos”. Y dijo que hay que apostar a una nueva generación empresaria, “a los que tienen entre 35 y 40 años”. Casi todos los presentes tenían más edad, por lo que creció un rumor de desaprobación en todo el salón. Tampoco les gustaron las categorías que Lavagna utilizó para describirlos:
- “Los rentistas”, que aprovecharon “los modelos basados en el atraso cambiario”. El ministro dijo que durante 17 años, de los que transcurrieron entre 1975 y 2001, el peso estuvo sobrevaluado. “La experiencia de la tablita les indicó el camino a recorrer.”
- “Los gerentes de inversiones extranjeras”. “Muchos de ellos están en el sector de demanda protegida de servicios públicos privatizados.”
- “Los que se manejan por ideología”. “No corresponden a las categorías anteriores, pero por ideología han preferido creer en el modelo-milagro, sin prestar suficiente atención a lo que ocurría en el cuerpo social.”
Tras esa enumeración, Lavagna sostuvo que “los primeros ya no están, los segundos deberán adaptarse al nuevo contexto, que por cierto es más difícil y les exigirá mayor capacidad, y los terceros son un signo deinterrogación”. Y se preguntó: “¿Querrán cambiar a favor de un capitalismo serio, no prebendario, competitivo? No lo sé”, dejó abierto.
Aunque el centro de su exposición fue criticar a Cavallo en su casa, y también a quienes lo apoyaron, el titular de Economía entregó una serie de definiciones importantes sobre la coyuntura. La más trascendente estuvo dedicada a la reestructuración de la deuda. “Argentina necesita mucho más de tres o cuatro años para generar condiciones de un regreso responsable a los mercados internacionales”, enfatizó, dando paso al punto al que quería llegar. “No vamos a hacer acuerdos (con los acreedores) sobre la base de la urgencia de regresar al mercado de capitales. Para ser más preciso, no intentamos regresar al mercado de capitales bajo cualquier circunstancia.” Los economistas de la city advierten que se necesita un acuerdo rápido, que facilite la renegociación de las deudas del sector privado y a la vez posibilite al Gobierno conseguir financiamiento externo, para enfrentar los pesados vencimientos de 2005.
Lavagna los contradijo. “La idea de un acuerdo de reestructuración corto, que no sea consistente con la capacidad de pago del país a largo plazo, lo que nos llevaría a una nueva reestructuración en tres o cuatro años, definitivamente no está en los planes del Gobierno”, insistió. El debate recién está empezando, pero Lavagna sorprendió a los empresarios con su opinión.
También causó cierta sorpresa, aunque en este caso les pareció positiva, el hecho de que el ministro haya coincidido con un economista del J.P. Morgan sobre la necesidad de flexibilizar las leyes laborales para las pymes. “Creo que es uno de los capítulos de reformas que deben encararse”, aseguró, sin dar más precisiones. Algo similar había dicho en Dubai, durante la asamblea del FMI. Finalmente, Lavagna volvió sobre las AFJP: “Para lo único que sirvieron –señaló en un ámbito que las respalda– fue para hacer muy buenos negocios con las comisiones.”

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