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Economía|Martes, 12 de marzo de 2002
EL PBI CAERIA ENTRE EL 7 Y EL 9 POR CIENTO EN EL 2002

En el BID temen vuelta al estatismo

Un informe del BID, difundido en Fortaleza, advierte sobre el peligro de que la crisis desemboque en “un retorno a las viejas políticas de control e intervención estatal”. Ese fantasma es una de las cartas que Remes juega para quebrar la apatía de Washington.

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John Taylor, subsecretario del Tesoro norteamericano, ayer, en la reunión de Fortaleza.
Desatendiendo los augurios festivos del presidente Duhalde, consultores privados y organismos internacionales siguen subiendo la apuesta de cuánto caerá la economía este año. Ayer, desde Fortaleza, Brasil, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) difundió un documento en el que pronostica una caída del PBI argentino del 7 por ciento en el 2002. Como es sabido, el equipo de Remes Lenicov confeccionó los números del Presupuesto en base a una caída del 4,9 por ciento, pero esa cifra ya empezó a ser revisada en los últimos días por los propios funcionarios de Economía. De hecho, por ahora en privado, admiten que la caída superaría el 8 por ciento, como plantearon en los últimos días los técnicos de la misión del FMI (ver aparte). A mayor contracción del producto, menor recaudación tributaria y, por eso, en el Fondo exigen más ajuste para cumplir con las metas fiscales. El informe del BID también advierte sobre el peligro de que la crisis desemboque en “un retorno a las viejas políticas de control e intervención estatal” no sólo en la Argentina sino en buena parte de Latinoamérica. Precisamente, el fantasma del regreso del estatismo es una de las cartas más fuertes que Remes empezó a jugar en las últimas horas para tratar de quebrar la apatía de Washington, que no demuestra ningún interés por apresurar la ayuda financiera al país.
“La Argentina está atrapada en un círculo vicioso donde los ajustes fiscales necesarios para dar cabida a la carga de la deuda reducen las perspectivas de crecimiento y minan aún más la confianza”, explicó ayer en su informe el BID, aunque sin siquiera mencionar la posibilidad de que, para salir de esa trampa, Washington debería aflojar con sus presiones por más ajuste, ya sea en la Nación o en las provincias.
El uruguayo Enrique Iglesias, titular del BID, es uno de los representantes de los organismos internacionales que más apoyaron en las últimas semanas a la administración Duhalde para convencer al FMI y el Tesoro norteamericano de soltar la postergada asistencia financiera.
Sin embargo, leer las conclusiones del documento publicado por el BID sirve para entender mejor el desinterés de Washington por acelerar los trámites: “La prolongada crisis en la Argentina no ha dado origen a una situación de contagio generalizado en América latina, como podía haberse temido”, se afirma. Justamente, como la crisis argentina se circunscribió a la Argentina, el Fondo Monetario y el Tesoro no tienen prisa por otorgar nuevos préstamos al país y, en cambio, exigen el compromiso firme del gobierno de Duhalde de que antes haga los “deberes”.
Sea como fuere, la carta más fuerte con que cuentan hoy Remes y Duhalde para forzar los desembolsos es azuzar el fantasma del caos que sobrevendría en el país sin el respaldo de Washington. Remes anticipó el domingo esa jugada, cuando, también desde Fortaleza, advirtió que, si no llegaran los fondos, la crisis se agravaría y entonces perderían todos, incluida la “comunidad de negocios”. Más aún, el ministro llegó a mencionar el peligro de una desestabilización institucional: “Somos la última oportunidad para llegar a las elecciones del 2003”, dramatizó.
Paralelamente, por ahora off the record, los propios funcionarios de Economía dejaron trascender que el ala política del Gobierno analiza un “plan C” en caso de que Washington bajara el pulgar. Tal plan, especulan, significaría una vuelta al estatismo y al proteccionismo económico; es decir, implicaría demoler las “reformas estructurales” propiciadas por Washington en la región durante la última década.
El creciente rechazo entre los latinoamericanos de los preceptos de Washington fue uno de los temas principales de la reunión anual del BID. Y, de hecho, en uno de los párrafos más destacados del informe conocido ayer se menciona esa preocupación. “No se puede negar que en toda la región reina un ambiente de descontento con la situación económica y de insatisfacción con los resultados de algunas de las reformas económicas”, reconoce el banco. “¿Habrá retroceso en la modernización de las economías y un retorno a las viejas políticas de control e intervención estatal?”,se pregunta. La respuesta, para la entidad, depende de lo que suceda en la Argentina.
“América latina se encuentra estancada económicamente y ante una encrucijada entre la modernización y el retroceso que será decidida en gran parte por el desenlace de la crisis en la Argentina”, sostiene primero. Y más adelante insiste sobre el team: “La probabilidad de una reversión de las políticas será menor en la medida en que se pueda encontrar rápidamente una solución duradera a la situación de la Argentina, de forma que pueda evitar el contagio a otros países”, asegura. Una conclusión que tanto Remes como Duhalde intentarán aprovechar en la negociación con el Fondo.

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