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Economía|Lunes, 17 de agosto de 2015
Temas de debate Qué estrategia esconde China detrás de la devaluación del yuan

Jugada que despierta sospechas

Las autoridades confirmaron que fue una devaluación para corregir el tipo de cambio con mayor información del mercado. Sin embargo, algunos especialistas manifiestan que buscan abaratar sus productos para dar un impulso a las exportaciones.

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Producción: Tomás Lukin

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Competitividad no-precio

Por Alejandro Fiorito *

Las recientes devaluaciones de China acumulando un 4,4 por ciento desde el martes pasado han generado diversas especulaciones sobre las consecuencias que podrían inducir. La posibilidad de la ocurrencia de una “guerra de monedas”, por ejemplo, entre el dólar y el yen, y el encadenamiento devaluatorio de otras economías vinculadas comercialmente como el euro y la rupia en pos de recuperar la competitividad perdida.

Las autoridades chinas han confirmado que fue una devaluación “de una sola vez” en pos de corregir el tipo de cambio con mayor información del mercado en su determinación y sin ningún viso de convertirla en una tendencia devaluatoria. Sin embargo, algunos especialistas, manifestaron su sospecha que el ceder lugar a las determinaciones de mercado del tipo de cambio, encubre en realidad el abaratar los productos chinos para dar un impulso a sus decrecientes exportaciones (8,3 por ciento en el último año).

Pero sólo un extendido consenso convencional sobre un “optimismo” de las elasticidadesprecio del comercio hace decir que una devaluación puede tener tan importante efecto de corrección en el comercio. Fundamentalmente cuando China ha hecho en todos estos años un enorme trabajo de mejoras de productividad real con revaluaciones. En efecto, algunas regresiones chinas, muestran al revés, que existe allí también una inelasticidadprecio agregada, esto es que las variaciones del tipo de cambio (no el nivel) tienen un efecto limitado en exportaciones e importaciones en general. Así, la principal consecuencia de las devaluaciones es una redistribución regresiva al interior de dichas economías. El comercio depende de la elasticidadingreso: si crece el mundo, crecen las exportaciones chinas, y si crece el país, crecen las importaciones.

El proceso de fuerte industrialización china que se potenció dislocando a las industrias manufactureras regionales desde los noventa, logró cambiar los precios relativos internacionales (viento de cola) por medio de muy bajos costos laborales pero fundamentalmente por una creciente productividad laboral, transmitidos por sus exportaciones de manufacturas industriales al mundo desde el 2002 a partir de su entrada en la OMC.

Se suele considerar que China crece liderado por exportaciones pero sin embargo, el grueso del impulso de demanda que motoriza el alto crecimiento chino hasta hoy (7 por ciento es enorme en este contexto mundial) es demanda doméstica y no externa. El error surge al hacerse comparaciones incorrectas como el de exportaciones sobre producto (X/PIB), que sería similar a comparar ventas sobre ganancias, por ejemplo, Malasia en el 2006 reportó un 104 por ciento a dicha relación, pero eso no significa que el sector exportador es más grande que la economía misma. Para comparar correctamente, hay que sacar el contenido importado de las exportaciones y restar los insumos que provienen de otros sectores domésticos.

Así, las recientes medidas habría que ubicarlas más bien, en un tema de una corrección financiera como el “carry trade” que involucraba una segura revaluación del yuan y a su intento de integrar la canasta de monedas del DEG del FMI, más que a un tema comercial.

China es un socio estratégico de EE.UU.

Es un error suponer que existe hoy desde China el intento de desplazar con su moneda al dólar como moneda de reserva mundial. El renmimbí no es aún siquiera una moneda convertible, mientras que el dólar se mantiene estable desde hace años con el 64 por ciento de las tenencias en el mundo incorporando a los bancos centrales de otros países (Cofer).

China es un socio estratégico de Estados Unidos y estas medidas más allá de su carácter coyuntural, son consensuadas con la economía principal. En la guerra fría, la estrategia de Estados Unidos en limitar el avance de la ex URSS lo llevó a un plan de sostenimiento económico de la recuperación de Japón, luego Corea y Taiwán y cuyo último país en “invitar a desarrollar” fue precisamente China, desde la reunión cumbre entre Nixon y Mao en 1972. El juego actual de China –y hasta que no llegue a disputar otros terrenos como el control militar de los océanos con Estados Unidos– no cuestionará la hegemonía económica norteamericana ni sobre la moneda sino más bien que apuntará a establecer su hegemonía regional.

* Profesor UNLU y coordinador en SID baires.


Factor geopolítico

Por Ariel M. Slipak *

La caída del Indice de Shanghai que se inició el 12 de junio y se extendió durante casi todo el mes de julio y la reciente devaluación del yuan, de un 4,6 por ciento en tan solo tres días, llevaron a muchos analistas a exponer una economía china plagada de debilidades y al borde de un colapso. Algunas explicaciones hasta exponían que era consecuencia de un ritmo de crecimiento más lento, que durante el período 1978-2011 fue aproximadamente de un 9,9 por ciento anual y a partir de 2012 se desacelera promediando un 7,5 por ciento con tendencia decreciente. Lo cierto es que el propio Plan Quinquenal que el gobierno de China presenta en 2011 apunta a que en su crecimiento prepondere el consumo interno, tirado por mayores salarios reales en lugar de ser una gran plataforma exportadora como hasta ese momento. De hecho hasta se han migrando varias etapas productivas de menor contenido de valor agregado a países de su periferia asiática como Myanmar, Laos o Vietnam. Precisando, la desaceleración de la economía de este país ha sido planificada. En cambio, la devaluación del yuan sigue un camino contradictorio con lo trazado en el Plan Quinquenal, por lo que debe tener necesariamente alguna explicación de carácter geopolítico.

Mientras varios medios mostraban a una “débil economía china”, la revista Fortune publicaba el ranking 2015 con las 500 empresas de mayor facturación global, de las cuales 98 son de capital chino y en su mayoría estatales. Se destaca en el segundo lugar la estatal hidrocarburífera Sinopec, asociada a YPF para la explotación no convencional en Vaca Muerta.

Actualmente, China disputa con Estados Unidos el primer puesto como primera economía del planeta, ostenta el primer lugar como exportador mundial de manufacturas y se ha consolidado como una potencia en los planos financiero y tecnológico. Se trata del tercer emisor global de IED, el primer prestamista del Tesoro de Estados Unidos y actualmente 40 bancos centrales emplean el yuan como moneda de reserva.

Hace varios años, China viene solicitando incrementar su poder en el sistema de entidades financieras internacionales como el FMI. La devaluación del yuan se enmarca en una puja por que esta moneda se incorpore a la canasta que compone los Derechos Especiales de Giro (DEG) del organismo mencionado.

En las potencias tradicionales, si bien la mayor parte de las reacciones iniciales ante la devaluación del yuan ha sido preocupación por el abaratamiento de las manufacturas provenientes de China, debe considerarse también que esto implica una reducción de las deudas que tienen varios países con este país. Lo que resulta contradictorio para la propia China es que esta devaluación va en detrimento de que varias economías encuentren nuevos alicientes a posicionar sus reservas en yuanes como lo venían haciendo.

Dado que China como primer consumidor mundial de energía, soja, cobre, estaño, zinc, carbonato de litio, y segundo en cuanto al petróleo, viene realizando importantes inversiones en infraestructura en América latina para abaratar y facilitar su extracción, sería extraño que estos cambios coyunturales impliquen una reducción en el flujo de inversiones orientales en la región. Queda pendiente una necesaria reflexión sobre si son éstas las inversiones que requiere la integración de los pueblos latinoamericanos.

Desde el plano comercial, esto sí debe ser mirado con preocupación. Desde el inicio de la segunda década del siglo XXI, podemos observar que varios países de la región –como Brasil y Argentina– pierden los mercados de la región en varias Manufacturas de Mediano Contenido Tecnológico (MMT) y en el caso de Brasil en Manufacturas de Alto Contenido Tecnológico (MAT). En el sector automotor, durante los últimos años los dos tradicionales socios del Mercosur se reemplazan mutuamente por China como proveedores de autopartes como paragolpes, cinturones de seguridad, cabinas, cajas de cambio ruedas y otras partes. Por ejemplo, para el año 2010 Argentina representaba el 15,6 por ciento de las compras brasileñas de este rubro y China tan sólo un 3,6 por ciento. Para 2014, las compras de autopartes a nuestro país descienden a un 10,5 por ciento y las efectuadas al país oriental alcanzan el 6,3 por ciento. La devaluación del yuan, acompañada de una creciente tendencia de los países de la región a encontrar conveniente negociar de manera bilateral con China sin encontrar intereses mutuos como países de una misma región, seguramente contribuirá a seguir horadando la integración de cadenas de valor sudamericanas, tan necesaria para la generación de empleos y agregación local de valor. El desafío es reflexionar críticamente sobre la vinculación con China en pos de que los vínculos no resulten tan asimétricos con los países de la región.

* Economista (UBA). Docente (UNM y UBA). Becario Conicet.

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