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Economía|Miércoles, 26 de agosto de 2015
Página/12 accedió al libro donde se detalla cómo profundizar el modelo productivo con un mercado interno pujante

Plan de desarrollo para un gobierno de Scioli

El candidato del Frente para la Victoria presentará como una hoja de ruta para su eventual mandato un libro elaborado desde hace un año por la Fundación DAR, donde se detalla cómo pasar de la etapa del crecimiento al desarrollo.

Por Claudio Scaletta
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Los lineamientos para el desarrollo parten de catorce cadenas de valor, que representan a treinta y seis sectores estratégicos de la economía.

Página/12 accedió en exclusiva a la primera versión de los Lineamientos para el desarrollo económico y productivo de la Argentina, el extenso libro del plan con el que Daniel Scioli se prepara para afrontar la gestión a partir del 10 de diciembre si resulta electo presidente. Una etapa a la que se denomina de “desarrollo” después de doce años de “crecimiento con inclusión”. Aunque en todo momento se enmarca a la propuesta como una continuidad absoluta con el proceso iniciado en 2003, se enfatiza la necesidad de una etapa superior: la del “desarrollo estructural”, la transformación de la estructura productiva. El objetivo declarado, ambicioso, es duplicar la producción en los próximos años.

Instrumentos

Para la tarea se proponen fuertes inversiones en infraestructura de transporte, servicios y comunicaciones, con inversión pública directa cuando sea necesario y utilizando como instrumentos centrales la banca de desarrollo, inicialmente a partir de la banca pública ya existente, tanto para profundizar el eslabonamiento entre las distintas cadenas de valor como para financiar los emprendimientos de la producción popular.

Otro de los ejes es la promoción industrial sectorial desde la perspectiva de la integración productiva y el desarrollo de proveedores, donde además del financiamiento público se proyecta profundizar en mecanismos selectivos de compre nacional. En todos los casos pensando en la instrumentación de factores de reciprocidad y límite temporal de la promoción. Se propone como objetivo la sustitución de importaciones en los sectores de bienes de capital, bienes intermedios e insumos difundidos.

En materia de competitividad se descarta de plano el espejismo de conseguirla por la vía cambiaria a través de una devaluación, no sólo porque es un mecanismo que nunca cumplió su promesa de aumentar exportaciones a través de la baja de salarios, sino porque entre los objetivos principales del programa se encuentra el sostenimiento del empleo y el poder adquisitivo. En cambio, todas las energías apuntan al fortalecimiento de la “competitividad real” de la estructura productiva, por eso el énfasis en la infraestructura y el aumento de la productividad a través del empuje al crecimiento, a lo que se suma profundizar la inversión en investigación y desarrollo.

Otro de los aspectos centrales es la eliminación de toda dicotomía entre agro e industria a través del enfoque integrado sobre las cadenas de valor y de comenzar a considerar a todos los sectores como potenciales generadores de divisas. Si bien no hay alusiones directas a la cuestión de las retenciones, los problemas de rentabilidad de los circuitos regionales son abordados desde la perspectiva de la comercialización a su interior, apuntando a los problemas de la apropiación intersectorial de renta como principal causa de reducción de la rentabilidad primaria.

La perspectiva geopolítica explícita es impulsar la integración productiva en el ámbito del Mercosur, la Unasur y la Aladi, buscando “la complementariedad industrial y por medio de la instrumentación de esquemas de comercio administrado en sectores con potencial dinamismo”.

Marco teórico

A grandes rasgos, el plan enfatiza tres componentes.

El primero y central es la creación de empleo de calidad y registrado. El pleno empleo aparece aquí como punto de partida, no de llegada. Es la antítesis del “ofertismo”, una diferencia teórica de grado.

El segundo es “una macroeconomía para el desarrollo”, capítulo que toca una de las cuerdas más sensibles para los economistas cercanos al kirchnerismo más puro: la heterodoxia generada a partir de John M. Keynes y cuyo núcleo consiste en “mantener una demanda pujante” como multiplicador del crecimiento. Esta expresión “demanda pujante” se repite a lo largo del libro. Los componentes de esta macroeconomía son:

- Política fiscal para apuntalar directa e indirectamente el crecimiento: inversión inducida.

- Gasto social e inversión pública clave según objetivos de política social e industrial, no como variables de ajuste en las etapas recesivas del ciclo.

- Estructura tributaria progresiva.

- Coordinación de instrumentos para evitar usar el tipo de cambio como única variable de ajuste ante desequilibrios externos.

- Evitar la volatilidad de los movimientos de capital, particularmente aquellos súbitos y especulativos.

- Programas de inversión pública sostenidos como condición necesaria del desarrollo, como política anticíclica de empleo y como punto de referencia para la inversión privada.

Finalmente, el tercer componente es la propuesta específica de transformación de la estructura productiva, de la oferta, como una condición sine qua non si se quiere sostener la expansión de la demanda sin que la escasez de divisas frene el proceso.

Contenidos

Para desarrollar estos tres aspectos el libro se divide en dos partes. Los dos primeros componentes son tratados en una extensa introducción que se lleva casi un tercio de la obra y en la que se detalla la filosofía del plan, se avanza en un análisis histórico del desarrollo local y comparado con otras experiencias mundiales, y se describen las principales medidas para impulsar el proceso local, tarea que se define como artesanal y fuertemente idiosincrática, es decir, no replicable a partir de otras experiencias y que debe construirse en la cotidianidad, aprender haciendo e interactuando.

En la segunda parte, la más extensa, se describen en detalle las 14 cadenas de valor que se consideran clave, cadenas que a su vez incluyen un total de 36 sectores. Para cada cadena se realiza un balance con propuestas de acción. Estas cadenas son: 1 Automotriz y autopartista, 2 Alimentos y bebidas, 3 Textil e indumentaria, 4 Química y petroquímica, 5 Cuero y calzado, 6 Foresto Industrial, 7 Metalmecánica, 8 Farmacéutica, 9 Software, 10 Materiales para la construcción, 11 Caucho y plástico, 12 Producciones intensivas; florihorticultura, apícola, tabaco, azúcar y fruticultura. 13 Cárnica y derivados, 14 Gráfica. En esta primera versión de los Lineamientos no se incluye el detalle de 38 economías regionales, incluidos enclaves provinciales y tecnológicos, como el Invap y la electrónica fueguina, entre otros, y sus concatenaciones insumo producto en las que el equipo de DAR todavía trabaja.

Hoja de ruta

La extensa descripción de las cadenas de valor, con sus potencialidades y desafíos, incluidas en una matriz insumo producto, es probablemente el aporte más potente del plan en tanto constituye el insumo básico para cualquier proceso de desarrollo. Es la fuente para que el Estado sepa qué sectores elegir, financiar y promover y para identificar los cuellos de botella. Sobre estas descripciones hay algunos aspectos que merecen ser destacados:

- El primero es que fue un proceso de construcción de abajo hacia arriba, no un análisis de laboratorio, sino una tarea conjunta con los actores de cada sector. La naturaleza del relevamiento y construcción de la información tuvo dos derivados. El primero, que lograron identificarse con claridad las demandas sectoriales; el segundo, que en las propuestas para cada área predomina un inevitable sesgo ofertista vinculado a la promoción, pero que sería un error no considerarlo en conjunto con la “macroeconomía para el desarrollo”, la demanda pujante. En ningún lado, por ejemplo, se propone que las competitividades sectoriales sean dependientes de las devaluaciones fiscales (bajas de impuestos y aranceles) y como se dijo, tampoco cambiarias. Los tradicionales reclamos empresarios mirando estrictamente sus balances individuales y de corto plazo se descartan de plano.

- El segundo es probablemente uno de los puntos más fuertes del trabajo. En materia de desarrollo existen algunas verdades básicas, casi de Perogrullo para quienes están interesados en la materia, esos axiomas que “sabemos todos”: maximizar la agregación de valor en origen, sustituir importaciones presentes y futuras, aumentar exportaciones, generar financiamiento. Pero hechas las afirmaciones, el paso siguiente es armar la hoja de ruta para saber cómo se consigue en la práctica el objetivo de transformar la estructura productiva. Hasta el presente ninguna propuesta electoral había elaborado un verdadero plan de desarrollo. Las propuestas de política normalmente consistían en una sumatoria de medidas sin ton ni son, normalmente originadas en reclamos sectoriales y de clase, orientadas a satisfacer la demanda electoral momentánea. Los lineamientos elaborados por DAR son en cambio un cuerpo orgánico para el desarrollo que trasciende la coyuntura y construyen a través del análisis de los circuitos productivos, una verdadera guía. En este sentido, el trabajo recupera la tradición del estructuralismo latinoamericano y de los macroeconomistas argentinos que pensaron estos problemas desde mediados del siglo pasado.

Finalmente, una cuestión de contexto político. El extenso libro cuenta con cinco prólogos, del propio Daniel Scioli; de José “Pepe” Scioli, titular de la Fundación DAR que llevó adelante el trabajo desde mediados de 2014; de los ministros bonaerenses Alejandro Arlía (Infraestructura) y Cristian Breitenstein (Producción, Ciencia y Tecnología), y finalmente, de los coordinadores del área de desarrollo económico y productivo de DAR y probables autores directos de la obra, los economistas Mercedes La Gioiosa y Sergio Woyecheszen. Puede suponerse entonces que el “núcleo duro” sciolista avala el enfoque teórico-filosófico de la propuesta, graficado en su bibliografía, un enfoque que se encuentra en los antípodas de los planes de la oposición política, pero también de muchos economistas conservadores que aparecen en los medios como representantes del sciolismo y que deberán ahora, como mínimo, sentarse a estudiar las más de 300 páginas de los Lineamientos.

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