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Economía|Sábado, 2 de enero de 2016
Sturzenegger expuso cuáles serán los planes de la autoridad monetaria para el 2016

En el Central van por las metas de inflación

El compromiso de mantener a raya los precios se presenta atractivo, pero las herramientas con las que la autoridad monetaria pretende lograrlo implican costos en materia de estabilidad financiera, empleo e inclusión social.

Por Tomás Lukin
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Sturzenegger confirmó su determinación por recuperar la matriz neoliberal que rigió en el BCRA hasta 2012.

El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, tiene decidido instalar un régimen de metas de inflación, un diseño institucional para la autoridad monetaria que subordina los objetivos de crecimiento, empleo y equidad social al combate de los aumentos de precios. El primer documento oficial de la gestión de Sturzenegger al frente del BCRA confirma su determinación por recuperar la matriz neoliberal que rigió en el organismo hasta la reforma de la Carta Orgánica de 2012. La liberalización de las regulaciones del mercado cambiario, el incremento en las tasas de interés y el estímulo al ingreso de capitales financieros comenzaron a delinear los pilares centrales para el sostenimiento de esos esquemas de disciplinamiento de precios a través de la política monetaria y cambiaria. La estrategia de control de precios que plantea el nuevo banquero central requiere de un mayor grado de apertura comercial.

“El primer objetivo será velar por la estabilidad monetaria de la economía argentina. Dicho propósito implica priorizar la disminución de la tasa de variación de los precios domésticos, hasta niveles semejantes a los que hoy en día experimentan las economías emergentes que manejan su política monetaria con sistemas de metas de inflación”, afirma la nueva conducción del BCRA en el informe “Objetivos y planes respecto del desarrollo de la política monetaria, cambiaria, financiera y crediticia para el año 2016”, divulgado anteayer. En un escenario de bajo crecimiento con inflación, el compromiso por mantener a raya los precios se presenta atractivo. Pero, las herramientas con las que se pretende lograrlo implican costos en materia de estabilidad financiera, empleo e inclusión social, las otras tres metas que debe perseguir el Banco Central.

Sturzenegger no estará solo en su transformación institucional del BCRA. Contará con la asistencia del ministro Alfonso Prat-Gay que, once años atrás, fracasó en su intento de establecer ese esquema macroeconómico: “El Gobierno va a establecer una meta de inflación creíble que va a ser tomada como referencia por empresarios y sindicatos”, prometió el miércoles el funcionario. En esa misma intervención reveló la función reguladora del conflicto que ocupará el mercado de trabajo la nueva configuración macroeconómica: “A partir de esa meta se establecerá un nivel de salarios que estará un poco por encima de la inflación para que permita una recuperación del poder adquisitivo, siempre y cuando esto no implique pérdidas de empleo”, advirtió el titular del Palacio de Hacienda.

El cuestionamiento a las metas de inflación no recae sobre su efectividad para controlar precios sino en sus consecuencias. Durante una entrevista con Página/12 en 2013, el economista Aldo Ferrer ofreció una contundente explicación: “Lo peor que podés hacer para controlar la inflación es apreciar el tipo de cambio y ofrecer altas tasas de interés para que ingresen capitales de corto plazo como sucede en Brasil. La estrategia ortodoxa de las metas de inflación es fatal para los sectores populares y la industria. En cambio, beneficia a las elites financieras. El gobierno de Brasil tiene objetivos muy parecidos a Argentina en materia de inclusión social, redistribución y soberanía. Pero en materia cambiaria y monetaria son ortodoxos y eso afecta a su crecimiento y a la industria. Ese esquema le otorga estabilidad de precios pero muy malos resultados en materia de desarrollo”. La recesión de Brasil revitaliza las preocupaciones de Ferrer.

Las metas de inflación son la etapa superior del monetarismo: “En función de la dinámica inflacionaria observada, el Banco Central buscará determinar la evolución de los agregados monetarios que considere consistentes con el comportamiento pretendido de los precios domésticos”, explica el documento del BCRA, exponiendo su compromiso con aquella teoría fundada por Milton Friedman.

“El día que abrimos el cepo nos visitó Joseph Stiglitz, aprovechamos para charlar sobre política antiinflacionaria”, informó Sturzenegger a través de su cuenta de Twitter el pasado 18 de diciembre. El contenido del intercambio no trascendió pero la posición del prestigioso economista estadounidense ante la propuesta de las autoridades argentinas se puede rastrear fácilmente en sus publicaciones: “La fijación de metas inflacionarias dice que siempre que el aumento de los precios supere un nivel que se ha puesto como objetivo, es necesario elevar las tasas de interés. Esta receta poco sofisticada se basa en escasa evidencia empírica y teórica; no hay razón para esperar que, independientemente de la causa de la inflación, la mejor respuesta sea aumentar la tasa de interés. Uno esperaría que la mayoría de los países tuviera el sentido común de no implementar metas inflacionarias; vayan mis condolencias a los desafortunados ciudadanos de los que lo han hecho”. En el artículo publicado por Project Syndicate en 2008, el profesor de la Universidad de Columbia explica cómo se logra bajar la inflación en esos esquemas: “Elevar los tipos de interés puede reducir la demanda agregada, lo que puede aminorar el ritmo de la economía y amortiguar el aumento de los precios de ciertos bienes y servicios. Sin embargo, a menos que se lleve a un nivel intolerable, estas medidas por si solas no pueden reducir la inflación a los niveles que hayan sido puestos como objetivo. Casi con seguridad eso implicaría una marcada desaceleración económica y un alto desempleo. La cura sería peor que la enfermedad”.

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