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Economía|Jueves, 12 de mayo de 2016
Broda auguró un costo “altísimo” por no haber hecho el ajuste fiscal

“Dólares no llovió ninguno”

El ultra neoliberal Miguel Angel Broda admitió que todos los indicadores económicos “de corto plazo vienen flojos”. A su criterio, inflación y déficit fiscal son los más preocupantes, por la “extrema moderación” del Gobierno.

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Miguel Angel Broda expuso ayer en el IAEF. Calculó en 25 por ciento la inflación del primer semestre.

Tras repasar las dificultades del contexto externo, el economista Miguel Angel Broda, un ultra neoliberal que el ex presidente Carlos Menem tuvo en cuenta como probable sucesor de Domingo Cavallo, admitió que “todos los indicadores de corto plazo vienen flojos”. Pero el diagnóstico negativo de Broda sobre la marcha de la inflación y el déficit fiscal no tienen que ver con una crítica a las medidas del gobierno que han provocado recesión y caída de los ingresos en la mayoría de la población. Al contrario: a su juicio, el gobierno de Macri ha elegido un camino “extremadamente moderado” postergando un ajuste más profundo que, según entiende, sería necesario para un regreso a la “normalidad”.

Broda estimó que en abril la inflación alcanzó el 6 por ciento, y proyectó un 3 por ciento “de piso” para mayo, 2,5 en junio y 25 por ciento en el primer semestre, con lo cual “llegamos a las metas muy prematuramente anunciadas para todo el año”. Estas apreciaciones fueron parte de su exposición durante el 33º Congreso del Instituto Argentino de Finanzas (IAEF), en el que compartió panel con el ex presidente del Banco Provincia Gustavo Marangoni. “La inflación subyacente no cae –prosiguió Broda– y si no se hubieran apreciado las monedas de los países vecinos, el tipo de cambio de hoy estaría igual al de abril de 2015 y 15 por ciento debajo del de noviembre de 2013”, cuando el dólar a su criterio estaba tan bajo que “hubo necesidad de devaluar en enero de 2014”.

El economista del estudio homónimo subrayó que “dólares no llovió ninguno: tenemos 7 mil millones más de reservas, pero 5 mil son prestados y sobraron 7 mil millones de la colocación externa” por sobre las necesidades para cancelar los pagos reclamados por los fondos buitre. Alertó acerca de que “el déficit fiscal sube y se crean nuevas erogaciones, pero nunca se anuncia que otro gasto disminuye o que otra recaudación sube”, y que “tampoco bajará la inflación con aumentos salariales en paritarias de 35 a 38 por ciento”. En materia de financiamiento, agregó, “tenemos un agujero aun con las casi 5 mil millones de letras en dólares que se van a colocar y los 100 mil millones de renovación en el mercado interno”. “El costo de no haber ajustado fiscalmente es altísimo y probablemente haya alguna colocación en el mercado interno” para tapar el agujero fiscal, aunque auguró además que “seguramente habrá un importante blanqueo de capitales”.

Broda anticipó que “tenemos tres o cuatro meses muy difíciles, con alta conflictividad social, caída del producto también en el tercer trimestre, después de una baja estimada en 2,8 por ciento para el segundo y con confianza en el gobierno cayendo: es el fin de la luna de miel”. Estimó, sin embargo, como un valor a favor del gobierno la “extraordinaria confianza del mundo” en el gobierno nacional, lo que refleja, a su criterio, que el presidente Mauricio Macri abre una “oportunidad de inflexión en 70 años de decadencia”.

En febrero de este año, Broda ya evaluaba que “el presidente y su equipo han elegido una salida extremadamente gradual, cuyos objetivos son hacer el ajuste fiscal un poco más adelante y bajar moderadamente la tasa de inflación; por ahora no hay ningún ajuste fiscal”. También criticaba en esa oportunidad que “el Presidente ha asumido que es un presidente de transición, que puede hacer algunas cosas sin descuidar la gobernabilidad, y las concesiones han sido un poco mayores de las que se esperaba”.

Por su parte, Gustavo Marangoni señáló que la economía real sigue “sin ver la luz al final del túnel”, advirtiendo sobre el empeoramiento de las condiciones en el frente interno”. “Aumenta la inflación, sigue la caída del poder adquisitivo y del consumo, baja la actividad y se pierden empleos, mientras la descoordinación gubernamental opera sobre las expectativas”, apuntó el ex funcionario bonaerense. “Después de la inyección de demanda de 2015, pasar a la inversión como motor de la economía puede afectar al consumo, que representa 75 por ciento de la actividad, y es la variable que miran los empresarios para tomar decisiones”. Marangoni manifestó además su “temor de que se reedite la tentación del anclaje cambiario, la dureza monetaria y la recesión, como remedio para la inflación”.

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