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Economía|Sábado, 20 de marzo de 2004
ANTONIO PALOCCI, MINISTRO DE ECONOMIA DE LULA

Mensaje para la Argentina

A los 20 años, Antonio Palocci era militante en una de las corrientes del trotskismo. A los 31, asumió como alcalde y lo primero que hizo fue promover la privatización de la empresa telefónica local. A los 42, ocupa el Ministerio de Hacienda brasileño, tiene como principal asesor a un economista ultraliberal, aplica una política ortodoxa y es el nuevo alumno ejemplar del FMI y el poder financiero. El último martes, este funcionario clave del gobierno de Lula da Silva puso en riesgo el acuerdo con Argentina que une a los dos países frente a los organismos de crédito. Palocci quería ablandar el texto para no ganarse un problema con los mercados. Lula, finalmente, lo hizo retroceder. Pero el ministro se sacó las ganas de marcar diferencias. En un seminario en Londres, sostuvo que es necesario aplicar políticas “duras” y que no hay que echarle la culpa de ello al FMI.
“Yo no puedo andar diciendo que no bajo el superávit primario porque el Fondo no me deja. ¿Qué es eso?”, protestó Palocci anteayer, durante una exposición ante 70 inversores y analistas financieros en el Banco de Inglaterra. “Tenemos que asumir las políticas duras que aplicamos. Eso de culpar a los demás conduce al quiebre de nuestros gobiernos. Si durante uno o dos años ando diciendo que no puedo gastar más por causa de las exigencias del Fondo, el ciudadano se cansará y me mandará al diablo”, enfatizó el ministro de Hacienda.
La convicción de este médico que se ganó la confianza de Lula para conducir la economía brasileña es reconocida por Washington. Mientras el gobierno argentino sostiene una dura pelea con el Fondo y los acreedores por la reestructuración de la deuda, Palocci se esfuerza por mostrar que su país eligió un camino distinto: el de ganarse la confianza de la comunidad financiera, aun a costa de provocar una escisión en el PT. Su declaración ante los financistas de Londres se produjo sólo dos días después de que Lula y Kirchner firmaron la declaración de Copacabana.
Sin embargo, Palocci buscó protegerse políticamente, consciente del malestar que provocarían sus palabras en el gobierno argentino. Cuando la prensa le preguntó si su intención era establecer diferencias con el principal socio de su país en el Mercosur, el funcionario enfatizó que lo que dijo “no tiene nada que ver con la experiencia argentina”. A pesar de ello, Palocci le bajó el tono al acuerdo que acaban de suscribir ambos gobiernos. Según dijo, el entendimiento se refiere sólo al pedido al Fondo para que las inversiones públicas en infraestructura no sean consideradas como gastos. En rigor, el acuerdo va mucho más allá, ya que sostiene que “el superávit primario no debe comprometer el crecimiento”. Palocci fue quien presionó –sin éxito– para que el concepto de superávit primario no apareciera en la declaración final.
Como perdió esa pelea, el ministro le restó importancia al tratado. Dijo que “se trata de un debate institucional, para futuros acuerdos del Fondo con cualquier país”. También enfatizó que la alianza con Argentina no es para constituir “un club de deudores”, lo que realmente preocupa a los mercados. En cuanto al eje de su discurso en Londres, Palocci insistió en que “en nuestro continente es muy común que los gobiernos tomen préstamos y luego critiquen al Fondo”. Por eso, denunció que hay países que mantienen “relaciones falsas” con el organismo. “Ese tipo de actitud no existe en el mundo moderno. Tenemos que ser transparentes. Todas las decisiones duras yo insisto en anunciarlas como nuestras”, concluyó.

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