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Economía|Lunes, 13 de septiembre de 2004

Para Krueger, a Menem le faltó más menemismo

La número dos del FMI dijo que “después de los éxitos iniciales de los ’90, las debilidades estructurales no fueron advertidas por las autoridades”, que debieron haber hecho más.

Por Claudio Scaletta
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Según Krueger, Menem debió haber hecho más para consolidar todo.
Habló del “problema fiscal” y la flexibilización laboral.
“La devaluación por sí misma no pone fin a las crisis y la confianza sólo será restaurada si se solucionan los problemas económicos subyacentes que llevaron a la crisis.” Lo dijo la subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, refiriéndose, por supuesto, al caso argentino. Su recomendación fue volver al camino de las “incompletas” reformas aplicadas en la década pasada.
Al menos en algunos aspectos el mundo es un lugar seguro. Podría decirse que hasta rutinario. Los mismos personajes, cualesquiera sean las circunstancias, repiten siempre los mismos argumentos. Krueger, lo mismo que cualquier otro integrante del FMI, lleva esta previsibilidad hasta la caricatura. Pero no es tontería, sino recitar el credo: si los países liberalizan su comercio exterior, sus sistemas financieros y sus mercados de trabajo alcanzarán al mejor de los mundos. Si la realidad demuestra que incluso la persistencia en las recetas no produce los efectos prometidos no importa, la respuesta también será de manual. Las reformas, se sostendrá, no fueron aplicadas completamente.
En un seminario en la Universidad de Nottingham, Reino Unido, la número dos del Fondo habló sobre “Reformas económicas en los países en crisis”. La cosa parece ser siempre un problema de Gasto. “La disciplina fiscal tiene que ser un componente clave de un profundo y sólido programa de reformas. Su ausencia fue claramente la principal causa en la reciente crisis argentina”, comenzó.
“La efectiva implementación de reformas estructurales fiscales y en el mercado laboral podría haber hecho lo suficientemente robusta y flexible a la economía para anticiparse a los shocks y así podría haberse evitado el colapso resultante del abandono del plan de Convertibilidad”, señaló Krueger.
Aunque en la Argentina el programa de reformas del Consenso de Washington se aplicó durante casi una década, la funcionaria insistió en que “la perseverancia es crucial y las reformas tienen que ser continuas. No hay margen para hablar de fatiga de reformas. Las reformas traen la flexibilidad necesaria para que las economías se adapten exitosamente a los cambios en la economía global”.
La economista estadounidense remarcó que la liberalización del comercio permitió a muchos países tener tasas de crecimiento altas durante mucho tiempo y destacó el ejemplo de la economía chilena, país que todavía carece de una clase media desarrollada y en el que los frutos de un crecimiento de base agroindustrial se concentraron en manos de una reducida fracción de la población.
“Cuanto más profundo sea un programa de reformas, por su rango y velocidad de implementación, más serán las probabilidades de éxito”, repitió Krueger. “Los políticos tienen siempre la tentación de hacer lo mínimo necesario para no confrontar con medidas impopulares. Pero eso inevitablemente aumenta el riesgo de que las reformas no conduzcan a los resultados esperados, y en algunos casos se podrá caer en otra crisis o bien en otro paquete de reformas que generará más oposición”, describió poniendo en evidencia la resistencia de los pueblos en adoptar las medidas que los conducen a la felicidad.
“Miren a la Argentina, una economía que aún se está recuperando de la crisis de 2001. Después de los éxitos iniciales de los ‘90, las debilidades estructurales no fueron advertidas por las autoridades y esto le quitó margen de maniobra al gobierno. El sistema de gobierno descentralizado y la falta de incentivos para que las provincias mejoren su performance de recaudación y de baja del gasto hicieron difícil el control fiscal”, explicó.
A tono con un reciente documento del Banco Mundial, Krueger también sostuvo que la “flexibilidad laboral” debe ser uno de los tópicos de cualquier reforma. “La rigidez en las regulaciones del mercado laboral frena el crecimiento del empleo en el sector formal mientras incrementa la magnitud del mercado informal. Nosotros sabemos que cuanto menos rígidas y más flexibles son las normas laborales, mejor será el rendimiento de la economía y las tasas de crecimiento”, explico, aunque en este caso no pudo poner como ejemplo a la Argentina, donde la sanción de la polémica flexibilización, que provocó un escándalo político y la renuncia de un vicepresidente, careció de efecto sobre las variables destacadas por la funcionaria.
Volviendo al caso argentino, la segunda de Rodrigo Rato sostuvo que “las rigideces estructurales quedaron más expuestas a la luz del sistema de Convertibilidad. Pero está claro que el impacto de la crisis podría haberse mitigado si el programa de reformas hubiera sido más ambicioso, si se hubiesen incluido serias reformas en el mercado laboral y si se hubiese solucionado el problema fiscal entre el gobierno central y las provincias”, concluyó.

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