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Economía|Sábado, 27 de noviembre de 2004
DURA CRITICA DE KIRCHNER A LA
POSTURA ITALIANA CONTRA EL CANJE DE DEUDA

Berlusconi, otro que bloquea la salida

El presidente de la Nación responsabilizó al jefe de gobierno italiano de estar jugando en contra de la reprogramación de deuda que impulsa Argentina. “Esperamos que rectifique su actitud”, expresó Kirchner en el discurso que dio en Trelew, justamente en la inauguración de una empresa pesquera de capitales italianos.

Por David Cufré
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Silvio Berlusconi, señalado por Kirchner. Junto a Nicola Stock, Charles Dallara y Bill Rhodes, acusado de operar contra Argentina.
“No hubo ningún reproche para Lavagna; el reproche es para Berlusconi.” Néstor Kir-chner reorientó la mira hacia un blanco muy alejado de su sensibilizado gabinete. Desde la Patagonia, el Presidente hizo algo poco usual para un jefe de Estado: acusó directamente a un par, con nombre y apellido, y lo exhortó a “rectificar” su actitud. Fue al referirse a los problemas con que se topó el Gobierno para llevar adelante la reestructuración de la deuda. Tanto en la Casa Rosada como en el Ministerio de Economía dicen tener información de que el gobierno italiano operó en contra de sus planes para salir del default. Lo habría hecho trabando en su país el canje de bonos, para satisfacer las demandas de bancos y acreedores italianos, como el lobbista Nicola Stock.
“En los peores momentos de Italia, Argentina les abrió el corazón y los brazos (a miles de inmigrantes). Cuando vemos un gobierno de estas características, realmente nos duele y esperamos que rectifique su actitud”, reclamó Kirchner ayer desde Puerto Madryn. Estaba allí para la inauguración de una empresa de capitales italianos, la pesquera Panapesca. “No es un hecho menor que un empresario” de ese origen “esté invirtiendo en la Argentina”, destacó. “Qué distinta” es esa actitud “de la que tiene el gobierno” de Silvio Berlusconi respecto “al comportamiento de la reestructuración de la deuda argentina”, insistió.
Los reproches a Il Cavaliere le sirvieron a Kirchner para cambiar el eje de una semana agitada, que fue la peor de Roberto Lavagna como su ministro de Economía. El Gobierno tuvo problemas para explicar las complicaciones que surgieron para llevar adelante el canje: Lavagna primero culpó a personajes del establishment financiero internacional como William Rhodes, Charles Dallara, Jacques de Larosiere y Stock. Luego dijo que la deserción del Bank of New York para coordinar la operación fue una demostración de que “empezaron a caerse las caretas”. El ala política, en tanto, atribuía al FMI estar detrás de la conspiración, mientras el equipo económico restaba validez a la versión. Todo eso, combinado con cambios de decisión. De la ratificación del canje en el mercado local se pasó a la reprogramación total de fechas.
El único caso en que el discurso oficial no tuvo fisuras fue en el de las acusaciones a los italianos. El gobierno de ese país habría intervenido para que la comisión de valores (Consob) demore su aprobación al intercambio de títulos argentinos. Así lo estaban pidiendo Stock –presidente del Comité Global de Acreedores– y miles de bonistas individuales, quienes buscaban bloquear la reestructuración para que el gobierno de Kirch-
ner se vea forzado a mejorar su oferta. El interés de Berlusconi –según coinciden con el Gobierno fuentes del sector financiero local– sería sacar rédito político de la situación.
“No somos nosotros, los argentinos de bien, los que hemos estafado” a los bonistas italianos, se defendió Kirchner. Fueron “malos gobiernos, gobiernos irresponsables”, indicó, sin hacer nombres. La única referencia fácil de deducir fue a Ricardo López Murphy. “Acá se tuvo que ir un ministro de Economía por el ajuste que quiso hacer, pero este pueblo tiene memoria. Les pedimos que abandonen la soberbia. Ahora resulta que nadie es responsable”, atacó. También responsabilizó a los bancos italianos que “sabían que los bonos que les vendían a sus jubilados eran insolventes” y los “engañaron”. Luego explicó que “nosotros tratamos de honrar nuestras obligaciones, (pero lo hacemos) hasta donde podemos”.
Tras su discurso, el Presidente accedió a conversar brevemente con la prensa. Fue entonces cuando dijo que no le hizo “reproche alguno” a Lavagna por los inconvenientes de los últimos días. “El reproche es para Berlusconi”, remató. A pesar de su desmentida, en ámbitos empresarios y financieros quedó la impresión de que la relación entre Kirch-
ner y Lavagna se lesionó. Las dudas, en todo caso, pasan por mensurar la gravedad del conflicto y sus eventuales consecuencias. Los más tremendistas aventuran que el ministro de Economía dejará el cargo una vez terminada la reestructuración de la deuda.
El Presidente no tuvo necesidad de meterse en temas tan complicados. Sus palabras buscaron llevar tranquilidad y en todo momento le restó dramatismo a la necesidad de reprogramar el canje. El Gobierno “llevará a buen puerto” la operación, prometió, y adjudicó la tardanza a “dificultades administrativas”. Incluso sostuvo que la renuncia del Bank of New York “no es el mayor problema, porque si se consigue un agente fiduciario, se terminó”. Al respecto, confirmó que el equipo económico está trabajando para conseguir un nuevo coordinador.
“La Argentina quiere cumplir, pero defendiendo sus intereses”, volvió Kirchner sobre el tema en Trelew, adonde se trasladó para participar de otro acto. “Algunos quisieran que nos volvamos a arrodillar, pero la Argentina no se arrodilla más.” Para terminar, se acordó del FMI. No dio precisiones sobre cuándo se retomarán las negociaciones para un nuevo acuerdo –Lavagna anteayer admitió que habrá demoras–, pero afirmó que “estos señores del Fondo que ahora se hacen graciosas autocríticas” son parte de quienes se oponen al canje en sus condiciones actuales.

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