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Economía|Miércoles, 13 de julio de 2005
NUEVA RECETA PARA ACABAR CON LA DESIGUALDAD

El FMI apuesta al matrimonio

Por Maximiliano Montenegro
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En Muñeca brava, la humilde Cholito desposaba a Ivo.
En el Fondo Monetario discuten por estos días la verdadera solución para acabar con la desigualdad en la distribución del ingreso: que los galanes ricos se casen con mujeres pobres –en lo posible, bellas empleadas domésticas–, tal como suele ocurrir en las telenovelas latinoamericanas. No es chiste. Después de tantos años de imponer en el mundo recetas económicas que acrecentaron la inequidad, ahora en el organismo están interesados en saber si el amor podría resolver los problemas de los que menos tienen.
El FMI organizó recientemente en Washington un seminario titulado “Matrimonio y desigualdad”, en el que se discutió en qué medida la institución matrimonial podría contribuir a reducir la brecha entre ricos y pobres. Para desgracia, la conclusión a la que llegan en el Fondo es que la mágica fórmula de casarse con alguien adinerado y escalar así en la pirámide social funciona en la realidad para países como Suecia o Australia. Pero en Argentina y en otros países latinoamericanos sólo es una ficción de telenovela. En estas latitudes, no hay forma de salvarse con el matrimonio, porque no es vehículo de movilidad social.
“Las decisiones que tomamos al casarnos tendrán consecuencias económicas a largo plazo no sólo para nosotros mismos, sino también para la sociedad”, dice el último número de IMF Survey, la publicación oficial del Fondo Monetario. Allí se cuenta que en el mencionado seminario, Raquel Fernández, profesora de Economía de la Universidad de Nueva York, presentó un estudio realizado en 34 países sobre el tema.
La primera conclusión es que “en sociedades con una marcada desigualdad las personas son más propensas a interactuar con individuos de su propia condición social, y por lo tanto se casan con gente de un nivel socioeconómico similar”.
“Esta clase de elección no sólo perpetúa la desigualdad existente, sino que la exacerba, creando un círculo vicioso”, afirma la profesora Fernández. Con gente en buena posición económica casándose con “gente como uno”, cada vez habrá menos chicos que accedan a niveles de excelencia educativa y laboral, y en consecuencia mayores niveles de inequidad.
Por el contrario, “en los países en que es más común que los ciudadanos contraigan matrimonio atravesando las líneas de las clases económicas” existe una mayor igualdad educativa y cultural: Suecia y Australia son dos ejemplos.
El estudio no lo dice, pero es difícil que nazca el amor fuera del círculo cuando una parte de la sociedad está encerrada en los countries y el resto sumergida en la pobreza. Por más que siempre pueda haber una Muñeca brava que descubra a su Facundo Arana.

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