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Economía|Martes, 8 de noviembre de 2005

En la timba del salario ganaron blancos y negros

El índice salarial de septiembre reflejó subas en los empleos en blanco, en negro y en trabajadores estatales. Pese a ese alza general, la brecha entre el formal y el informal sigue siendo grande.

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Los salarios, en promedio, subieron 16,1 por ciento hasta septiembre.
De acuerdo con el Indice de Salarios difundido ayer por el Indec, la retribución a los trabajadores creció entre enero y septiembre el 16,1 por ciento, contra una inflación del 9 por ciento. No obstante, la recuperación sigue siendo mayor para los trabajadores del sector privado formal, cuyo índice de salarios creció el 20,4 por ciento, que para los empleados públicos, que avanzaron el 12 por ciento. El índice para los trabajadores en negro, que muestra una expansión del 8,3 por ciento, conserva un deterioro de los ingresos en relación con los precios. En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) aumentó el 11,4 por ciento en los primeros diez meses del año, período en que la inflación fue del 9,8 por ciento. La Canasta Básica Total aumentó algo menos, el 9,4 por ciento.
La conjunción de la evolución de salarios y precios refleja que la recuperación de la economía no beneficia a todos los sectores por igual, sino que algunos indicadores sociales siguen jugando en contra de la porción más postergada de la población. La realidad es particularmente grave para los trabajadores en negro por dos razones: primero, porque sus salarios crecen por debajo de la inflación y segundo, porque la Canasta Básica Alimentaria –que se utiliza para determinar la línea de indigencia, pero que tiene una mayor incidencia en la canasta de consumo cuando menores son los ingresos– aumentó por encima de la inflación (el citado 11,4 por ciento). Esta situación es descripta por los especialistas como una “profundización de la heterogeneidad salarial”. Dado que la velocidad a la que crece el empleo en relación con el crecimiento del producto (elasticidad ingreso/producto) ha disminuido notablemente desde el primer bienio de la recuperación (pasando de 1 a menos 0,4), no existen indicios de que la situación de los trabajadores informales mejore en el mediano plazo. Según el economista Ernesto Kritz, mientras en el último bienio el empleo creció a una tasa anual promedio del 9 por ciento, lo que permitió la creación de 2 millones de puestos de trabajo, en el segundo trimestre de 2005 el crecimiento anualizado fue del 3,6 por ciento. Para 2006, el especialista proyecta una reducción mayor, 2,5 por ciento anualizado. Un crecimiento del 2,5 por ciento del empleo significan unos 350 mil nuevos puestos de trabajo para enfrentar un desempleo que actualmente afecta a 1,8 millones de personas. Si se dejan de lado los planes sociales, el déficit de empleos alcanza a 2,3 millones de trabajadores. Sin dudas, una reducción más lenta del desempleo afectará la capacidad de negociación de los trabajadores.
Aunque desde el Ministerio de Trabajo reconocen la situación de “heterogeneidad salarial” que afecta a públicos e informales, argumentan que la tendencia se ha revertido. Los indicadores del Indec del último mes (septiembre), cuando el índice de salarios para los empleados en negro creció el 2,63 por ciento y para los públicos el 2,08, contra 1,56 por ciento de los formales, serían razón suficiente. En Trabajo también destacan que la mayor recuperación del salario de los registrados fue consecuencia directa de la intervención del Gobierno por medio de los sucesivos aumentos de suma fija y del salario mínimo.
Más allá de estas variaciones, el dato más contundente en materia de distribución del ingreso no surge de los índices de salarios, sino de la evolución de la masa salarial en relación a las ganancias de las empresas. Un reciente estudio del Instituto de Estudios Fiscales y Económicos (Iefe) comparó las evoluciones de la masa de salarios y el PIB nominal, lo que permite saber de manera aproximada que parte del producto se llevan los trabajadores y que parte las empresas y el Gobierno. Según el Iefe, en el segundo trimestre de 2005 los asalariados recibían el 9 por ciento menos del producto total que antes de la devaluación.

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