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Economía|Viernes, 17 de febrero de 2006

Eurnekian negocia con los dueños de Aguas que también son acreedores

Eduardo Eurnekian se reunió ayer con los catalanes de Aguas de Barcelona, luego de hacerlo con los franceses de Suez, para tratar de cerrar la operación. Ambas compañías, además del control de Aguas Argentinas, son los principales acreedores. Eurnekian trabaja junto al Banco Galicia.

Por Cledis Candelaresi
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La abultada deuda de Aguas Argentinas es uno de los puntos centrales para cerrar la operación.

Escoltado por Luis Ribaya, del Banco Galicia, Eduardo Eurnekian concretó ayer reuniones en España con representantes de Aguas de Barcelona, tal como el día anterior lo había hecho en París con los de la gala Suez. El firme y último propósito, avalado por el gobierno argentino, es ingresar como socio de Aguas Argentinas y para ello es clave la negociación cara a cara con los europeos, que no sólo son los principales accionistas de la sociedad adjudicataria sino que son también sus principales acreedores.

Suez y Agbar tienen, respectivamente, un 39 y 25 por ciento de acciones en su poder que, según todo indica, anhelan dejar en manos de algún sucesor. Pero, en particular la firma gala, tiene el doble status de dueña y acreedora de la sociedad, lo que mejora su posición a la hora de negociar con un eventual comprador del paquete accionario.

La clave de ello es que está concretando la recompra de la deuda con organismos multilaterales (BID y Banco Mundial, a través de la Corporación Financiera Internacional, también socia), con una quita que llevaría ese pasivo de 320 millones de dólares a 278. De esta manera se transforma en la principal acreedora de la compañía privatizada. Claro que también figuraría en segmento de deudas contraídas “con privados” en virtud de los créditos que habrían ido otorgando los propios accionistas franceses y españoles a esa firma con sede local.

Ni en la empresa ni en el órgano regulador se avienen a desmenuzar ese cambiante pasivo, que por la vía de reestructuraciones y, eventualmente, alguna gracia, podría transformarse en una carga tolerable para alguien que decida tomar el riesgo de operar el servicio de agua potable y cloacas en esta capital y el conurbano. También hay un silencio cerrado respecto de las condiciones en las que podría ingresar un nuevo socio, lugar para el que se está postulando Eurnekian. Parece que el empresario no se amedrentó ante el cuadro original de un pasivo próximo a los 600 millones de dólares e ingresos pesificados y congelados.

El operador de los aeropuertos nacionales tiene experiencia en la tarea de discutir deudas, en particular cuando fueron contraídas con el Estado. Su propio contrato, el de Aeropuertos Argentina 2000, está todavía en la fase de revisión, a pesar de que un decreto del 2003 aprobó un acuerdo suscripto con la gestión duhaldista. Para aquel año, aún pesaba sobre esa privatizada un reclamo por vía judicial que le hizo el Organo Regulador (Orsna) por 350 millones de dólares, reforzado por una demanda adicional de 171 millones de pesos, por canon impago.

El Estado no quiere asumir la operación de Aguas, pero sí está dispuesto a hacer un aporte importante, asumiendo las obras de expansión que la compañía manejada por Suez no ejecuta desde el 2001. Según cálculos oficiales, de esta manera la concesionaria tendría un alivio en su caja de 100 millones de pesos por año y, aun sin aumento de tarifas, hasta podría obtener un superávit operativo próximo a los 150. Esta es la fórmula con la que desde el Gobierno intentó seducirse a Eurnekian, al menos para que haga el intento de celebrar un acuerdo con los franceses y españoles.

Lo sigue en esta movida el Galicia, dueño del 8,5 por ciento del paquete accionario y uno de los que trabajaron para impugnar la asamblea de accionistas en la que, meses atrás, Aguas Argentinas decidió comenzar a retirarse de la concesión. Hasta el momento, los únicos pasos formales que dio en este sentido fue un intercambio de cartas con el Estado, en el que hizo saber que abandonaría la prestación por culpa del concedente, ya que el congelamiento tarifario alteró su ecuación económica y le impidió renegociar sus obligaciones financieras.

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