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Economía|Lunes, 5 de junio de 2006

Una balanza desbalanceada a pesar del cambio a favor

La balanza con Brasil acaba de acumular un record deficitario de 1503 millones de dólares en los primeros cinco meses del año. El crecimiento del país vecino ayudaría, pero no alcanzaría para cerrar la brecha.

Por Fernando Krakowiak
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Argentina ya lleva 36 meses consecutivos de saldos negativos en el comercio con Brasil.

Durante los últimos tres años, el gobierno de Kirchner reivindicó el “tipo de cambio alto” como un elemento indispensable para proteger la industria nacional y volver más competitivas las exportaciones. El resultado fue una reconstitución del tejido productivo y un aumento sostenido de las ventas al exterior. Sin embargo, la devaluación del peso no tuvo el efecto deseado en la relación con el socio principal de la región. Argentina ya lleva 36 meses consecutivos de saldos negativos en el comercio con Brasil y acaba de marcar un nuevo record al acumular un déficit de 1503 millones de dólares en los primeros cinco meses del año, 21,8 por ciento más que en el mismo período del año anterior. Ni siquiera los acuerdos sectoriales que establecieron cupos a algunas importaciones sirvieron para frenar un proceso que es consecuencia del impulso estratégico del Estado brasileño a sus empresas.

Desde el gobierno argentino han venido señalando en los últimos meses que el déficit con Brasil no debe generar alarma porque se produce en un contexto de superávit comercial general y porque entre los productos que se han venido importando predominan bienes de capital que están contribuyendo a una reindustrialización local que permitiría revertir la tendencia en el futuro. Además, sostienen que el saldo negativo se explica por la política ortodoxa desplegada por el gobierno de Lula da Silva que estranguló la demanda interna y obligó a las principales empresas a exportar sus excedentes. Por lo tanto, una flexibilización de la política fiscal y la consecuente suba del gasto en un año electoral como el actual repercutiría positivamente sobre Argentina.

La explicación es compartida por la mayoría de los analistas, pero algunos señalan que esas causas no son suficientes para explicar el escenario que se consolidó en los últimos años. La otra cuestión que toman en cuenta es la diversificación de producción y exportaciones que llevó adelante Brasil en los últimos años, lo que le permitió disminuir algunas importaciones e incrementar sus ventas externas a partir de mejoras en la competitividad favorecidas por una política estatal de apoyo. Eso se evidencia especialmente en el caso de la industria automotriz y la producción de carnes y granos.

En la industria automotriz, a partir de 1998 comenzó a otorgar fuertes incentivos a las empresas que decidieran instalarse en su territorio, para revertir la corriente de inversiones que había beneficiado a Argentina durante la primera mitad de los ’90. El combo de ventajas incluyó la desgrabación de impuestos estaduales, exenciones municipales, concesión de tierras fiscales para la instalación de plantas y financiamiento a tasas preferenciales a través del Bnds. Así logró que se instalaran 17 terminales con más de 30 plantas, 10 de las cuales lo hicieron en los últimos ocho años, en muchos casos abandonando Argentina.

En carne bovina pasó de ser un productor marginal a convertirse en el principal exportador del mundo a partir de una política de incentivos que volvió a ponerse de manifiesto en estos días con el anuncio de un paquete de ayuda de 26.000 millones de dólares para agricultura y ganadería que busca compensar a los afectados por la baja del dólar contra el real. La política de inversiones e incentivos también se hizo sentir en materia energética, pues en abril anunció el autoabastecimiento petrolero luego de un proceso de modernización de Petrobras iniciado durante la presidencia de Fernando Enrique Cardozo y continuado con Lula.

Esta política de apoyo a la industria le permitió a Brasil más que duplicar las ventas de bienes al resto del mundo en sólo cinco años. Según datos de la Consultora Ecolatina, las exportaciones pasaron de 6,5 a 14,9 por ciento del producto entre 1998 y 2005, mientras que las importaciones pasaron del 7,3 al 9,2 por ciento. Esta performance exportadora continúa en 2006: en los primeros cinco meses las ventas brasileñas al exterior crecieron 14 por ciento, dejando en evidencia que un tipo de cambio competitivo no es condición suficiente para impulsar una estrategia de desarrollo.

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