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Economía|Miércoles, 8 de noviembre de 2006

Stiglitz populista

Por Alfredo Zaiat
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El economista estadounidense Joseph Stiglitz desafió ayer nuevamente el saber convencional de sus colegas. O, en otras palabras, los lugares comunes que fluyen de sus anteojeras ideológicas. El Premio Nobel de Economía lamentó que el término populismo para referirse a las políticas de algunos gobiernos latinoamericanos se utilice de manera peyorativa. Desde el momento en que la región empezó a cambiar de color en el terreno político, con la derrota de los candidatos que postulaban el fracasado recetario neoliberal de los ’90, las principales usinas de esa corriente imprimieron el sello “populismo” a las políticas de los nuevos gobiernos. Y con esa etiqueta, las descalifica. Stiglitz, en cambio, las elogia.

El escenario político latinoamericano es inédito: la socialista y mujer Michelle Bachelet en Chile; Evo Morales, un presidente de un pueblo originario en Bolivia; Tabaré Vázquez, de la histórica izquierda del Frente Amplio en Uruguay; el primer presidente obrero en Brasil, el reelegido Lula da Silva, manejando la principal potencia de la región; el avasallante Hugo Chávez en Venezuela; y la experiencia compleja de calificar de Néstor Kirchner. En ese escenario de alteración, inesperado por la velocidad y amplitud, del panorama político de la región, se instaló la idea del populismo en esta parte del globo. No es una cuestión sencilla, puesto que se cruzan posiciones irreconciliables, entre los que endiosan y aquellos que endiablan simplemente una categoría sociopolítica. Además, esos gobiernos quedaron divididos entre los que reúnen la simpatía de Estados Unidos y los que militan en el “eje del mal” para la administración Bush. También hay un protagonista que navega en un espacio de indefinición en esa esquemática separación que nace en el Departamento de Estado, bajo el mando de Condoleezza Rice: el gobierno de Kirchner. Aunque los principales medios de prensa del establishment no manifiestan dudas de ubicarlo en el campo de los populistas. Pierden así la oportunidad de analizar matices y complejidades de los procesos que se están viviendo en la región.

Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial, afirmó, en ese sentido, que los cuestionados gobiernos de la región, especificando los de Bolivia y Venezuela, “lo único que dicen es que la gente pobre debe beneficiarse de los recursos de su propio país”. Los diarios preferidos de los financistas, The Wall Street Journal y el Financial Times, del mismo modo que el conservador semanario británico The Economist, son el megáfono de las críticas del establishment a Evo Morales y Hugo Chávez, observaciones resumidas en que son “populistas”. La administración de Néstor Kirchner también ha recibido ese merecimiento por la renegociación de la deuda en default, así como también por el congelamiento de las tarifas de las privatizadas y por su política de precios en general.

Como lo ha estado haciendo desde que se alejó del Banco Mundial y empezó a criticar las políticas de ajuste del FMI, Stiglitz va a contramano de la opinión estandarizada de los economistas del sistema. Ahora salió a defender las políticas “populistas” porque las estrategias para “beneficiar a la gente pobre es algo que está en la base de la democracia”. En Madrid, donde hoy pronunciará una conferencia como parte de la recorrida de presentación de su último libro (Making Globalization Work), el revulsivo economista sostuvo en una entrevista con la agencia española EFE que los gobiernos centrales deberían apoyar esas políticas. En vez de ser criticados, “los gobiernos de los países desarrollados deberían darles todo su apoyo para que salgan adelante en un proceso que no será fácil”, sentenció el ex asesor económico del presidente de EE.UU. Bill Clinton. Esto es, batallar contra las desigualdades sociales, la pésima distribución del ingreso y la pobreza.

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