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Economía|Viernes, 12 de enero de 2007
OPINION

Tortillas de maíz

Por Alfredo Zaiat

Juan David Leal, de la agencia española EFE, alertó que el precio del maíz está angustiando a los mexicanos. La tortilla, base de la gastronomía azteca, ha subido un 10 por ciento a lo largo del año pasado y casi 70 en los últimos seis. Hoy, el kilo se vende a 10 pesos (unos 90 centavos de dólar). La mayor parte del menú de los mexicanos se prepara o se acompaña con tortillas de maíz, producto que está fuertemente arraigado en la cultura y no es sustituible por otro. Por ese motivo es considerado un alimento de primera necesidad. Junto al frijol constituye la dieta fundamental de los mexicanos pobres, unos 50 millones. ¿Qué tiene que ver la tortilla de maíz de los mexicanos con las medidas anunciadas por Miceli? Que la revolución en el agro por la combinación de la aplicación de la biotecnología y el desarrollo del etanol –en base al maíz– como biocombustible ha alterado el funcionamiento de los mercados. Estados Unidos es el principal productor mundial de maíz genéticamente modificado, que lo hace más resistente y, por lo tanto, incrementa el rinde por hectárea. Esas cosechas crecientes no se vuelcan a la plaza internacional, sino que se destinan a la producción de biocombustible, negocio que está dominado por un furor inversor que se parece mucho a un boom. La mayor utilización del etanol obtenido del cereal tiene como objetivo disminuir la dependencia del petróleo. Esta impactante alteración del objeto del agro, de ser exclusivamente productor de alimentos para la gente para incorporar la misión de alimentar millones de motores de vehículos, tiene efectos inesperados –y aún desconocidos– por la velocidad de su difusión. Por lo pronto, las cuatro entidades del campo han reaccionado como era de esperar a la iniciativa del Gobierno para responder, de alguna forma, a esas nuevas condiciones del mercado internacional. La réplica fue ideológica (por las retenciones), ignorando los cambios que se producen en el mundo que los rodea (precios, cosechas y rentabilidad record) y mostrando nulo interés por los alimentos que tienen que pagar el resto de los mortales que habitan el país que les pertenece (valor de la canasta básica). La revolución verde ya no es sólo por la constante demanda de China e India, sino que ahora también se suma el factor del biocombustible. Las medidas de ayer no afectarán las inversiones ni el incentivo a la innovación técnica, como sostienen sus detractores. Los precios de los campos en alza como los de los granos son las respuesta a esos cacareos. Sin intervención del Estado en ese sorprendente mundo agrario del siglo XXI se corre el riesgo de quedar como tortilla, o sin tortillas como los mexicanos.

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