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Economía|Domingo, 10 de junio de 2007
DURISIMAS CRITICAS DE MICELI A REDRADO POR COMO COMPRA DOLARES

El Central a favor de la bicicleta

Economía acusó al Banco por escrito de crear un gran negocio para capitales golondrina con la estabilidad cambiaria.

Por Marcelo Zlotogwiazda
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La ministra Miceli y el titular del Central, Martín Redrado, enfrentados por el tema dólar.

En Economía están muy molestos con el Banco Central por la forma en que está interviniendo en el mercado de cambios para acumular reservas. Aunque obviamente están de acuerdo con la compra de dólares como instrumento para evitar que su cotización caiga, y también comparten la necesidad de reabsorber parte de lo emitido colocando deuda, consideran que la entidad que preside Martín Redrado usa esas herramientas de manera tal que exacerba el ingreso de dólares del exterior, convalida tasas de interés innecesariamente elevadas, y genera las condiciones para que los especuladores ganen dinero fácil con una muy tradicional versión de la bicicleta financiera. Fuentes de Economía sostienen por escrito que “los inversores externos están naturalmente agradecidos” con el Central por “semejante negocio”, culpan a la autoridad monetaria de “atentar contra el modelo de tipo de cambio competitivo”, y la acusan de tener una actitud pasiva frente a operaciones que violan la normativa vigente.

La forma en que el Banco Central está ejecutando la política cambiaria y monetaria destinada a sostener el tipo de cambio y al mismo tiempo controlar la inflación es motivo de durísimas críticas en el Ministerio de Economía, que se plasmaron en un documento reservado que circula por los principales despachos y al que accedió Página/12.

Uno de los puntos que le cuestionan a la conducción de Redrado es que “la operatoria del Banco Central redujo la volatilidad del tipo de cambio nominal, lo que asegura una rentabilidad más alta a los inversores externos, y alienta el ingreso de capitales especulativos, que es algo que atenta contra el modelo de tipo de cambio competitivo”. Fuentes cercanas a la ministra Felisa Miceli señalaron a este diario que “si en lugar de mantener el dólar casi quieto como está desde hace bastante tiempo, el Central lo moviera dentro de una banda razonable, eso sólo desalentaría algo el ingreso de capitales especulativos”. El hecho de que el dólar se mantenga muy estable opera como una especie de seguro de cambio que emite una señal a los inversores de que podrán recomprar las divisas a por lo menos la misma cotización a la que la vendieron. En realidad, esta situación es aún más complicada porque hay crecientes presiones, y por ende expectativas en alza respecto de una revaluación del peso, lo que posibilitaría recompras más baratas. “Con tan poca volatilidad, traer dólares parece una apuesta segura”, explica el funcionario.

La apuesta es además atractiva, porque a lo anterior se agrega que las ganancias que se pueden conseguir en el mercado local son elevadas. Y entre las más elevadas, según apunta la segunda crítica de economía, se encuentra la oportunidad que ofrece todas las semanas el Banco Central. Tal como figura en el citado memorándum: “Los títulos de deuda emitidos semanalmente por el BCRA (Lebac y Nobac) constituyen hoy en día una de las inversiones más rentables de la Argentina. Actualmente la deuda del BCRA rinde (¡en dólares estadounidenses!) cerca de 500 puntos básicos más que los títulos del Tesoro de Estados Unidos. De allí la fuerte demanda que reciben semana a semana”. Lo que en la jerga se dice como 500 puntos básicos significa 5 por ciento. O sea que el rendimiento adicional para una inversión de 1 millón de dólares serían 50.000 por año.

La colocación de Letras y Notas del Banco Central (Lebac y Nobac) son los instrumentos utilizados para reabsorber parte del dinero que se emite para comprar dólares y neutralizar el impacto inflacionario de una excesiva expansión monetaria. Actualmente el stock de títulos es de aproximadamente 50.000 millones de pesos. Un pasivo que no llega a la mitad de lo que el Central tiene de reservas en su activo. El problema no es el monto de deuda acumulada.

Esos títulos no pueden ser tomados por inversores extranjeros. Está expresamente prohibido por la normativa vigente, porque –según explica el documento– “dichas emisiones se realizan con el propósito de esterilizar la liquidez excedente en el mercado local. Los fondos que vienen del exterior, al ser cambiados a pesos, producen el efecto contrario”.

El problema es que Economía detectó que una buena parte del stock de Lebac y Nobac está en manos extranjeras. Dice el memo: “Según información que maneja el propio BCRA, entre 20 y 40 por ciento de las emisiones efectuadas por el BCRA en lo que va de 2007 fueron adquiridas por inversores extranjeros, contraviniendo la norma”. Lo hacen apelando a distintos artilugios, en los que siempre cuentan con algún banco como cómplice. Al respecto, desde el ministerio acusan al Central porque “no ha hecho ningún esfuerzo para evitar este desvío”. Más allá de la cuestión legal, lo que preocupa es el contrasentido de que “parte de la deuda que coloca el Central para reabsorber los pesos que emite al comprar dólares atrae más dólares por el buen rendimiento que ofrece”. El funcionario consultado lo ilustró muy bien con la siguiente figura: “En lugar de ser un secador que seca, es un secador que moja”. En el memo está escrito que “los inversores externos, que no deberían tener acceso a semejante negocio, están, naturalmente, agradecidos”.

Como si esto fuera poco, en Economía consideran que la tasa que el Central paga por las Lebac y Nobac es más alta de la que podrían conseguir. Dicen que al aceptar en cada licitación muchas más ofertas que lo pedido convalidan rendimientos más elevados.

En síntesis, con el dólar demasiado quieto, rendimientos de títulos públicos elevados y un Banco Central que no impide lo prohibido, los capitales especulativos tienen a disposición una muy redituable y conocida bicicleta.

Hasta ahora, la convivencia entre Economía y el Central ha sido dentro de todo bastante armónica, teniendo en cuenta las diferencias de visiones económicas y políticas de las respectivas conducciones. Y los roces se fueron limando con tacto y puertas adentro. Hasta ahora.

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