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Economía|Martes, 19 de junio de 2007
DANZA DE SOBREPRECIOS EN LAS OBRAS GASIFERAS

Pero qué te puedo cobrar

Una consultora contratada por TGN ratificaría que se pagaron groseros sobreprecios a Skanska. Los “desvíos” en las otras obras.

Por Maximiliano Montenegro

El juez federal Guillermo Montenegro está por estos días abocado a investigar si por la primera etapa de la ampliación de los gasoductos del Norte y del Sur se pagaron unos 150 millones de pesos de sobreprecios. Sólo la planta compresora de Deán Funes, que construyó Skanska en Córdoba, costó 125 por ciento más que lo presupuestado originalmente por TGN, gerenciadora del Gasoducto Norte, que en varias oportunidades advirtió al Enargas que no había “una explicación razonable para justificar el desvío”. La réplica del ente de control, que autorizó las obras, siempre fue que TGN había realizado mal el presupuesto original. Sin embargo, entre la documentación en poder de TGN existe un elemento clave que ratifica que se habrían pagado groseros sobreprecios.

Según pudo saber Página/12, TGN solicitó a una consultora especializada, llamada Enertec, una valuación del proyecto de la planta de Deán Funes. Este es un procedimiento habitual cuando se realizan grandes obras, para chequear “desvíos” en el presupuesto propio: es decir, si los técnicos de la empresa hicieron correctamente la evaluación de costos del proyecto. La consultoría arrojó una diferencia de costos inferior al 10 por ciento en relación con el presupuesto de TGN, una diferencia considerada “normal”, lo cual convalidó los números que manejaba la empresa.

El presupuesto original para la construcción de la planta de Deán Funes era de 11,7 millones de pesos. Pero, después de un nutrido intercambio epistolar con TGN y dos concursos privados de precios, el Enargas autorizó finalmente la adjudicación a Skanska por un monto de 26,4 millones, un 125 por ciento más caro.

Las obras de ampliación fueron solventadas por un fideicomiso administrado por el Banco Nación, cuyos fondos provienen de los “cargos específicos” cobrados a grandes consumidores de gas. O sea, fondos públicos. TGN, como concesionaria del Gasoducto Norte, era la encargada de contratar la obra. Pero la última palabra era del Enargas, el ente regulador del gas. El ex titular de Nación Fideicomiso, Néstor Ulloa, y Fulvio Madaro, el director del Enargas al momento de las adjudicaciones, fueron echados un mes atrás del Gobierno por el presidente Kirchner.

En la contabilidad de la empresa sueca se encontraron 118 facturas apócrifas, por servicios nunca prestados, de 23 firmas fantasma por un monto de 16,3 millones de pesos. El juez penal tributario Javier López Biscayart ya procesó a ex directivos de la compañía por el delito de evasión tributaria. Pero el juez Montenegro investiga a quiénes se pagaron las coimas que las facturas truchas pretendían encubrir, tal como reconoció una auditoría interna de la propia Skanska.

Los sobreprecios registrados en la planta de Deán Funes no son los únicos documentados en el expediente. En la ampliación de los dos gasoductos troncales se evidenciaron también los siguientes “desvíos”:

- Por la planta de Lumbreras, en el Gasoducto Norte, el presupuesto original de TGN era de 13,6 millones. El Enargas adjudicó la obra por 32,7 millones: 19,1 millones más caro.

- Por la planta de Lavalle, en el Gasoducto Norte, el presupuesto de TGN era de 12,3 millones. El Enargas autorizó la construcción por un monto de 23,1 millones: un sobreprecio de 10,8 millones.

- Para la ampliación del Gasoducto Sur, TGS (Transportadora del Gas del Sur), la gerenciadora, había presupuestado en 64,1 millones de dólares el costo total de las obras de “montaje de cañerías”. Sin embargo, dichas obras terminaron costando 97,1 millones de dólares, 34 millones de dólares más.

El total de sobreprecios pagados en ambos gasoductos ascendería a 150 millones de pesos. Además de Skanska están en la mira de la Justicia las contratistas que participaron en los otros proyectos: BTU, Contrera Hermanos y Odebrecht, una constructora brasileña que se encargó de las obras en el Gasoducto Sur, donde subcontrató a su vez a Skanska, Contrera Hermanos y Techint. Más allá de las consecuencias políticas del caso, el escándalo Skanska paralizó la segunda etapa de ampliación de los gasoductos, fundamental para garantizar el abastecimiento de gas frente a un consumo que crece a un ritmo explosivo.

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