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Economía|Lunes, 27 de octubre de 2008
Opinión

La mitad de la verdad es peor que una mentira

Por Gerardo Gentile *

Mucha razón tenía el ex presidente Juan Domingo Perón cuando dijo: “En 1956, el Estado, acuciado quizá por las necesidades, echó mano de los capitales acumulados por las cajas. Es decir, se apropió de ellos. Para mí, eso es simplemente un robo, porque el dinero no era del Estado sino de la gente que había formado esas sociedades y organizaciones”. Más adelante agregó: “He visto un decreto secreto en virtud del cual se le sacaron sesenta y cinco mil millones de pesos para auxiliar a quienes no tenían nada que ver con las cajas de jubilaciones que habíamos creado”. Las cajas a las que se refería eran de los trabajadores, inspiradas en principios solidarios y sin fines de lucro, y el “decreto secreto”, de una de las dictaduras más sangrientas de la historia argentina, “asaltó” o “robó” dichas cajas para financiar pensiones militares y de las fuerzas de seguridad en su conjunto, y para otros fines inconfesables que no vale la pena recordar.

Luego de dieciocho años de oscurantismo político, el 25 de mayo de 1973, el general Perón recibía la Secretaría de Seguridad Social con un déficit tres veces superior a las disponibilidades del sistema y además se debía a los jubilados una retroactividad equivalente a un millón trescientos mil haberes mínimos. Cómo se manejo ante esa situación: “En ciento ochenta días, como dije, el Gobierno, trabajando fuerte y con honradez, ha logrado normalizar las recaudaciones jubilatorias. Ha obtenido recursos genuinos que permiten encarar el futuro de los jubilados y pensionados con una mayor esperanza y seguridad”, señala Perón en el video que por estos días circuló por Internet arteramente editado y fragmentado. Esos recursos genuinos son los aportes y las contribuciones patronales recaudadas y fiscalizadas por el Estado y los trabajadores mediante convenios de corresponsabilidad gremial, que permitieron el pago de retroactividades atrasadas, mejoramiento en los haberes y flexibilidad de acceso a los beneficios, todo en el marco de un Estado y un gobierno concebido para el bienestar del pueblo, algo muy similar a lo ocurrido en los últimos cuatro años de gobierno peronista.

Lamentablemente otro genocidio y latrocinio a los trabajadores se gestó en marzo de 1976, que con recetas neoliberales conciben un Estado que provoca, entre otros, la diáspora del sistema de seguridad social, interviniendo y saqueando a las obras sociales de los trabajadores, disminuyendo los haberes de los jubilados y pensionados, generando juicios impagables, eliminando recursos y contribuciones patronales, rasgo común en la concepción de un Estado prebendario y copado por grupos financieros que vuelven a robar a los trabajadores como en 1956.

El sistema previsional está concebido sobre los principios solidarios de la seguridad social y el compromiso intergeneracional; es más, queremos devolverles la participación y control a sus verdaderos dueños, los trabajadores, que administren sus propios fondos, todo en el marco que ordena nuestra Constitución Nacional. Como decía Perón en su discurso al respecto de la “previsión social y el seguro”: “Hace treinta años, por primera vez en la República, se habló de previsión social. Ya entonces había muchos que eran partidarios del seguro, precisamente, es la consecuencia de la imprevisión social. La previsión social hace inútil el seguro, ya que ella es un seguro colectivo, que el país tiene necesidad y la obligación de dar a la comunidad para satisfacer los riesgos que ningún seguro va a cubrir en forma completa”.

* Especialista en previsión social.

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