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Economía|Lunes, 22 de septiembre de 2003
LOS TEMORES DEL ESTABLISHMENT

Horas inciertas

Por Cledis Candelaresi
El previsible rechazo a la propuesta que Roberto Lavagna desentrañará hoy en Dubai podría obligar a la Argentina a redoblar su esfuerzo fiscal para evitar que el default se extienda a otros títulos que hoy se pagan regularmente. Según advierten los analistas más conservadores, mientras no haya acuerdo con los acreedores no podrá acudirse al mercado de crédito internacional para refinanciar vencimientos que el Tesoro tendrá que afrontar con “fondos netos”. Aquellas desavenencias tendrían un impacto menor sobre la reestructuración de las obligaciones privadas, que parecen transitar un camino independiente.
La brecha entre el menú de pago ofrecido a los bonistas defaulteados y las expectativas de éstos es bastante grande. No sólo por la amenaza de los denominados fondos buitres, empeñados en cobrar vía judicial el valor facial de los títulos en su poder o por el empeño de los acreedores italianos en conseguir lo mismo, sino porque aun los que están dispuestos a reestructurar no quieren resignar tanto como les propondría el Gobierno:
- Los acreedores, en particular los externos –minoritarios pero relativamente más hostiles–, tienen como referencia ineludible la reestructuración rusa, donde la quita promedió entre el 45 y 50 por ciento, valor que muchos consideran el tope admisible.
- Difícilmente se avengan a admitir una reducción de los intereses que los lleven por debajo del 4 por ciento anual o consientan un período de gracia sobre ellos.
- Aspiran a cobrar de inmediato una porción lo más generosa posible y cash de los intereses atrasados.
“Si no hay acuerdo, seguirán avanzando los juicios contra el Estado argentino en jurisdicción extranjera y se prolongará la incertidumbre, básicamente, sobre la actividad financiera”, pronostica el economista y ex gerente del Banco Central Julio Piekarz, para quien una puja muy prolongada o la imposición de una fórmula que no convenza a los acreedores también complicaría de inmediato las cuentas públicas.
La Argentina ya utilizó parte de su superávit primario para pagar vencimientos de bodenes y necesitaría hacer lo propio el año próximo. Pero según aquel ex funcionario –y defensor de la redolarización de los depósitos–, esos pagos “netos” no están íntegramente contemplados en el actual diseño del Presupuesto 2004, lo que deja a Economía frente a la disyuntiva de colocar nueva deuda a mayor plazo –algo casi imposible hoy– o hacer un esfuerzo fiscal mayor al que previó en ese proyecto.
Diana Mondino, de Standard & Poor’s, también consideró que esa iniciativa, “tal como ha sido redactada, no deja mucho margen para pagar”. Y, a su juicio, ese presunto retaceo terminaría “comprometiendo el futuro crecimiento de la Argentina” que, según recuerda la calificadora, hoy protagoniza la cesación de pagos de mayor envergadura en el mundo.
En la medida que impacta sobre el conjunto de la economía, la suerte de la deuda soberana también influye sobre el destino de las obligaciones privadas en default. Pero quizás de un modo menos directo al que se suponía hace un año.

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