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El mundo|Jueves, 27 de marzo de 2008
CINCUENTA MUERTOS EN DOS DIAS ES EL SALDO DE LA REBELION DE MOQTADA

Rebrote de violencia chiíta en Irak

La chispa se encendió en Basora y se extendió por el resto del país. Ayer y anteayer el ejército iraquí combatió a los milicianos que responden al líder chiíta y ex aliado del gobierno pronorteamericano Moqtada Sadr. Preocupación de Bush.

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Milicianos chiítas toman posiciones en una calle de Basora y disparan contra el ejército iraquí. Los combates causaron cincuenta y un muertes en dos días.

Más de 50 personas murieron y 200 resultaron heridas en dos días de combates entre simpatizantes del clérigo radical chiíta Moqtada Sadr y el ejército iraquí, mientras que el primer ministro Nuri al Maliki lanzó ayer un ultimátum de 72 horas a los milicianos chiítas para que entreguen las armas. Al mismo tiempo, Moqtada Sadr propuso este mismo miércoles negociaciones para poner fin a los enfrentamientos que comenzaron el martes en Basora, a 550 km al sur de Bagdad, y que se extendieron luego a la capital iraquí y a otras ciudades del país. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se reunió ayer a puerta cerrada con sus asesores en el Departamento de Defensa para analizar la situación en Irak.

El movimiento del clérigo, que niega legitimidad al gobierno de Al Maliki y exige una mayor presencia en la estructura de poder, anunció manifestaciones el jueves en Bagdad. Al menos 51 personas han muerto desde el martes en los enfrentamientos entre fuerzas regulares y milicianos chiítas. En Basora murieron 20 personas, según el Ministerio de Sanidad, citado por la Cruz Roja. Los combates, que ayer se desarrollaron en Basora, en el principal barrio chiíta de Bagdad –Sadr City– y en las ciudades de Kut y Diwaniyah, al sudoeste y sur de Bagdad, dejaron además cientos de muertos. La mayoría de las víctimas son civiles.

Las fuerzas de seguridad iraquíes lanzaron el martes en Basora, principal ciudad petrolera del país, una operación llamada “La carga de los caballeros” contra la milicia de Moqtada Sadr, el Ejército del Mahdi.

Al Maliki, que supervisa las operaciones militares en esa ciudad, dio ayer 72 horas a los milicianos chiítas para que entreguen las armas. “Si ellos no entregan las armas, se aplicará la ley”, anunció en un comunicado.

Abdel Karim Jalaf, el portavoz del Ministerio del Interior, explicó ante la prensa que Maliki quería dar la posibilidad de rendirse a “los que no tengan las manos manchadas de sangre” y anunció que el ejército iraquí continuará sus operaciones hasta que “alcance sus objetivos”.

Moqtada Sadr pidió a Maliki que partiera de Basora, según el jefe de la oficina política del movimiento sadrista en Nayaf, Liwa Sumaysim. Este añadió que el clérigo chiíta quiere que el primer ministro envíe a Basora a “una delegación parlamentaria para resolver la crisis”. Sumaysim anunció que los partidarios de Moqtada Sadr organizarán hoy manifestaciones en Bagdad y Amara para expresar su desconfianza respecto del gobierno de Al Maliki. Moqtada Sadr respeta desde fines de agosto de 2007 un cese el fuego unilateral y su milicia, una de las más poderosas del país, se abstuvo de llevar a cabo operaciones contra los ejércitos iraquí y estadounidense. Pero éstos acusan a elementos no controlados de continuar sus ataques.

El mando militar estadounidense instó ayer a Irán a que emplee su influencia para detener la violencia en Basora. “Nos gustaría que el gobierno iraní cumpliera sus compromisos ayudando a mejorar la seguridad y la estabilidad de Basora”, declaró el general Kevin Bergner, en una rueda de prensa en Bagdad. Basora y su provincia, rica en petróleo y verdadero pulmón económico del país, son objeto de una violenta competencia entre los grupos chiítas desde que las fuerzas británicas, que ocupaban esa región estratégica desde marzo de 2003, se retiraron el pasado diciembre.

Al mismo tiempo, dos soldados estadounidenses murieron ayer en combate en Bagdad. Esas muertes elevan a 4003 el número de soldados estadounidenses que murieron desde el inicio de la intervención de Estados Unidos en Bagdad, el 20 de marzo de 2003.

Varios proyectiles fueron lanzados contra la “Zona Verde”, el enclave fortificado en el centro de Bagdad donde se encuentran las instituciones iraquíes y la embajada de Estados Unidos. Tres civiles norteamericanos fueron heridos. Según fuentes de seguridad iraquíes, un obús que estalló en el exterior de la zona contra un edificio de apartamentos también dejó un muerto y cuatro heridos. Otros dos ataques con obuses de mortero dejaron cinco muertos en la capital.

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