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El mundo|Sábado, 5 de abril de 2008
Reunión del oficialismo en Zimbabwe, todavía sin resultados electorales

Mugabe decidió que hay segunda vuelta

Ganó el ala dura del partido y el eterno presidente será otra vez candidato. Para completar el fraude electoral, no se publicaron los resultados de la primera vuelta y se cuestionan dieciséis votaciones a diputado.

Por Sergio Kiernan
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Mugabe se reunió ayer con el politburó de su ZANU-PF para decidir cómo salir de la situación.

Después de una reunión con la dirección de su partido, el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, decidió proseguir con el fraude electoral y forzar una segunda vuelta en las presidenciales. Después de guardar silencio sobre los resultados del sábado pasado, el gobierno admitió que Mugabe no había ganado en primera vuelta y descartó que la oposición hubiera triunfado. De hecho, el partido oficialista anunció que se van a revisar los resultados de las parlamentarias en 16 circunscripciones, como para quitarle la mayoría de los diputados a la oposición.

Mugabe gobierna su país desde su independencia total en 1980. Las primeras elecciones las ganó sin fraude, innecesario después de la masacre de opositores en Matabeleland en 1982. Pero el creciente malhumor social y los problemas económicos lo llevaron a aumentar la represión a la oposición y a cometer un fraude evidente en las elecciones de 2002, donde todos los observadores lo dieron por perdedor.

Este año, las elecciones se realizaron por primera vez unificadas –parlamentarias y presidenciales– el sábado pasado. Para asombro general, los días pasaron y no se anunciaron más que resultados parciales para la mitad de las bancas de diputados, en las que el oficialista ZANU-PF y el opositor MDC iban, por primera vez en forma oficial, cabeza a cabeza. Con la excusa de “las dificultades técnicas”, Mugabe guardó el conteo bajo llave.

El jueves, el partido opositor se declaró ganador de las legislativas con 99 diputados propios frente a 97 del oficialismo y 11 de los independientes. Pudo hacerlo por una concesión que Mugabe tuvo que realizar este año ante las durísimas críticas internacionales: los votos se contaron en los lugares de votación y los resultados de cada mesa se pegaron en la puerta de las escuelas y lugares en que se votó. Fue así que el MDC se proclamó mayoría en el Congreso y afirmó que su candidato Morgan Tsvangirai era el nuevo presidente con el 50,3 por ciento de los votos totales. El gobierno guardó silencio, excepto por figuras de segunda línea que negaron furiosamente haber perdido.

Todo confluyó en la reunión del politburó del ZANU-PF, realizada a puertas cerradas ayer por la tarde en Harare. Mugabe fue visto al comienzo del encuentro, tomándole el pelo a uno de sus ministros que perdió su banca en el Parlamento a manos de la oposición. El secretario administrativo del partido, Digmus Mutasa, dijo al finalizar que “es seguro que habrá una segunda vuelta”, manera oblicua de aceptar que Mugabe no ganó las elecciones. Y agregó que “el candidato será absolutamente Robert Gabriel Mugabe, ¿quién si no nuestro viejo querido?”. El anuncio significa que ganó la partida el ala más dura del partido, encabezada por el comandante del ejército, mayor general Constantine Chiwenga, y el de la fuerza aérea, mariscal del aire Perence Shiri, que hasta avisaron de un posible golpe si Mugabe no era reelecto.

Descartada la posibilidad de que el eterno presidente se retire pacíficamente, como se discutió toda la semana, o que se nombrara una figura de recambio para ganar la segunda vuelta, como pedía el ala más moderada, el aparato oficial parece estar preparando un fraude completo. El anuncio, también de boca del secretario Mutasa, de que se revisarán los resultados electorales en 16 distritos indica que el ZANU-PF no quiere resignar el control absoluto del Parlamento. El mismo día, la comisión electoral anunció los resultados de diez votaciones para senadores, divididas mitad y mitad entre oficialismo y oposición.

Más preocupante resultó la reaparición de la fuerza de choque de Mugabe, los Veteranos de Guerra, que marchó por el centro de la capital en silencio y bajo escolta policial. Los Veteranos de Guerra son una suerte de comando político en el que la mayoría de los miembros es demasiado joven como para haber combatido contra el régimen racista de Ian Smith. Con extrema violencia, fueron los encargados de espantar a lo que quedaba de la comunidad blanca, los granjeros comerciales, entre 2000 y 2002, cuando Mugabe los culpó de “engañar al pueblo” para que le vote en contra. Su reaparición pública preocupó a los observadores, que la interpretaron como un anuncio de futuras violencias.

Morgan Tsvangirai, que fue criticado por sus partidarios por no haber tomado las calles para forzar la situación, presentó ayer un pedido a la Corte Suprema para que obligue al gobierno a publicar los resultados.

Como un símbolo de la situación económica del país, el gobierno tuvo ayer un anuncio oficial: comenzaron a circular billetes de 25 y 50 millones de dólares de Zimbabwe, equivalentes en el mercado libre a 12 y 24 pesos argentinos. También se anunció que se subió el límite de extracciones bancarias a mil millones de dólares por día, unos 480 pesos. La inflación del año pasado fue del 100.500 por ciento.

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